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Davies.-¡No! (Pausa.)

Mick.-¿Cómo te llamas?

Davies.-(Cambiando de posición, casi levantándose.) ¡Bueno, oiga!

Mick.-¿Qué?

Davies.-¡Jenkins!

Mick.-Jen… kins. (Davies hace un rápido movimiento para levantarse. Un violento empujón de Mick le hace caer de nuevo. A voz en grito.) ¿Has dormido aquí esta noche?

Davies.-Sí…

Mick.-(Continuando a gran velocidad.) ¿Cómo has dormido?

Davies.-He dormido…

Mick.-¿Bien?

Davies.-¡Bueno, oiga…!

Mick.-¿En qué cama?

Davies.-Esa…

Mick.-¿No en la otra?

Davies.-¡No!

Mick.-Caprichoso. (Pausa. Quedamente.) Caprichoso. (Pausa. Amable de nuevo.) ¿Qué tal has dormido en esa cama?

Davies.-(Golpeando el suelo.) ¡Bien!

Mick.-¿No has estado incómodo?

Davies.-(Gruñendo.) ¡Bien! (Mick se pone en pie y se le acerca.)

Mick.-¿Eres extranjero?

Davies.-No.

Mick.-¿Nacido y criado en las Islas Británicas?

Davies.-¡Sí!

Mick.-¿Qué te enseñaron? (Pausa.) ¿Te ha gustado mi cama? (Pausa.) Esa es mi cama. Hay que guardarse de las corrientes de aire.

Davies.-¿En la cama?

Mick.-No; y ahora, arriba ese culo. (Davies mira con cautela a Mick, que le da la espalda. Davies corre hacia la percha y coge sus pantalones. Mick se vuelve rápidamente y se apodera de ellos. Davies forcejea para recuperarlos. Mick extiende una mano amenazadora.) ¿Intentas quedarte aquí?

Davies.-Déme mis pantalones.

Mick.-¿Vas a quedarte aquí mucho tiempo?

Davies.-¡Déme mis puñeteros pantalones!

Mick.-¿Por qué? ¿Adonde quieres ir?

Davies.-¡Déme y me voy, me voy a Sidcup! (Mick le azota la cara con los pantalones varias veces. Davies se echa atrás. Pausa.)

Mick.-¿Sabes? Me recuerdas a un fulano que me encontré un día al otro lado del viaducto de Guilford…

Davies.-¡Me han traído aquí! (Pausa.)

Mick.-¿Decías?

Davies.-¡Me han traído aquí! ¡Me han traído aquí!

Mick.-¿Que te han traído aquí? ¿Quién?

Davies.-Un hombre que vive aquí…, el… (Pausa.)

Mick.-Embustero.

Davies.-Me trajo aquí anoche…; lo encontré en un café…; yo trabajaba…, me despidieron…; yo trabajaba allí…; si no es por él, no lo cuento…; me trajo aquí, me trajo aquí directamente. (Pausa.)

Mick.-No sé por qué me parece que eres un embustero nato, ¿a que sí? Estás hablando con el dueño. Este es mi cuarto. Estás en mi casa.

Davies.-Que no, que es del otro…; él lo sabe que yo…, él…

Mick.-(Señalando la cama de Davies.) Esa es mi cama.

Davies.-Y la otra, ¿qué?

Mick.-Esta es la cama de mi madre.

Davies.-¡Pues anoche no estaba aquí!

Mick.-(Aproximándosele.) Mira, no seas bellaco, ¿eh? No me seas bellaco. No te metas con mi madre.

Davies.-Yo no…, yo no he…

Mick.-No te pases de la raya, amigo, ni empieces a tomarte libertades con mi vieja; a ver si tenemos más respeto.

Davies.-Ya tengo respeto…, no encontrará a nadie que tenga más respeto que yo.

Mick.-Pues a ver si dejas de decir embustes.

Davies.-Bueno, oiga, que yo a usted no le he visto en mi vida.

Mick.-Supongo que tampoco has visto nunca a mi madre, ¿no? (Pausa.) Me parece que estoy llegando a la conclusión de que eres un viejo bribón, un granuja. Eso es lo que tú eres, y nada más.

Davies.-Oiga, oiga…

Mick.-Escucha, hijo. Escucha, nene. Apestas.

