Aston.-¿Qué hacen sus papeles en Sidcup?
Davies.-Un compadre los tiene. Se los dejé a él. ¿No se da cuenta? ¡Prueban quién soy yo! No puedo dar un paso sin ellos. Le dicen quién soy yo. ¿Se da cuenta? Estoy pegado sin ellos.
Aston.-¿Por qué?
Davies.-Pues verá usted, verá usted: ¡cambio de nombre! Hace años. ¡He estado andando por ahí con un nombre supuesto! Este no es mi nombre verdadero.
Aston.-¿Cuál es su nombre supuesto?
Davies.-Jenkins. Bernard Jenkins. Ese es mi nombre. Es el nombre por el que se me conoce, al menos. Pero no me sirve de nada seguir utilizando ese nombre. No tengo derechos. Aquí tengo una cédula de seguros. (Se la saca del bolsillo.) Con el nombre de Jenkins. ¿Ve usted? Bernard Jenkins. Mire. Hay cuatro sellos. Cuatro. Pero con esto no puedo hacer nada. No es mi nombre verdadero, se darían cuenta, me echarían mano. Cuatro sellos. No he pagado peniques, no; he pagado libras. Libras he pagado, no peniques. Ha habido más sellos, muchos, pero no los han pegado, los granujas; nunca he tenido tiempo de arreglar este asunto.
Aston.-Debían haberle puesto los sellos.
Davies.-No habría servido de nada. ¿Para qué? Si este no es mi nombre verdadero. Si les llevo la cédula me echan mano.
Aston.-Entonces, ¿cuál es su nombre verdadero?
Davies.-Davies. Mac Davies. Eso era antes que cambiara mi nombre. (Pausa.)
Aston.-Parece como si quisiera usted arreglar todo esto.
Davies.-¡Si al menos pudiera ir a Sidcup! He estado esperando que aclarara el tiempo. Tiene todos mis papeles ese compadre a quien se los dejé, todos los tiene allí. Podría probarlo todo.
Aston.-¿Cuánto tiempo los ha tenido?
Davies.-¿Qué?
Aston.-¿Cuánto tiempo los ha tenido?
Davies.-¡Oh!, pues debe de hacer…, era antes de la guerra…, debe de hacer… pues cerca de quince años. (Pausa.)
Aston.-¿Los tendrá todavía?
Davies.-Ha de tenerlos.
Aston.-Puede haberse mudado.
Davies.-Conozco la casa donde vive, puede usted creerme. Una vez en Sidcup, podría ir allí con los ojos vendados. Aunque no recuerdo el número. Tengo buena memoria para… Tengo buena memoria… (Pausa.)
Aston.-Debería hacer todo lo posible para ir allí.
Davies.-¿Cómo quiere que vaya con estos zapatos? Es el tiempo, ¿sabe usted? Si al menos aclarase el tiempo.
Aston.-Estaré al tanto del boletín meteorológico.
Davies.-Una vez en la calle, llegaré en un santiamén. (Se da cuenta de pronto de la presencia del balde colgado del techo y mira hacia allí rápidamente.)
Aston.-Cuando usted quiera… puede acostarse. Va y se acuesta. No se preocupe por mí.
Davies.-(Quitándose el gabán.) ¿Eh? Bueno, sí, yo creo que voy a acostarme. Estoy un poco…, un poco trabajado. (Se quita los pantalones y los mantiene en la mano.) ¿Los pongo ahí?
Aston.-Sí. (Davies cuelga gabán y pantalones en la percha.)
Davies.-Veo que ahí arriba tiene un balde.
Aston.-Goteras. (Davies mira el balde.)
Davies.-Bueno, pues voy a probar su cama. ¿No se acuesta usted?
Aston.-Estoy reparando este enchufe.
Davies.-¿Qué le pasa?
Aston.-No funciona. (Pausa.)
Davies.-Está llegando hasta la raíz del mal, ¿eh?
Aston.-Barrunto que sí.
Davies.-Tiene suerte. (Se dirige hacia su cama y se detiene junto a la cocina de gas.) ¿No puede usted…, no puede usted sacar esto de aquí?
Aston.-Un poco pesado.
Davies.-Sí. (Davies se mete en la cama. Prueba la resistencia y longitud de la misma.) No está mal, no está mal. Una buena cama. Creo que voy a dormir aquí…
Aston.-Tendré que ponerle una pantalla a esa bombilla. La luz es un poco deslumbrante.
