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Es más, incluso entonces, en el amanecer del siglo siguiente al del descubrimiento del ADN, la física cuántica y la fisión nuclear, y en el que inventamos los ordenadores, las naves espaciales y los láseres, el noventa y seis por ciento de la población mundial todavía cree sinceramente en un ser supremo —y el porcentaje va en aumento en lugar de decrecer.

Bien, una vez más, ¿por qué me sorprendía que Hollus creyese en Dios? ¿Que un alienígena de una cultura un siglo o dos más avanzada que la mía no hubiese deshecho el último vestigio de lo sobrenatural? Incluso si no hubiese tenido una teoría de gran unificación para justificar sus creencias, ¿por qué iba a ser tan descabel ado que no fuese un ateo?

Nunca me cuestioné si tenía razón o no al enfrentarme con creacionistas evidentemente confundidos. Nunca había dudado de mis convicciones cuando me veía asaltado por fundamentalistas. Pero allí estaba, reuniéndome con criaturas de otras estrellas, y el hecho de que ellos pudiesen venir a mí mientras que yo era incapaz de ir a verles a ellos dejaba muy claro quién era intelectualmente superior.

Y esos alienígenas creían en aquello de lo que yo descreía desde mi niñez.

Creían que un diseñador inteligente había creado el universo.

15

—Hay dos razones para que un paciente desee someterse a la quimioterapia —nos había dicho Katarina Kohl poco después del diagnóstico—. La primera es la esperanza de eliminar el cáncer —me miró a mí, luego a Susan, luego a mí otra vez—. Pero te diré la verdad: las probabilidades de eliminar tu cáncer son pequeñas, Tom. El cáncer de pulmón se cura muy rara vez.

—Bien, en ese caso no quiero quimio —dije de inmediato—. No quiero malgastar lo que me queda de vida sufriéndola.

La doctora Kohl se mordió los labios.

—Ciertamente, la decisión es tuya —dijo. Luego señaló en dirección a Susan—. De los dos. Pero hay muchos mitos con respecto a la quimio. También puede ser paliativa; ésa es la segunda razón para tenerla en cuenta.

Mi boca formó la palabra paliativa. La doctora Kohl asintió.

—Puede que experimentes mucho dolor en los próximos meses, Tom. La quimioterapia puede reducir la intensidad del dolor reduciendo el tamaño de los tumores.

—¿Qué harías tú en mi caso? —pregunté.

Kohl se encogió de hombros.

—Si estuviésemos en Estados Unidos, si no tuvieses seguro y tuvieses que pagar de tu bolsil o el tratamiento de quimioterapia, quizá sería mejor olvidarse de él y vivir con el dolor, aunque evidentemente, en cualquier caso, te recetaré analgésicos para ayudarte. Me gusta emplear un compuesto de platino para tratar el cáncer de pulmón, y esos compuestos son muy caros. Pero como OHIP pagará el coste del tratamiento, te aconsejaría que los aceptases. Empleamos compuestos de platino en combinación con vinblastina, etoposide o mitomicina-C. La medicación de platino debe administrarse en un hospital, pero es lo mejor en el caso de cáncer de pulmón.

—¿Qué hay de los efectos secundarios? —pregunté.

—Puede que sufras de náuseas. Puede que pierdas parte del pelo, o todo.

—Quiero seguir trabajando todo lo posible —dije.

—La quimio puede ayudar; no extenderá tu vida de forma significativa, pero puede que la haga más productiva.

Ricky ya iba a la escuela todo el día, y Susan tenía su trabajo. Si yo podía seguir trabajando, incluso unos meses más, sería mejor que quedarme en casa todo el día exigiendo cuidado constante.

—No toméis una decisión ahora mismo —dijo la doctora Kohl—. Pensáoslo. —Nos dio unos fol etos para leer.

Hollus creía en Dios.

T'kna creía en Dios.

¿Y yo?