Davies.-No tiene usted derecho a…

Mick.-Lo estás apestando todo. Eres un viejo ladrón, no hay quien me saque de ahí. Un viejo pícaro. Eres muy poca cosa para estar en un lugar tan decente como este. Eres un viejo bárbaro. Te lo digo en serio, no tienes nada que hacer en un piso sin muebles. De esto, si me diera la gana, podría sacar siete de los grandes por semana. Mañana mismo tendría un inquilino. Trescientas cincuenta libras al año, sin gastos. No hay problema. Quiero decir, que si crees que esa cantidad está al alcance de tu bolsillo, dilo, no tengas miedo. Aquí tienes. Muebles y todo lo demás. Acepto cuatrocientas o la oferta que más se aproxime a esa cantidad. Valor imponible noventa libras al año. Agua, calefacción y luz vendrá a costarte alrededor de las cincuenta. Total, ochocientas noventa, si tanto te gusta. Si te lo quedas diré a mi agente que te extienda un contrato. En caso contrario, puedo llevarte en cinco minutos al cuartelillo más cercano con mi camioneta, que está ahí fuera, y ponerte en chirona por allanamiento de morada, por saqueo premeditado, por robo a plena luz del día, por mangante, por ladrón y por apestar la casa, ¿eh? ¿Qué me dices? A no ser que lo quieras comprar. Diría a mi hermano que lo pintara todo, claro. Tengo un hermano que es decorador de primera categoría. Él te lo pintará todo. Y si quieres tener más espacio, hay otras cuatro habitaciones en este mismo rellano que también están en venta. Cuarto de baño, cuarto de estar, dormitorio y cuarto para los niños. Este lo puedes utilizar como gabinete de trabajo. Este hermano de que te he hablado está a punto de empezar a decorar las otras habitaciones. Sí, empezará de un día a otro. O sea que ¿qué piensas hacer? Unas ochocientas por esta habitación o tres mil por todo el piso. Por otra parte, si prefieres hacerlo a base de préstamo hipotecario, conozco una compañía de seguros en West Ham que estará encantada de prestarte el dinero. No hay trampa ni cartón, finanzas saneadas, curva ascendente, historial impecable; veinte por ciento de interés, cincuenta por ciento de depósito; amortización, reintegros, subsidio familiar, sistema de primas, remisión de plazo por buen comportamiento, seis meses de arriendo, examen anual de los archivos, se sirve té a los clientes, venta de acciones, participación en los beneficios, compensación al cesar los pagos, amplia indemnización contra desórdenes públicos, conmociones políticas, disturbios sociales, rayos, truenos y tempestades, contra robos y saqueos, todo sujeto a revisión y unificación diarias. Claro, necesitaremos una declaración firmada por tu médico particular que nos asegure que tu estado de salud es lo suficiente satisfactorio para llevar a cabo estos planes, ¿comprendes? ¿Cuál es tu Banco? (Pausa.) ¿Cuál es tu Banco? (Se abre la puerta y entra Aston. Mick se vuelve y deja caer los pantalones. Davies los recoge y se los pone. Aston, después de echar una mirada a Mick y Davies, va hacia su cama y deposita en ella una bolsa que lleva en la mano, se sienta y empieza de nuevo a arreglar la tostadora. Davies se

retira a su rincón. Mick se sienta en la silla. Silencio. Cae una gota en el balde. Los tres levantan la vista. Silencio.) Todavía tienes esa gotera.

Aston.-Sí. (Pausa.) Viene del tejado.

Mick.-Del tejado, ¿eh?

Aston.-Sí. (Pausa.) Voy a tener que embrearlas.

Mick.-¿Vas a embrearlas?

Aston.-Sí.

Mick.-¿El qué?

Aston.-Las grietas. (Pausa.)

Mick.-¿Vas a embrear las grietas del tejado?

Aston.-Sí. (Pausa.)

Mick.-¿Crees que servirá de algo?

Aston.-Servirá, por el momento.

Mick.-¡Hummmm! (Pausa.)

Davies. -(Bruscamente.) ¿Qué hace usted…? (Los otros dos lo miran.) ¿Qué hace usted… cuando ese balde está lleno? (Pausa.)