Chris posó pensativo la hoja en la tablilla.
– ¿Es de aquí de donde saca su misión?
El papa calló.
– ¡Este Etana era un pastor sumerio! Y usted es el líder del mundo católico.
El papa permaneció escudriñando la tablilla sin decir ni una sola palabra.
– Santo Padre, pienso que él ha de entender cuál es la cruz que está usted soportando -Jerónimo aguardó un breve instante antes de dirigirse a Chris-. Usted debe interpretar el texto en un contexto en el que se encuentren los principales fundamentos de la fe cristiana, si quiere entender al papa.
– Ayúdeme; yo no soy muy ducho en la Biblia -Chris vaciló-. Según lo descrito, este Etana poseía la fuerza de devolverles la vida a los muertos. Así es como lo he entendido yo.
Los ojos del monje se escondían detrás de un velo.
– Sí, parece ser así. Él puede devolverles a los demás la vida. Así podría interpretarse.
– Y él… él subirá al cielo…
Jerónimo agachó la mirada.
– Zarrenthin, según el dogma cristiano, solo existe una sola persona que sea capaz de devolverles la vida a los muertos y que subió al cielo.
Capítulo 49
Cartuja de la Verne, macizo de los Moros, sur de Francia,
mañana del miércoles
Chris no pudo evitar mirar hacia arriba. El fresco y centelleante azul de la mañana era de una claridad increíble; la misma claridad que ansiaba a su vez para sus pensamientos.
– ¿Acaso entiendo realmente a dónde quiere llegar? -Chris miró a Jasmin, cuyos ojos se habían engarzado en los labios de Jerónimo.
Jerónimo permaneció observando con semblante serio las tablillas.
– Pregunte lo que quiera.
– Etana es capaz de devolverles la vida a los muertos. Cristo hizo milagros: curó a enfermos, ¿pero resucitó algún muerto? Yo no lo recuerdo.
– Él resucitó la hija de Jairo, el hijo de Nain, y Lázaro, uno de sus amigos -Jerónimo hablaba con infinita paciencia.
– ¡Todo mentira! -vociferó Thornten en mitad-. La Biblia es una completa mentira. El Antiguo Testamento con sus diez mandamientos, y el Nuevo Testamento con Jesucristo sobre los que se construye toda la Cristiandad. Todo copiado de Sumeria. Incluso la resurrección de Cristo y sus curaciones a los muertos. Las tablillas lo demuestran. ¿No lo comprende, Zarrenthin?
El papa soltó un grito lleno de furia.
– Basta ya de mentiras desgraciadas. No permitiré que se continúen levantando calumnias contra nuestro Señor. ¡Entrégueme las tablillas! ¡Y las pruebas!
El pontífice estiró con actitud desafiante la mano.
Chris meneaba la cabeza.
– Esto no va a resultar tan sencillo. ¿Quién nos da el derecho a desaprovechar la oportunidad que se esconde en el descubrimiento de este cromosoma?
– ¡Exacto! -Thornten se reía satisfecho-. Zarrenthin, lea los antiguos evangelios apócrifos que no se han recogido en la Biblia. ¿El motivo? En ellos no se dice ni una palabra de milagros o resurrecciones de muertos llevadas a cabo por Jesús. Nada. ¿Y por qué? Porque es falso…
– Zarrenthin, ¿no creerá usted que el texto de la tablilla se corresponde a la realidad? -el papa habló en voz baja, pero temblorosa.
– ¿No son los experimentos con los ratones prueba suficiente? -preguntó Jasmin-. Por el mensaje del texto, se deduce que los huesos, la sangre o las células de Etana poseen esta capacidad… en el cromosoma 47. ¿Sinceramente podemos desechar sin más esta idea? ¿No le corresponde este conocimiento a la humanidad?
– En eso consiste el pecado de la ciencia por el que castigará Dios.
– Usted es un hombre de fe, y sus convicciones proceden de la religión -Chris miraba indeciso a su alrededor-. Este texto de la decimotercera tablilla… esta sorprendente cercanía a Cristo le hace dudar a uno del Nuevo Testamento y de Jesús. Al menos, de aquello que la Iglesia cuenta de él. Por otra parte el decálogo en las tablillas. Y si a todo esto le sumamos que de un hueso, de alguien a quien se le considera un pagano y que veneraba a otro dios, se obtiene una sustancia que permite vivir al hombre bastante más que los ciento veinte años estipulados por la Biblia: ¡pues ya son motivos para la reflexión! Toda su concepción divina se viene abajo: su omnipresencia, sus palabras, su unicidad; todo es mentira, todo es desmentido y destruido. ¡Todos los fundamentos en los que se basa la Cristiandad!
