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– Antes que nada, ¿cómo se usa este cerrojo?

– Ya. Supongo que sería buena cosa saber usarlo -dijo Jodie riendo-. Mira, es así.

– Muy bien, gracias. Pero tengo otro problema -continuó Annie algo avergonzada-. No tengo ropa que ponerme. Sólo esto.

– ¿En serio? -dijo Jodie sin ocultar su asombro.

– Sí. Si pudieras prestarme alguna cosa…

Jodie abrió la boca para hablar y la cerró de nuevo. Se quedó pensando.

– Muy bien, no hay problema.

– ¡Eh! ¡Jodie! -llamó una voz masculina desde el pasillo.

– Es David -explicó Jodie con preocupación.

– El hermano pequeño.

– Eso es.

Annie sonrió. Estaba avergonzada de la situación, pero sintió una especial simpatía por la hermana de Matt. Era obvio que estaba intentando con todas sus fuerzas que nadie la viera allí.

– Será mejor que le contestes -sugirió Annie.

Jodie asintió decidida.

– Supongo que sí. Ahora vuelvo.

Annie escuchó desde dentro mientras Jodie explicaba a su hermano lo que ocurría.

– ¿La ha traído Matt? -preguntó David-. Hace tanto que no sale con nadie que pensé que se le habría olvidado cómo funcionan las relaciones. Tengo que verla.

– ¡Calla! No vas a ver nada. Dile a Rita que venga.

– ¿Rita?

– Sí. Venga, rápido.

Jodie entró de nuevo al baño, más sonriente que antes.

– Perdona -se disculpó-. En cuanto a la ropa…

– Sí, muchas gracias. Te lo agradecería muchísimo. Necesito una camisa y… -se paró para mirarse la barriga-. Y unos pantalones elásticos o algo así. Algo que pueda llevar al trabajo.

– Claro. ¿Dónde trabajas?

Annie rió. Sería mejor resignarse ante lo evidente. Sabía que todo lo que dijera no haría más que presentar la situación como una locura más y más extravagante a oídos de terceros.

– No te lo vas a creer, pero se supone que empiezo hoy a trabajar para Industrias Allman como ayudante personal de Matt.

– ¿En serio? -dijo Jodie riendo también.

Annie se dio cuenta de que estaban conectando. Tenía la intuición de que llegarían a ser amigas. A no ser que algo hiciera que Jodie cambiara de opinión sobre lo que pensaba de ella.

– ¿Jodie? -dijo alguien más desde el otro lado de la puerta.

– Ésa es Rita -explicó Jodie-. ¿Te importa si…? -preguntó mientras señalaba la puerta.

– Estás en tu casa -contestó Annie con ironía. Jodie sonrió y abrió la puerta para que pasara su hermana.

– Rita, ésta es Annie. Matt la ha traído a casa.

Las dos hermanas se miraron en silencio.

– Sí, ya me lo ha dicho David.

Rita y Annie se saludaron. Rita era más parecida a Matt. Era rubia, mayor que Jodie y no tan guapa y atractiva como ella. Llevaba el pelo recogido en una rápida y práctica coleta. Parecía una persona muy equilibrada y competente. Pero no estaba muy contenta con la situación.

– Así que eres amiga de Matt.

Annie se dio cuenta de que sería más complicado ser amiga de ella. Hizo que se sintiera como una intrusa. Como una niña a la que habían pillado con la mano metida en el bote de las galletas e intentaba encontrar una excusa para su comportamiento.

– Más o menos. La verdad es que hasta ayer no nos conocíamos mucho. Pero él ha sido muy amable y…

No quiso seguir hablando. Estaba muy alterada y no quería que los nervios le hicieran decir alguna estupidez.

– ¡Ah! -exclamaron ambas hermanas al unísono mientras bajaban la mirada hacia su tripa.

Annie suspiró. Estaba claro que las dos se preguntaban si estaba embarazada de Matt. Tendría que ir al grano y aclarar las cosas.

– Escuchad, creo que estáis haciéndoos una idea equivocada de esto.

– No, no nos hemos hecho ninguna idea -aclaró Jodie rápidamente.

– Yo no he tenido ninguna idea nueva desde el miércoles. Y no creo que tenga ninguna más a estas horas de la mañana -dijo Rita con sarcasmo.

Annie agradeció sus intentos, pero tenía que explicar la situación.

