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Él era muy sexy, el simple acto le quitaba el aliento. Sólo bebiendo agua. Y como había manejado el tema de hacer que ella confiara en el! Creyó todo lo que había dicho por instinto, un conocimiento que la llevó a saber que decía la verdad. O quizás ella solamente lo quería, ardía por él, y nada mas importaba.

Brandt miró hacia ella por encima de la cubitera, sus ojos de oro brillaban. Una lenta y perversa sonrisa curvaba su boca, revelando sus dientes. Felino. Salvaje. Primitivo.

Maggie no tenía idea de la imagen que presentaba, completamente bien amada, completamente sensual. Las puntas de sus pechos tambaleándose finamente al moverse, las suaves curvas de sus nalgas estremeciéndose, clamando atención. Tenía un trasero bonito. Su cuerpo también resultaba conmovedor. Él sintió una tirantez familiar.

Sacando un cubito de hielo de la cubitera, lo sujetó en alto. -Creo que tengo una manera de enfriarte.

Los ojos se le abrieron completamente. Lo miró cautelosamente. -No me gusta esa Mirada perversa en tus ojos.

Él levantó su cabello y frotó el cubito de hielo por su nuca, y ella tiritó. Una vez que sus pezones se endurecieron. -¿Te sientes bien, cierto? -Le resiguió su columna en una lenta y deliberada caricia, perezosamente mirando el calor que desprendía su piel al contacto con el pequeño trozo de hielo, dejando una estela de agua. A continuación, él lamió su piel, recogiendo las perlas y saboreando el líquido.

Maggie dejó que su cabeza reposara en el colchón y cerró los ojos. Su cuerpo estaba completamente relajado, flexible bajo las manos de Brandt. Su corazón se hinchó al reconocer que ella le pertenecía, que era suya, en su hogar, en su casa. Quería despertarse y encontrarla allí. Podría tocar su cuerpo, hacerle el amor cuando y donde quisieran. Y él quería.

El siguiente trozo de hielo hizo perezosos trazados en la parte baja de su espalda. El agua se mezcló en los dos hoyuelos de sus riñones. Brandt sorbió como si fuera el más fino champán. Encontró un trozo grande para frotarlo a lo largo de sus nalgas, y las gotas heladas se escurrieron por el calor de su centro. Mezclándose con su crema y calmando cualquier dolor. Él curvó su cabeza para mordisquear gentilmente su cachete izquierdo. -¿Estas dolorida? -Él presionó besos en sus cachetes, su mano encontrando su húmeda entrada.

– Estoy durmiendo, -mintió ella, demasiado perezosa para moverse, pero se empujó contra su palma.

Él se retiró, decepcionándola pero entonces volvió, sus dedos tanteando profundamente. Maggie casi saltó de la cama cuando el trozo de hielo se encontró con el ardiente calor de su centro. -¡Demonio!¿Qué estas haciendo? -Podía sentir el agua fría calentándolo, fundiéndose, goteando desde las profundidades de su cuerpo. La sensación era intrigante.

Brandt cogió sus caderas y la alzó apoyando sus rodillas arrastrando su espalda contra el, su cuerpo dominando el de ella, tocándola por debajo, ciñéndola para reseguir el camino que el hielo había dejado en su caliente y apretada funda.

– No vas a poder, -Maggie objetó, restregando sus nalgas duramente contra él como si las llamas se extendieras a través de ella y el hambre se disparó rápida y duramente.

– ¿Sabías que un hombre leopardo fue observado apareándose con su mujer mas de cien veces en un período de dos días? Yo puedo vivir con ello ¿puedes tu?

En esos momentos, Maggie pensó que podría.

CAPÍTULO 7

Brandt abrió la puerta, ondeando la mano hacia Drake para permitirle entrar en la habitación.

– Es tarde -dijo sabiendo que había un problema. Drake nunca les habría interrumpido a no ser que fuera una emergencia. Había pasado únicamente una noche y un día con Maggie, tiempo insuficiente para que se sintiera seguro del compromiso de ella.

– Lo sé -Drake echó un vistazo a Maggie-. Lo siento mucho, Maggie, no habría venido si no necesitáramos a Brandt.

