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– Ustedes disponen de poco dinero, pero también es cierto que son una raza aparte -comentó Lee con desprecio.

– Opino lo mismo que usted, si le sirve de algo -respondió Andreas, cada vez más nervioso.

Lee no hizo caso del comentario y continuó.

– Pero sepa que estoy de acuerdo con usted en cuanto a la escasez de las inversiones. En los últimos años, el único gasto que ha aumentado de verdad es el militar, ¿se da cuenta?

»Estados Unidos gasta más de trescientos cincuenta mil millones de euros cada año en ese sector.

– Debe de ser uno de los Estados no amigos con los que no se han compartido los descubrimientos de su estudio -dijo irónicamente Andreas.

– Doctor Weber, ¿a usted le parece que si Estados Unidos tuviera en sus manos la información de que estamos hablando bloquearía sus inversiones militares para dedicarlas a la investigación médica?

»¿De verdad es tan ingenuo?

»El cáncer existe, tanto si se publica nuestro estudio como si no.

»Incluso sin esa investigación, el Foro Europeo de Gestores de Investigación sobre el Cáncer, que usted conocerá, advierte que una persona de cada tres desarrollará en el futuro alguna forma de tumor y una de cada cuatro morirá. ¡Una de cada cuatro, doctor Weber!

»A pesar de ello, las inversiones que se destinan a la investigación son infinitesimales comparadas con los gastos militares.

»Doctor Weber, este mundo procede a grandes pasos cuando hablamos de consumismo, móviles, coches, ordenadores, ropa, pero es extremadamente lento cuando se trata de decidir las prioridades del gasto público con respecto a un futuro que todos hacen ver que queda lejos, pero que en realidad está a la vuelta de la esquina.

»En 2004 se gastaron en todo el mundo catorce mil millones de euros en investigación y desarrollo en el sector de la lucha contra los tumores.

»De éstos, más de cuatro mil procedían del sector privado y de organizaciones sin ánimo de lucro, los diez mil restantes fueron «generosamente» donados por los gobiernos.

»En 2009 se estima que las inversiones militares en el mundo alcanzaron el trillón de euros. ¿Sabe contar los ceros de una cifra como ésa?

– Estoy al corriente de esa desproporción, doctor Lee.

– Cien veces superior a la que se destinó a la investigación médica de una enfermedad que barrerá de la Tierra a uno de cada cuatro de nosotros. Doctor Weber, no soy yo quien dirige este juego. Lo dirigen personas que velan por el mantenimiento del poder, del statu quo. Yo sólo puedo utilizar esos fondos de la mejor manera posible.

»No tengo alternativa, a pesar de que usted esté convencido de lo contrario. Los consejeros del gobierno están entre los mayores expertos del país. Expertos de todos los sectores: militar, financiero, científico, político.

»Mi amigo me ha repetido a menudo que cuando surgen problemas complejos que implican decisiones de estrategia difíciles de tomar por parte del gobierno o entes especializados, el grupo guiado por el moderador no propone nunca una solución, sino que presenta una serie de posibles escenarios calculando sus probabilidades de realizarse.

»Esos escenarios se resumen en medidas que adoptar y las probables consecuencias que se derivarían. A menudo la opción de quedarse con un escenario y no con otro genera muchos debates.

»En nuestro caso, doctor Weber, hay unanimidad.

»¿Cree que podrá hacer que cambien de opinión?

»¿Cree que podrá crear un movimiento popular que los obligue a revisar sus puntos de vista?

Andreas habló en un tono que reflejaba su cansancio, una extenuación mental nueva para él. Era un sentimiento de disgusto, de desesperación extrema.

– La única solución es dejar que cada persona decida cuánto daño quiere hacerse, si el mundo político no es capaz de tomar una decisión que sea blanco o negro. No discuto que siempre habrá una parte de la población que seguirá utilizando los servicios de la telefonía móvil, pero al menos debería estar informada, que supiera lo que podría encontrarse.

