– Maggie. -Él deslizó descaradamente una mezcla de tentación y calor en su voz-. El bosque te llama, eso es todo. Nada más. No has hecho nada malo. No me has ofendido. No quiero que tengas miedo de mí. ¿Lo tienes? ¿Te he asustado de algún modo?
Ella estaba más asustada de ella misma, de lo que lo estaba de él. Sacudió su cabeza, impedida de hablar, casi aplastada por el masculino aroma.
– ¿Quieres saber sobre tus padres, no es así, y sobre todo el trabajo que ellos hicieron por las especies en vías de extinción? Ellos son considerados legendarios a su manera, por todo el progreso que lograron.
Brandt sintió como la tensión comenzó a disolverse de su cuerpo lentamente.
– Déjame contarte sobre tus padres, porque, créeme, ellos fueron personas extraordinarias. ¿Sabías que ellos protegieron a los animales de este lugar? Sin ellos, los cazadores furtivos habrían tenido éxito en exterminar al oso del sol, y éste es sólo uno de sus triunfos. Trabajaron toda su vida para proteger a animales raros en peligro de extinción. Tu madre se parecía mucho a ti, tenía una sonrisa que podía iluminar una habitación. Tu padre era un hombre fuerte, un líder. Vivió aquí, en esta casa, y continuó el trabajo de su padre para proteger el bosque tropical. Cada año se ha hecho más difícil. Los cazadores furtivos son más atrevidos y tienen una enorme capacidad armamentística.
Cuando sintió cómo la tensión abandonaba el cuerpo femenino, Brandt despacio la liberó, alejándose del peligro que la proximidad de su cuerpo representaba. Su pecho subía y bajaba con cada aliento que ella realizaba, atrayendo su mirada sobre los firmes, tentadores montículos que tanto quería tocar. Se había deleitado fijando la mirada en su cuerpo, sabía que las hinchadas curvas eran cremosas y suaves como el satén. Su calor encendió su sangre, y el olor de ella despertó en él una dolorosa necesidad, sus vaqueros se estiraron sobre su tenso cuerpo, rebelándose contra las órdenes de su cerebro.
La mano de Maggie tembló cuando se agarró al mostrador para apoyar sus temblorosas piernas. Quería oír todo lo que sabía sobre sus padres.
– ¿Quieres decir que si no fuera por mis padres los cazadores furtivos habrían logrado exterminar al oso de sol?
Ella hizo todo lo posible para parecer normal. Sabía que él debía pensar que era una psicótica, un momento tratando de seducirlo y al siguiente huyendo de él.
– El oso del sol, como muchos otros animales, está en enorme peligro por la deforestación, las plantaciones, y los cazadores furtivos que aumentan día a día, y así ha sido por muchos años. Tus padres reconocieron la urgencia de la situación.
– ¿Por qué están los cazadores furtivos tras el oso del sol? -Ella estaba de verdad interesada. Maggie había trabajado mucho para aprender sobre la fauna en peligro, atraída a la causa desde la primera vez que había visto a un felino.
– Por varios motivos. Es el más pequeño de todos los osos y lo promocionan como un animal doméstico. Lo máximo que pesan es aproximadamente cincuenta kilos, muy poco para un oso. Y es un oso hermoso con una marca amarilla o blanca en forma de media luna en el pecho. Realmente es el único oso que vive en nuestro bosque tropical, y no queremos perderlo.
– ¿Mis padres eran guardabosques? ¿Es eso lo que tú haces? -De alguna manera la idea de Brandt como un guardabosque era aún más atractiva. Seguía viéndolo como un cazador, aunque en verdad él era un protector de las criaturas del bosque y un poeta de corazón.
Él sacudió la cabeza. -Todos en el pueblo hemos dedicado nuestras vidas a la preservación del bosque y los árboles, plantas y animales que moran en el. Tus padres luchaban por preservar dos especies en particular, y finalmente eso los mató.
Su corazón latió en el silencio -¿Qué los mató?
– Cazadores furtivos, por supuesto. Tus padres eran muy eficientes en su tarea. Las partes del oso del sol valen una fortuna-. Brandt se sentó a la mesa y recogió su taza de té, queriendo que se sintiera a gusto.
