Davies.-No debería usted decirme eso. Me contrató como conserje. Yo iba a echarle una mano y nada más a cambio de un pequeño…, un pequeño salario; nunca dije nada de que fuera decorador…, y empieza a llamarme cosas…
Mick.-¿Cómo te llamas?
Davies.-No, no empiece otra vez con eso…
Mick.-No. ¿Cuál es tu verdadero nombre?
Davies.-Mi verdadero nombre es Davies.
Mick.-¿Y te haces pasar por…?
Davies.-¡Jenkins!
Mick.-Tienes dos nombres. Y lo demás, ¿qué? ¿Eh? Vamos, confiesa: ¿por qué me has engañado diciéndome que eras un decorador de interiores?
Davies.-¡Yo no he dicho nada de eso! ¿Es que no oye lo que estoy diciendo? (Pausa.) Fue él quien se lo dijo. Ha debido de ser su hermano quien se lo ha dicho. ¡Como que es un lila! Le diría cualquier cosa por celos; está chalado, no da una. Él sería quien se lo dijo. (Mick avanza lentamente hacia él.)
Mick.-¿Qué le has llamado a mi hermano?
Davies.-¿Cuándo?
Mick.-¿Que es qué?
Davies.-Yo…, bueno; vamos a poner las cosas en claro…
Mick.-¿Chalado? ¿Quién está chalado? (Pausa.) ¿Has dicho que mi hermano es un chalado? Mi hermano. Eso ha sido…, eso ha sido un poquito impertinente por tu parte, ¿no crees?
Davies.-Pero ¡si él mismo lo dice!
Mick.-(Da una vuelta lentamente alrededor de Davies, mirándole. Repite lo mismo.) Qué hombre más extraño eres. ¿A que sí? Francamente, eres muy extraño. Desde que entraste en esta casa todo han sido trifulcas. En serio. Nada de lo que dices tiene el más insignificante valor. Cada palabra que pronuncias se presta a un sinfín de interpretaciones distintas. Casi todo lo que dices son mentiras. Eres violento, errático, eres completamente imprevisible. Bien mirado, no eres más que un animal salvaje. Eres un bárbaro. Y para colmo, apestas a mierda y a sobaco que no hay más que pedir. A ver si te das cuenta: llegas aquí y dices que eres un decorador de interiores, yo te admito inmediatamente ¿y qué pasa? Me espetas un discurso larguísimo diciéndome que tienes todas tus referencias en Sidcup, ¿y qué pasa? Yo no he visto que dieras un solo paso para ir a Sidcup a buscarlas. Todo esto es muy lamentable, pero, no hay vuelta de hoja, me veo obligado a despedirte. Voy a pagarte por el tiempo que has hecho de conserje. Toma, medio dólar. (Se busca por el bolsillo, saca media corona y la echa a los pies de Davies. Davies se queda inmóvil. Mick se acerca a la cocina de gas y toma la estatuilla de Buda.)
Davies.-(Lentamente.) Muy bien, pues…; écheme…, hágalo…, si es lo que usted quiere…
Mick.-¡Eso es lo que quiero! (Arroja contra la cocina de gas la estatuilla de Buda, la cual se hace añicos. Hablando para sí, lenta, cavilosamente.) Cualquiera diría que esta casa es lo único que me preocupa. Tengo otras muchas cosas que me preocupan. Muchas. Tengo otros muchos intereses. Tengo que levantar mi propio negocio, ¿no? Tengo que pensar en extenderlo… en todas las direcciones. Yo no me quedo quieto. Siempre me estoy moviendo. Me muevo… siempre. Tengo que pensar en el futuro. Esta casa no me preocupa. No me interesa. Es cosa de mi hermano. Que la arregle, que la pinte, que haga lo que le dé la gana. A mí me tiene sin cuidado. Creía que le hacía un favor dejándole vivir aquí. Él tiene sus propias ideas. Que las tenga. Yo me lavo las manos. (Pausa.)
Davies.-Y yo, ¿qué? (Silencio. Mick no le mira. Se oye un portazo. Silencio. No se mueven. Entra Aston. Cierra la puerta, entra en la habitación y se queda frente a frente con Mick. Se miran. Ambos sonríen levemente. Mick empieza a hablar, se para, va hacia la puerta y sale. Aston deja la puerta abierta, cruza por detrás de Davies, ve el Buda roto y mira los trozos por un momento. Entonces va hacia su cama, se quita el abrigo, se sienta, saca el destornillador y el enchufe y empieza a hurgar en él.) He vuelto para recoger mi pipa.