– Lo que quiero decir es que Matt y yo…

– ¿Qué? -preguntaron las dos impacientes.

– No estamos… -dijo Annie intentando encontrar la palabra apropiada-. Juntos.

Ambas hermanas se sorprendieron. Rita no parecía muy convencida y Jodie parecía algo decepcionada, como si hubiera estado albergando la esperanza de que hubiera algo entre ellos. Annie no entendía por qué Jodie podría querer que su hermano estuviese interesado en una mujer embarazada a la que había recogido del suelo de un restaurante. Claro, que ellas no conocían aún ese detalle.

– ¡Hola!

Las tres se sobresaltaron al oír la voz de Matt.

– ¿Qué pasa ahí? -preguntó con voz autoritaria. Iba a ser más difícil deshacerse de él que de David. Se miraron y Jodie tomó la iniciativa.

– En fin, ¡qué le vamos a hacer! -dijo con resignación-. Pasa, Matt. Hemos montado una fiesta aquí.

– ¿Está Annie ahí?

– Sí, aquí estoy -dijo ella conteniendo la risa-. Entra. Cuantos más, mejor.

Parecía una decisión intrascendente, pero al verlo entrar se sintió insegura y vulnerable. Se sentía desnuda. Algo que no le había molestado mucho la noche anterior, pero sí en ese momento. Se tapó mejor con la bata, a pesar de que sabía que las otras dos mujeres se percatarían del gesto. Matt entró mirándolas a todas con el ceño fruncido. El baño, que parecía tan espacioso, se estaba quedando pequeño con tanta visita inesperada.

– ¿Por qué me miráis así? -preguntó a sus hermanas.

– Por nada -se defendió Rita.

– Nada, nada -repitió Jodie con aire inocente. Matt puso cara de incredulidad, pero decidió no insistir.

– Supongo que ya habéis conocido a Annie…

– Supongo que sí -contestó Jodie sonriendo a Annie-. La verdad es que estamos tomando mucha confianza en poco tiempo. Incluso estoy pensando en dejarle mi ropa.

– ¿Tu ropa? -preguntó Rita sorprendida.

– Sí. Al parecer Matt la trajo a aquí en camisón.

– ¿Qué? -exclamó Rita horrorizada.

A Annie le habría gustado explicar el porqué, pero nadie la escuchaba. Jodie tenía una sonrisa malévola en la cara y Rita le pedía explicaciones a Matt.

– Luego te lo cuento -le dijo él-. Pero ahora, ¿os importaría dejarnos solos un momento? Estoy seguro de que tenéis otras cosas que hacer en otro sitio. Por ejemplo, en la cocina.

– ¡Es un machista! -le dijo Jodie mirando enfadada a Annie-. ¡Acuérdate de lo que te digo, querida!

– Matt, no creo que eso sea muy adecuado. Creo que… -estaba explicando Rita.

– Ya sé lo que piensas, pero no es así -le dijo él.

Era increíble ver a Matt en acción. Estaba muy seguro de sí mismo y de que sus hermanas le iban a obedecer. Annie se preguntó cómo habría conseguido domarlas así.

– Vamos, hermanita. Estoy segura de que Matt sabe lo que hace -le dijo Jodie a Rita mientras la tomaba de la mano-. Volveré dentro de un rato con la ropa -le anunció a Annie.

– Gracias.

Miró a Matt. Si no fuese tan atractivo, las cosas serían mucho más fáciles para ella. Mirarlo casi la dejaba sin aliento. Su oscuro pelo estaba despeinado y su camisa blanca, medio desabotonada, dejaba entrever su musculoso y bronceado pecho. Verlo así le hizo pensar en sábanas, camas deshechas y el potente beso de la noche anterior. Antes de que pudiera controlarlo, su pulso se aceleró.

De nada iba a servirle intentar negar la evidencia. Matt era un peligro para su tranquilidad. Era demasiado temprano para enfrentarse a esa situación; la había pillado con las defensas bajas. Tragó saliva y se dispuso a dar la cara.

– Hemos escandalizado a tus hermanas -señaló. Matt se encogió de hombros y la miró con cautela.

– No creía que eso fuera posible. Pero supongo que cada día aprendemos algo nuevo.

– Puede que para ti sea divertido, pero la verdad es que no quiero escandalizarlas.