Davies.-No se preocupe por eso, señor, no se preocupe por eso. (Se da la vuelta y se echa encima el cobertor. Aston se sienta y sigue hurgando en el enchufe. Las luces se apagan. Oscuridad. Se ilumina la escena. Estamos en la mañana siguiente. Aston se abrocha los pantalones, en pie, cerca de su cama. Alisa la cama. Se vuelve, va al centro de la habitación y mira a Davies. Regresa al sitio de antes, se pone la chaqueta, da la vuelta de nuevo, va hacia Davies y le mira. Tose. Davies se incorpora bruscamente.) ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
Aston.-Nada.
Davies.-¿Qué pasa?
Aston.-Nada. (Davies mira a su alrededor.)
Davies.-¡Ah!, sí. (Aston va hacia su cama, toma el enchufe y lo sacude.)
Aston.-¿Ha dormido bien?
Davies.-Sí. Estaba como muerto. Debía de estar como muerto. (Aston va hacia el sector anterior derecha, toma la tostadora y la examina.)
Aston.-Usted…, ¿eh?…
Davies.-¿Eh?
Aston.-¿Ha estado usted soñando o algo así?
Davies.-¿Soñando?
Aston.-Sí.
Davies.-Yo no sueño. En mi vida he soñado.
Aston.-No, yo tampoco.
Davies.-Yo no. (Pausa.) Entonces, ¿por qué me lo pregunta?
Aston.-Hacía ruidos.
Davies.-¿Quién?
Aston.-Usted. (Davies salta de la cama. Lleva calzoncillos largos.)
Davies.-Espere, espere, vamos a ver. ¿Qué quiere usted decir? ¿Qué clase de ruidos?
Aston.-Gruñidos. Farfullaba algo.
Davies.-¿Que yo…? ¿Yo?
Aston.-Sí.
Davies.-¡Yo qué voy a farfullar, hombre! Nadie me ha dicho nunca nada de eso. (Pausa.) ¿Por qué había de farfullar?
Aston.-No sé.
Davies.-Quiero decir, ¿a qué viene eso? (Pausa.) Nadie me ha dicho nunca nada de eso. (Pausa.) Me toma usted por otro, amigo.
Aston.-(Yendo hacia la cama con la tostadora.) No. Me ha despertado. He creído que estaba usted soñando.
Davies.-Pues no soñaba. No he tenido ni un solo sueño en mi vida. (Pausa.)
Aston.-Quizá fuera la cama.
Davies.-Esta cama no tiene nada de malo.
Aston.-La falta de costumbre, a lo mejor.
Davies.-Estoy acostumbrado a toda clase de camas. Duermo en camas. Yo no hago ruidos por el solo hecho de dormir en una cama. He dormido en muchas camas. (Pausa.) A lo mejor han sido los negros.
Aston.-¿Qué?
Davies.-Quienes han hecho el ruido.
Aston.-¿Qué negros?
Davies.-Los que tiene usted ahí al lado. Quizá han sido los negros los que han hecho el ruido, subiéndose por las paredes.
Aston.-¡Hummmm!
Davies.-Esa es mi opinión. (Aston deja el enchufe y va hacia la puerta.) ¿Adonde va usted? ¿Sale?
Aston.-Sí.
Davies.-(Cogiendo las sandalias.) Entonces espere un minuto, solo un minuto.
Aston.-¿Qué piensa usted hacer?
Davies.-(Poniéndose las sandalias.) Será mejor que vaya con usted.
Aston.-¿Por qué?
Davies.-Quiero decir que será mejor que salga con usted.
Aston.-¿Por qué?
Davies.-Bueno…, ¿es que no quiere que salga?
Aston.-¿Para qué?
Davies.-Quiero decir…, si usted sale. ¿No quiere usted que me vaya… si usted sale?
Aston.-No tiene usted por qué salir.
Davies.-¿Quiere usted decir que…, que puedo quedarme aquí?
Aston.-Haga lo que quiera. No tiene por qué salir sólo porque yo lo hago.
Davies.-¿No le importa que me quede aquí?
Aston.-Tengo un par de llaves. (Va hacia una caja que está cerca de su cama y las busca.) La de esta puerta y la de la calle. (Se las entrega a Davies.)
Davies.-Gracias, muchas gracias; que tenga suerte. (Pausa. Aston se queda en pie.)