»La suya, y la del Estado si doy crédito a lo que dice, es la concepción oportunista de un potencial holocausto, la creación de una supremacía tecnológica a costa de un elevado precio en vidas humanas.

– No me sorprende su manera de verlo. Me gustaría que el moderador y sus expertos lo vieran como usted. Pero no es así. Es usted libre de intentar convencerlos de lo contrario, yo ya lo he intentado.

»Lo que puedo hacer ahora es utilizar los fondos que me han asignado de la mejor manera posible, y le aseguro que en los últimos años es lo único que me preocupa.

»¿Qué otra cosa podría haber hecho, según usted?

»¿Sacrificarme? Y ¿qué resultado habría obtenido?

»Sería un mártir para nada.

»Nadie me habría creído, del mismo modo que nadie le creerá a usted. Si han parado a Kluge, también lo pararán a usted.

»Doctor Weber, permítame que le haga una pregunta. ¿Lleva el móvil encima?

Si bien en un primer momento la pregunta lo sorprendió, Andreas vio adónde quería llegar.

– Sí, lo llevo.

– Y ¿llama?

– Sí, para conversaciones muy breves. Pero tiene que entender que mi situación es un tanto especial.

– Se lo repito, yo no cuento. Lo que cuenta, en cambio, es que el moderador, sus expertos y la élite política dominante piensan que usted no es un caso especial.

»Su caso está dentro de la norma.

»Usted se ve en peligro, en posesión de un secreto de alcance mundial, así que tiene necesidad de comunicarlo.

»Y ¿a quién piensa llamar?

»¿A la policía?

»Nunca le permitirán llamar a ese número. Al menos no desde su móvil. Probablemente, aun teniendo miedo, querrá estar en constante contacto con sus seres queridos. Y como usted habrá muchos.

»Doctor Weber, el moderador piensa que una cantidad relevante de personas se considerará en su misma situación y seguirá utilizando el móvil incluso después de conocer el riesgo que corre.

– Esa excusa no vale. El concepto de libertad individual se basa en el hecho de que cada uno de nosotros se comporta de manera distinta. Sus amigos actúan deliberadamente contra un derecho constitucional.

– Sin duda tiene razón. Pero mire, puedo imaginármelos en la mesa discutiendo escenarios, esa experiencia ya la he tenido. ¿Qué cree que dirá el experto militar?

»Alemania será el primer país que dispondrá de una nueva tecnología para la telecomunicación móvil.

»Porque al final, doctor Weber, se trata de eso. ¿Cree que el mundo puede prescindir de lo que hoy es un servicio indispensable durante un largo período de tiempo?

»Se pondrá a punto una tecnología alternativa. Un nuevo estándar mundial de telecomunicación móvil.

»Y los militares alemanes habrán tenido años para estudiar sistemas de interceptación que otros deberán empezar a desarrollar.

»El político verá en la posesión de nuevas tecnologías la posibilidad de garantizar una prosperidad económica ilimitada a su país, que gozará de un monopolio importantísimo durante mucho tiempo.

»Quizá en el grupo de discusión también se siente alguien que piense como usted, doctor Weber, pero contra el militar y el político, como comprenderá, no se puede ganar.

Hizo una pausa y miró el reloj. Entonces hizo la última pregunta.

– ¿Por qué ha venido a verme, doctor Weber? Sea sincero, por favor.

Andreas permaneció en silencio pensando la respuesta.

– Porque directa o indirectamente ha matado usted a mi mejor amigo, doctor Lee. Y todas las historias que me ha contado no justifican su muerte.

Lee lo miró a los ojos.

– Cuando supieron lo que Jan Tes estaba haciendo, Hamme y dos de sus colegas vinieron a mi despacho casi de inmediato. No me informaron de la decisión, pero no tuve ninguna duda sobre quiénes habían sido los responsables cuando me enteré de la tragedia.