– ¿Se le puede negar por lo tanto este descubrimiento a la Humanidad y la Ciencia? -Thornten interrumpió enojado el discurso-. ¡Eso equivaldría a la Edad Media de la Inquisición y las hogueras!
– No, eso no es así -el papa había permanecido durante todo el rato observando las tablillas y elevó ahora con decisión la cabeza-. Olvidémonos por un momento del aspecto religioso. ¡Centrémonos en la cuestión de nuestros actos! Las ciencias deberían comprobar al menos si aquello que le hacen al mundo constituye en ocasiones un acto objetivamente criminal. Zarrenthin, ¿ha visto en alguna ocasión imágenes de perros a los que se les ha cosido la cabeza de un mono? ¡Si ya está ocurriendo de todo!
– ¡Vaya! Ya comienza a claudicar. Ya que no puede avanzar con su monserga religiosa, recurre ahora a la moral -Thornten se reía excitado-. Zarrenthin, no permita que se destruya la única oportunidad de la que dispone la humanidad.
– ¡Usted es científico, y a pesar de ello no lo quiere entender! -el papa echaba pestes en dirección a Thornten-. Ya hemos hablado suficiente -el papa giró hacia Chris y abrió la mano.
Chris dio media vuelta sin saber qué hacer, buscando perdido la mirada de Jasmin.
– ¡Yo ya no sé lo que es lo correcto! -gritó. Estaba agotado. En su cuerpo le retumbaban los dolores, y las piernas le temblaban. ¿Cuándo iba a colapsar? Ya no podía faltar mucho para ello. Pudo sentir un vacío cada vez mayor. La indiferencia se estaba adueñando de sus pensamientos y su voluntad. Que así fuera. Él tan solo quería desaparecer de allí. Con Jasmin, pero desaparecer.
– ¡Pero yo sí! -respondió una voz.
Chris se estremeció. Él conocía muy bien esa voz con su triunfante determinación.
Marvin apareció de repente a través de las sombras de las ruinas del muro situado al este. A su lado caminaba Barry con Mattias en brazos. El chico permanecía recostado contra Barry como si estuviera durmiendo.
– ¡Mirad a quién tengo aquí! -gritó Marvin mientras apuntaba su pistola a la cabeza del niño-. Zarrenthin, haremos un trato muy sencillo. ¡El niño a cambio de la prueba, los huesos y las tablillas!
Marvin y Barry se iban acercando. Thornten cambiaba el peso de su cuerpo de un pie a otro sin sosiego.
Anna se despertó de su espanto y gritó de forma histérica el nombre de su hijo, e instantes después empujó a Jasmin hacia un lado y salió corriendo.
De súbito, Chris recobró de nuevo su ímpetu y se arrojó en su camino, y ambos cayeron de bruces.
– ¡No le va a pasar nada! ¡No le va a pasar nada! ¡Lo prometo! -gritaba Chris una y otra vez mientras presionaba a Anna contra el suelo hasta que ella, presa de un abatimiento desesperado, lloraba desconsoladamente.
Chris dio un salto y alzó el maletín del suelo, colocándolo en la improvisada mesa de piedra. Sacó circunspecto la inyección con la prueba genética preparada para su uso.
– ¡Aquí está! -a paso lento se acercó hacia Marvin al mismo tiempo que mantenía el brazo en alto con la inyección en la mano.
– ¡Quédese donde está! -gritó Marvin-. Entréguele la inyección al papa.
Chris dio media vuelta y le ofreció la inyección al papa.
– ¡Este no es nuestro camino, Marvin! -gritó el papa con voz decidida-. ¡Sin violencia!
– El suyo quizás no, pero yo no tengo tantos escrúpulos. ¡Los Pretorianos protegen la palabra de Dios! ¡Con todos los medios! ¡Usted fracasa en su cometido! -Marvin contempló enfadado el papa-. ¡Hágalo de una vez!