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– Es un ciclista.

– Entonces, pon en la frase el nombre de tu jugador de fútbol favorito. Tú eres ese tipo. Y ahora tenemos que irnos, habrá tráfico. Puedes pasarte todo el camino diciéndome lo guapa que estoy. Para mí será relajante y tú te distraerás.

Raoul se echó a reír, lo cual estaba muy bien. Había habido un poco de tensión entre ellos durante los dos últimos días, desde que ella se había enterado de que Brittany estaba embarazada. Como no había oído un grito atronador proveniente de la zona oeste de la ciudad, suponía que Hawk todavía no lo sabía. Ella no estaba precisamente impaciente por tener una conversación sobre ese tema.

Cuando llegaron a Buchanan's, un restaurante refinado que había en el centro de la ciudad, Nicole le entregó las llaves del coche al portero y entró en el establecimiento con Raoul. Hawk ya estaba junto al mostrador de recepción, hablando con un hombre de mediana edad que llevaba un buen traje.

Nicole no imaginaba que fuera a sentir otra cosa que el cosquilleo habitual al verlo, así que se quedó sin aliento al verse embargada por la emoción. Aquello no tenía nada que ver con el sexo; aunque no tuviera ninguna queja en aquel sentido, los sentimientos eran mucho más intensos que el deseo.

¿Qué le ocurría? ¿Tenía fiebre? ¿Había comido demasiadas magdalenas en el trabajo? ¿Necesitaba empezar a hacer ejercicio? ¿Qué?

Antes de poder averiguarlo, Hawk la vio y sonrió. Su sonrisa fue amplia, y consiguió que a ella le temblaran las rodillas.

– Aquí están. Walt, éste es el jugador del que te estaba hablando.

Hawk presentó a todo el mundo, usando el término «amiga de la familia» para Nicole. Todos se estrecharon las manos y, rápidamente, fueron conducidos a un reservado tranquilo en un lateral del restaurante.

Walt comenzó con un discurso sobre la universidad.

– Allí nos tomamos muy en serio el fútbol -explicó a Raoul con una sonrisa-. Tú eres un magnífico quarterback y es el puesto que más nos interesa este año. Nuestro centro está en una ciudad pequeña en la que todo el mundo apoya al equipo. No podrás poner un pie en la calle sin que alguien te diga que estás haciendo muy buen trabajo. ¿Has vivido alguna vez en una ciudad pequeña, Raoul?

– Siempre he vivido en Seattle.

Walt se inclinó hacia él.

– No hay nada igual. Todo el mundo se preocupa por el vecino. Es como una gran familia. Las relaciones personales son importantes, y eso no lo encuentras en una ciudad grande. Deja que te hable un poco sobre el programa de fútbol americano.

Para cuando llegó la cena, Nicole se dio cuenta de que tenía ganas de mudarse al otro extremo del país, para poder vivir en la preciosa residencia de aquel campus. Walt hacía que todo sonara perfecto.

Su presentación fue impresionante. Además de los folletos de rigor, tenía una pantalla de televisión en miniatura con reproductor de DVD incorporado, y les mostró una pequeña película de la universidad. Invitó a todo el mundo a los platos de carne más caros de toda la carta y los hizo reír con chistes divertidos; desplegó encanto y la suficiente sinceridad como para que Nicole no desconfiara.

Cuando la cena terminó, Walt les estrechó la mano a todos y volvió a su hotel. Hawk le dio un golpecito a Raoul en el hombro.

– Hablaremos más de esto mañana. ¿Por qué no esperas en el restaurante para que yo pueda despedirme de mi chica?

Raoul sonrió y entró de nuevo.

– Parece que has perdonado a tu capitán -observó Nicole.

– Hemos llegado a un entendimiento -respondió Hawk, y acercándola más al edificio, la abrazó y la besó.

Eso provocó una carcajada de Nicole.

– Todavía está dispuesto a meterte en cintura, ¿eh?