– ¿Cazadores furtivos? -adivinó Brandt.

– Hemos estado comprobando el área que te preocupa y estoy seguro que uno de los osos falta. Descubrimos otra trampa. -Drake caminó sobre el brillante piso-. Sé que es un mal momento Brandt, pero hay demasiada actividad. Pensamos que vendrán esta noche por los demás. Tenemos un par de crías que no podemos perder.

– Puede pasar en cualquier momento -expuso Drake, desviando su mirada lejos de Maggie-. Sabes que te necesitaremos esta noche si estamos en lo cierto. Son muchos, Brandt, y se están acercando a nuestra gente. Si nos descubren, si una persona se descuida y deja un rastro… son rastreadores expertos, casi tan buenos como nosotros -echó un inquieto vistazo a Maggie-. El olor de James está por todas partes en su campamento, pero no lo encontramos por ningún lado.

Brandt sacudió la cabeza, frunciendo sus labios perfectos mientras sus ojos dorados mostraban preocupación -No es seguro, Maggie.

– Tienes que ir -dijo Maggie con rapidez el sentir la vacilación de Brandt-. No te preocupes por mí, soy una mujer adulta y puedo manejar las cosas -lo dijo con plena confianza. Maggie había manejado los detalles de su vida mucho tiempo antes de que Brandt Talbot entrara en su vida.

– Maggie, estás muy cerca del cambio, lo presiento. Tengo que estar contigo cuando lo experimentes por primera vez -protestó Brandt, claramente dividido entre la necesidad de escoger entre su deber y su compañera. Pasó una mano por su pelo negro, la mirada fija en su cara serena.

Maggie emitió una risa segura de sí misma -Ve, estaré aquí mismo cuando regreses -resbaló sus brazos alrededor de su cuello y se apoyó en su pecho-. No tengo miedo Brandt. Esto es importante, y lo que tú haces es importante.

Brandt vaciló, la acercó y su boca encontró la suya en un beso duro, apologético -Tú eres mi todo, Maggie -le susurró con ferocidad-. Recuerda eso. Mi todo. Para ti todo ha pasado muy rápido y aún estas insegura, pero yo he sabido toda mi vida que eres mi otra mitad. Sostienes mi corazón y mi alma. No me dejes. Confío en ti para no destruirme.

Maggie dejó una serie de besos suaves a lo largo de su mandíbula sombreada -Debes tener un poco más de fe en mí. Vete ahora. -Se sentía brillar por las palabras que acababa de decirle. En secreto, había temido enamorarse de su belleza oscura y de la sumamente cargada química que experimentaban, de su corazón de poeta y de sus ojos de cazador. Temía que, después del ardiente sexo culminado con tal fuego, él simplemente se alejaría como los leopardos machos a los que tanto se parecían.

Brandt la besó otra vez. Con fuerza. Posesivamente. A fondo. Sus ojos quemándola -Debes estar aquí a mi regreso. No dejes la casa y vayas a explorar, o a tratar de salvar a alguna criatura que oigas gritar. Maggie, los cazadores furtivos son peligrosos. No te quiero en ninguna parte cerca de ellos. Y mientras no estoy, no abras la puerta a nadie, incluso si sabes que es uno de nosotros.

Caminó con él hacia la puerta, las manos unidas -No tengo ninguna intención de dejar que algo me pase Brandt.

Él giró para seguir a Drake en la noche, vaciló, juró suavemente, y enmarcó su cara con ambas manos -Maggie, quédate aquí. No puedo explicarte lo que buscarte por todo el mundo ha sido para mí, sintiéndome solo. Preocupado por ti, sabiéndote sola, sin los conocimientos de nuestra gente para protegerte. No me abandones.

Unos brillantes ojos verdes buscaron los dorados -¿Qué ocurre? Dímelo.

Él sacudió su cabeza -Tengo una sensación, una premonición si quieres llamarlo así.

Se estiró para dejar un único y cálido beso en su frente -Entonces debes ser sumamente cuidadoso, Brandt. Me quedaré sentada y segura en casa mientras tú estás persiguiendo cazadores furtivos. Tal vez debería ser yo quien estuviera preocupada por ti.