Aston.-¡Ah!, ¿sí?
Davies.-Me he ido y… a mitad camino me…, de pronto… me he dado cuenta…, ¿sabe?…, que me había olvidado la pipa. Por eso he vuelto… Por eso…, he pensado que podría entrar y cogerla.
Aston.-¿La ha encontrado?
Davies.-Sí, sí, ya la tengo. (Pausa.) ¿Ese no es el mismo enchufe que…? ¿Verdad?… ¿Ese que…?
Aston.-Sí. (Davies avanza hasta el centro de la habitación.)
Davies.-Todavía no ha hecho carrera con él, ¿eh?
Aston.-Hay algo que no marcha. Es lo que intento averiguar.
Davies.-Bueno, si… persevera, yo creo que se saldrá con la suya.
Aston.-Creo que ya sé poco más o menos lo que le pasa. (Davies se le acerca un poco más.)
Davies.-Yo no entiendo mucho de enchufes, ¿sabe?…; si no, podría darle una orientación. De todas formas, espero que llegue a solucionarlo. (Pausa.) Oiga… (Pausa.) Usted, en realidad, no quería decírmelo, ¿verdad?, eso de que apesto. (Pausa.) ¿Verdad? Usted ha sido un buen amigo para mí. Me acogió. Me acogió, no me preguntó nada, me dio una cama, ha sido un compañero para mí. Escuche. He estado pensando que, si he estado haciendo todos esos ruidos, ha sido por culpa de esa corriente de aire, ¿comprende?, la corriente me daba de lleno cuando dormía, me hacía hacer ruidos sin que yo lo supiera, o sea que he pensado, quiero decir que, si usted me diera su cama y usted durmiera en la mía, no hay mucha diferencia entre ellas, son de la misma clase, si yo tuviera la suya, usted duerme, usted duerme en cualquier cama, ¿no? O sea que usted toma la mía y yo la suya y estamos al cabo de la calle. Yo no estaría expuesto a la corriente de aire, ¿comprende? A usted, en cambio, no le molesta, usted necesita un poco de aire, lo comprendo, habiendo estado allí dentro todo aquel tiempo, con todos los doctores esos, con todo lo que le hicieron, todo cerrado, ya sé cómo son esos sitios, demasiado calor, ¿comprende?, siempre hace demasiado calor allí dentro; una vez pude echar un vistazo a un sitio de esos; por poco me asfixio; o sea que yo supongo que esto sería la mejor solución; cambiamos de camas y entonces podríamos poner manos a la obra y hacer lo que teníamos pensado. Yo le vigilaría la casa, se la limpiaría; lo haría por usted; para el otro no…, no para… su hermano, ¿sabe?, para él no, para usted…; estaría a su servicio; no tiene más que decir una palabra, una sola palabra… (Pausa.) ¿Qué le parece lo que le estoy diciendo? (Pausa.)
Aston.-No; me gusta dormir en esa cama.
Davies.-Pero ¡usted no comprende lo que quiero decir!
Aston.-Además, la otra es la cama de mi hermano.
Davies.-¿Su hermano?
Aston.-Siempre que se queda aquí. Esta es mi cama. Es la única donde puedo dormir.
Davies.-Pero ¡su hermano se ha ido! ¡Se ha ido! (Pausa.)
Aston.-No. No puedo cambiar de cama.
Davies.-Pero ¡usted no comprende lo que quiero decir!
Aston.-(Levantándose y yendo hacia la ventana.) Además, voy a estar muy ocupado. Tengo que construir ese cobertizo. Si no lo hago ahora no podré hacerlo nunca. Hasta que no esté construido, no puedo hacer nada.
Davies.-Le echaré una mano, le ayudaré a construir su cobertizo. ¡Eso es lo que haré! (Pausa.) ¿Es que no comprende a lo que voy? ¡Le echaré una mano! ¡Construiremos ese cobertizo los dos! ¿Comprende? ¿Comprende lo que le estoy diciendo? (Pausa.)
Aston.-No, puedo hacerlo yo solo.
Davies.-Pero escuche. Yo estoy con usted, estaré aquí, le ayudaré, lo haremos juntos, y cuidaré de la casa, y se la vigilaré, todo; y, al mismo tiempo, seré su conserje. (Pausa.)