– ¿Partes? -Sus cejas se alzaron. Ella frunció la frente, frotando sus brazos. Se erizaba otra vez. Aquel sentimiento extraño, incómodo de algo moviéndose bajo su piel regresó-. ¿Los cazadores furtivos venden partes de oso? ¿Es eso lo que me dices?
– Lamentablemente, sí. La vesícula biliar es sobre todo popular para la medicina. Y en algunos sitios la conversión del hábitat forestal a plantaciones de la palma de aceite han puesto un precio aún más grande a sus cabezas. Como los osos no obtienen sus alimentos naturales, se alimentan del corazón de la palma del aceite y destruyen los árboles. Naturalmente los dueños de plantación pagan mucho dinero por cazar osos y destruirlos. -Brandt la miró estrechamente, siguiendo el movimiento de sus manos cuando sus palmas frotaban de acá para allá a lo largo de sus brazos.
– Eso es espantoso.
– Los leopardos desaparecen también, -su voz era feroz ahora-. No podemos permitir que los leopardos se extingan. Ya que los números disminuyen a una velocidad alarmante. Una vez que estas especies desaparezcan, no podremos recuperarlas. Debemos, por nosotros y por nuestros hijos conservar a estos animales.
Maggie asintió con la cabeza. -He realizado investigaciones en el área y sé la necesidad de conservar su hábitat Brandt, pero si eso es lo que mato a mis padres hace años, yo pienso que el peligro es aún mayor ahora.
– El peligro no importa. Lo aceptamos como parte de nuestras vidas. Somos los encargados del bosque. Es nuestro deber y siempre será nuestro privilegio. Tus padres lo entendieron y sus padres antes de ellos. -Sus ojos de oro se movieron sobre ella, con una mirada concentrada-. Hay sólo algunos de nosotros, Maggie, trabajando en lo que tus padres creían con tanta fuerza. Es tu herencia, -notando su angustia, él se levantó despacio para no asustarla.
– ¿Qué anda mal?, mi piel se eriza -ella mordía su labio inferior-. ¿Piensas que podría haber cogido algún parásito? Es extraño, se siente como si algo se moviera dentro de mí, corriendo bajo mi piel.
Ella observaba su cara estrechamente y vio la mirada breve y astuta en sus ojos. Él lo sabía. La miraba inocentemente, pero él sabía mucho más de lo que dejaba entrever. Ella alzó su barbilla desafiándolo.
– ¿Tú sabes que es, no es así, Brandt? Tú sabes qué es lo que me pasa. -Ella se movió alrededor del mostrador, poniéndolo entre ellos para sentirse segura.
– ¿Me temes, Maggie? -le preguntó silenciosamente.
Su tono la congeló hasta los huesos. Era la segunda vez que se lo preguntaba. El silencio de la casa se interponía entre ellos. Fuera de las paredes, el bosque latía con vida.
– ¿Debería?
– No, -negó rápidamente, su mirada quemándola intensamente, chamuscándola. Marcándola-. Nunca tengas miedo de mí. Sólo quiero protegerte. Sobre todos los demás, por encima del bosque y los animales. Nunca me temas, Maggie
– ¿Por qué? ¿Por qué me protegerías, Brandt?
Su misma intensidad la asustó. No importa con cuanta fuerza él tratara de parecer civilizado, ella podía ver al cazador en él. Ella vio al depredador. Podía camuflar su naturaleza salvaje durante breves períodos del tiempo, pero no de ella, no cuando estaban solos. Se sintió nerviosa e irritada. ¿Por qué lo sabía? ¿Por qué podía entenderlo? La tierra pareció moverse bajo sus pies.
CAPÍTULO 4
El silencio se extendió entre ellos hasta que Maggie quiso gritar. Podía sentir la confusión que sentía profundamente dentro de ella, casi como si algo salvaje luchara por tomar el control. Era consciente de tantas cosas. El espacioso cuarto, el total aislamiento. El hecho de que pocas personas supieran donde estaba ella. Maggie estaba sola en la selva con un hombre cuyo poder la abrumaba.