– Digamos que no voy a presionarlo. Tienes razón. Es un buen chico, y eso lo respeto.

De repente, Nicole notó una punzada de culpabilidad. Brittany no le había hablado a Hawk del bebé. Cuando lo hiciera, todo iba a cambiar, sobre todo la relación de Hawk con su jugador preferido.

¿Debía decírselo ella en aquel momento, hacerle algún tipo de advertencia? ¿Era asunto suyo?

Antes de poder decidirse, él habló.

– Gracias por venir esta noche. El hecho de tener a un miembro de la familia hace que estas cosas sean más relajadas.

– Yo no soy exactamente un miembro de la familia de Raoul.

– Eres lo más parecido.

Lo cual era realmente triste.

– Me preocupo por él. Tiene que tomar una decisión muy importante que va a cambiar su vida para siempre. Decida lo que decida, no debería hacerlo solo.

Hawk le acarició la mejilla.

– Eres increíble. Lo acogiste en tu casa y ahora lo estás cuidando. ¿Cuánta gente estaría dispuesta a hacer eso?

– No es para tanto. Ocurrió así.

– Yo creo que sí es para tanto. Y decía en serio lo de antes.

– ¿Qué?

– Lo que te dije en tu casa. Por mí, el trato se ha terminado. Quiero salir contigo porque quiero que salgamos juntos. No para demostrar nada. Quiero estar contigo, Nicole.

A ella le latía el corazón con tanta fuerza que no habría podido oír sus palabras si él hubiera seguido hablando. La esperanza, la necesidad y la felicidad borbotearon en su interior.

– A mí también me gustaría.

Él sonrió y la besó.

– Entonces estamos saliendo oficialmente.

– Sí.

– Y exclusivamente.

Nicole se rió.

– Sí, lo cual significa que no puedes salir con las mamas del fútbol.

– Sólo quiero salir contigo.

Él volvió a besarla y, al cabo de unos segundos, ella se apartó con un suspiro.

– Tengo que llevar a casa a Raoul.

– Y Brittany me está esperando. Pero nos veremos pronto.

Hawk asomó la cabeza por la puerta del restaurante y le hizo un gesto a Raoul para que saliera. Los tres caminaron hacia el aparcacoches, que rápidamente les llevó los vehículos. Hawk abrió la puerta del de Nicole.

– Te llamaré mañana.

– Me encantaría -respondió ella, haciendo todo lo posible por no estallar en risitas de felicidad.

Nicole sirvió los espaguetis en el plato de Raoul, y éste lo llevó a la mesa.

– ¿Cuántas cenas te quedan con los reclutadores? -preguntó ella mientras abría la nevera para sacar la ensalada.

– Tres, incluyendo la UCLA de Ohio.

– Buenas universidades -dijo ella-. No sé cómo vas a decidirte.

– Estoy haciendo un cuadro -explicó Raoul mientras se servía un vaso de leche-. El entrenador me dijo que es una buena manera de empezar. Hacer una lista de todo lo que es importante para mí y ordenar las universidades con relación a esa lista. Como lo que hacen con los coches en Coche y conductor.

– Mi revista favorita.

– Te lo enseñaré.

– Promesas como ésa no deben hacerse a la ligera.

Raoul sonrió.

– Quiero ir a una universidad donde me saquen a jugar. Quiero pasar todo el tiempo posible en el campo.

Porque era difícil impresionar a alguien desde el banquillo.

– Eso lo entiendo. Pero también necesitas que sea un equipo con profundidad.

Él arqueó las cejas.

– He estado leyendo algunas cosas -admitió Nicole-. Me he dado cuenta de que vamos a hablar de este tema durante una temporada, así que quiero estar informada.

– Impresionante.

– Lo sé.

– Brittany también está haciendo un cuadro con lo que le gusta de las universidades y lo que no le gusta.

El bueno humor de Nicole se desinfló como un globo pinchado. La opinión de Brittany no debería importar, pero no tenía sentido decirlo. Raoul no iba a prestarle atención.