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Clavain empezaba ahora a preocuparse un poco.

—¿De verdad?

—Sí. Porque yo ya la he visto antes.

—¿Antes?

—Mucho antes de llegar aquí, la vi. —Felka se volvió hacia él apartándose el pelo de los ojos. Guiñaba para defenderse del escozor de la espuma—. Fue el lobo, Clavain. Me mostró esta vista cuando Skade nos emparejó. En ese momento no supe qué pensar. Pero ahora lo entiendo. En realidad no era el lobo. Era Galiana, que se estaba comunicando conmigo, aunque el lobo pensaba que lo controlaba todo.

Clavain sabía lo que había pasado a bordo de la nave de Skade, cuando Felka era su rehén. Le había contado lo de los experimentos y las veces que Felka había vislumbrado la mente del lobo. Pero jamás había mencionado esto.

—Tiene que ser una coincidencia —dijo él—. Incluso si es cierto que recibiste un mensaje de Galiana, ¿cómo podía haber sabido ella lo que iba a pasar aquí?

—No lo sé, pero tuvo que haber un modo. La información siempre ha llegado al pasado, o no habría ocurrido nada de esto. Todo lo que sabemos ahora es que, de algún modo, los recuerdos que tenemos de este lugar, ya sean los tuyos o los míos, van a llegar al pasado. Más que eso, van a llegar a Galiana. —Felka se inclinó y tocó la roca que tenía bajo ella—. Por alguna razón lo esencial es esto, Clavain. No nos hemos tropezado con este lugar sin más. Nos ha guiado Galiana hasta aquí porque sabe que importa que lo encontremos.

Clavain se acordó entonces de la baliza que le acababan de enseñar.

—Si hubiera estado aquí…

Felka completó la idea.

—Si vino aquí, habría intentado comunicarse con los malabaristas de formas. Habría intentado nadar con ellos. Bueno, quizá no lo haya conseguido… pero supongamos que lo consiguió, ¿qué habría pasado?

La bruma ya se había cerrado por completo, no quedaba señal de la amenazante torre marina.

—Se habrían recordado sus patrones neuronales —dijo Clavain como si hablase en sueños—. El océano habría grabado su esencia, su personalidad, sus recuerdos. Todo lo que ella era. Lo habría abandonado de forma física, pero también habría dejado una copia holográfica de sí misma en el mar, lista para grabarse en otra inteligencia, otra mente.

Felka asintió enfática.

—Porque eso es lo que hacen, Clavain. Los malabaristas de formas almacenan a todos aquellos que nadan en sus océanos.

Clavain volvió a mirar con la esperanza de vislumbrar de nuevo la nave.

—Entonces ella estaría todavía allí.

—Y nosotros también podemos alcanzarla si nadamos igual que ella. Eso era lo que ella sabía, Clavain. Ese es el mensaje que coló a espaldas del lobo. A él también le picaban los ojos.

—Es muy lista, esa Galiana. ¿Y si nos equivocamos?

—Lo sabremos. No necesariamente la primera vez, pero lo sabremos. Todo lo que tenemos que hacer es nadar y abrir nuestras mentes. Si está en el mar, en su memoria colectiva, los malabaristas nos la traerán.

—No creo que pueda soportar que nos equivoquemos en esto, Felka.

Su compañera le cogió la mano y se la apretó aún más fuerte.

—No nos vamos a equivocar, Clavain. No nos vamos a equivocar.

Él esperó contra toda esperanza que ella tuviera razón. Felka tiró de su mano con más fuerza y los dos dieron el primer paso vacilante hacia el mar.

Título originaclass="underline" Redemption Ark

Primera edición

© 2002, Ilustración de cubierta: Chris Moore

Traducción: Aitor Solar, Isabel Roseli, Marta García

I.S.B.N.: 84-9800-283-4

Depósito Legaclass="underline" M-46884-2006