—Quizá lo que me molesta es la palabra Dios —le dije a Hollus una vez que regresamos a mi despacho—. Si quieres proponer que la evolución de la Tierra sufrió la interferencia de una fuente externa, no puedo decir que te equivoques. Después de todo, tú mismo me dijiste que hubo civilizaciones inteligentes en esta parte de la galaxia hace incluso 3.000 millones de años.

—La especie de Eta Cassiopeae A III, sí.

—¿No son ésos los que hicieron estal ar su luna?

—No; ésa era la especie de Mu Cassiopeae A Prima, a 5,5 años luz de Eta Cassiopeae.

—Vale. Bien, los seres de Eta Cassiopeae, vamos a llamarlos etanos, tenían una civilización tecnológica hace 3.000 mil ones de años, cuando la vida empezaba en este mundo. Está claro que los etanos podrían haber venido aquí.

—Estás dejando de lado mucho tiempo —dijo Hollus—, porque dijiste que la vida apareció en este mundo al menos 800 mil ones, si no 1.000 millones, de años antes de esos 3.000 mil ones de años.

—Bien, sí, pero…

—Y, evidentemente, mi propio sol, Beta Hydri ni siquiera se había formado entonces; como ya te he dicho, tiene 2.600 millones de años, así que nadie de Eta Cassiopeae podría haberlo visitado.

—Bien, quizá no fuesen los etanos…, seres de alguna otra estrella vinieron aquí, o fueron a tu mundo, o al mundo de los wreeds. Todas las acciones que le asignas a Dios podrían haberlas realizados seres avanzados.

—Hay dos problemas con tu argumento —dijo Hollus con amabilidad—. El primero, evidentemente, es que incluso si eliminas la necesidad de un dios en los acontecimientos más recientes, acontecimientos de los últimos miles de mil ones de años, acontecimientos posteriores a la aparición de otros observadores conscientes en este universo, no has evitado sin embargo la necesidad de un diseñador que estableció las fuerzas relativas de las cinco fuerzas fundamentales, que diseñó las propiedades del agua, incluyendo las termales, y demás. Y por tanto, lo que haces es contrario a la navaja de Occam de la que hablaste: en lugar de reducir estás multiplicando el número de entes que han influido en tu existencia: un dios inevitable para crear el universo y luego seres menores opcionales que posteriormente se interesaron en manipular el desarrollo de la vida.

»Segundo —siguió diciendo Hollus—, debes recordar que el momento de las extinciones masivas parece que se preparó para ocurrir simultáneamente en nuestros tres mundos: la más antigua fue hace 440 mil ones de años; la más reciente, 65 millones de años. Eso es un periodo de 375 millones de años… y sin embargo, como hemos descubierto, el periodo de vida de una especie inteligente, medido desde el momento en que desarrolla la radio, no es aparentemente de más de un par de centenares de años antes de que se destruya a sí misma o desaparezca.

Mi mente volaba sin control.

—Vale —dije al fin—. Quizá se ajustaron los parámetros fundamentales para producir un universo que diese lugar a la vida.

—No hay ninguna suposición —dijo Hollus—. Está claro que el universo fue diseñado para ser biogenerativo.

—Vale. Pero si aceptamos tal cosa, el simple hecho de crear vida no puede ser el único fin. Debes creer que tu diseñador putativo no quería simplemente vida, sino vida inteligente. Vida sin inteligencia es poco más que química compleja. Solamente cuando se vuelve inteligente es cuando se torna interesante.

—Es una opinión muy extraña para alguien que estudia dinosaurios —comentó Hollus.

—En realidad no lo es. Después de todo, los dinosaurios desaparecieron hace 65 mil ones de años. La llegada de la inteligencia es lo único que permite saber que existieron. —Hice una pausa—. Pero estás acercándote a algo que quiero comentar. —Volví a detenerme, buscando la metáfora adecuada—.¿Cocinas?

—¿Cocinar? ¿Te refieres a preparar comida a partir de materiales básicos?

—Sí.

—No.'

—Bien, yo sí, o al menos, solía hacerlo. Y simplemente hay cosas que no puedes preparar limitándote a combinar todos los elementos al principio. Si quieres cocinarlas, tienes que intervenir a medio camino.