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– Bueno, Ricky, Ricky y Ricky, no deberías estar fuera con esta lluvia.

– Ya no llueve.

Fue Emmett el que lo dijo. E incluso a él le costaba creer que se hubiera entrometido en la conversación de dos desconocidos. Y más increíble le resultaba aquella extraña pulsión que lo empujaba a abrazar a la recién llegada. Definitivamente, necesitaba dormir más.

La mujer lo miró sorprendida y alzó la mirada hacia el cielo. La luz del sol bañaba sus facciones, iluminaba su piel clara, una nariz diminuta y una boca preciosa.

– Sí, supongo que tiene razón, ya no llueve -cerró los ojos y se meció ligeramente, como si hubiera perdido el equilibrio-. Qué sol tan agradable, ¿verdad?

Emmett no se molestó en contestar. Preguntó en cambio:

– ¿Quién es usted?

Inmediatamente fue consciente de que su pregunta debía de haber parecido hostil. Pero aquella mujer lo inquietaba y quería averiguar por qué.

Para su sorpresa, fue el niño el que contestó.

– Es Linda Faraday -dijo-. Y yo soy Ricky, su hijo. ¿Quién eres tú?

Linda Faraday. Y su hijo Ricky. A Emmett se le hizo un nudo en las entrañas. Se había olvidado de ellos desde la muerte de Ryan. Quizá eso explicara la inquietud que lo había asaltado al ver su retrato. Y quizá fuera ésa la razón por la que había reaccionado con tanta intensidad a aquella mujer: su subconsciente la había reconocido y recordaba la promesa que le había hecho a Ryan.

– ¿Quién eres tú?-insistió el pequeño.

Emmett tomó una bocanada de aire y miró a Linda Faraday a los ojos.

– Yo soy el hombre que va a cuidarla.

Una vez de vuelta en el interior de la casa, Emmett no perdió el tiempo. En vez de dedicarse a buscarla, preguntó a la primera persona con la que se encontró si había visto a la doctora Violet Fortune.

Esa persona le indicó dónde estaba y Emmett fue a buscarla al comedor, donde la encontró sirviéndose ensalada de fruta en un plato.

– Necesito que me dediques unos minutos -le dijo.

– Lo que necesitas es descansar más, sentirte menos culpable y hacer un par de comidas decentes. La consulta vale doscientos dólares. Puedes enviar el cheque a mi casa.

– Ja, ja, ja -ni siquiera sonrió-. Quiero hablar contigo sobre Linda Faraday.

– Oh, bueno, no soy su médica, y aunque lo fuera, no podría…

– Ryan te habló de ella, ¿verdad?

Durante más de una década, Linda Faraday y su hijo Ricky habían sido una fuente de culpabilidad para Ryan, por culpa del accidente de coche que había sufrido Cameron al conducir ebrio. Cameron murió en el accidente y Linda sufrió unas lesiones terribles. Ryan había mantenido la existencia de Linda en secreto, salvo para Lily y Violet. El día del accidente, Lily estaba ya embarazada del hijo de Cameron. Ese hijo era Ricky.

Violet asintió ligeramente.

– Hablé con Ryan en alguna ocasión sobre su situación, pero fue algo completamente confidencial y no sé si tengo derecho a…

– Entonces hablemos de las lesiones cerebrales -porque eso era lo que Linda Faraday había sufrido hacía años-, y hablemos de los comas, la rehabilitación y…

– De acuerdo, de acuerdo. ¿Y tenemos que hablar ahora mismo?-Violet le palmeó el brazo-. ¿Qué te parece si nos vemos en el estudio cuando se despierte Peter? Celeste está en casa, así que no pensamos quedarnos mucho tiempo.

Emmett esbozó una mueca. Celeste era la niña que Peter y Violet habían adoptado.

– Dile a tu marido que seré todo lo breve que pueda.

– Nunca has sido un hombre de conversaciones largas.

Lo cual quería decir que era extremadamente brusco. Pero a Emmett no le importó, y menos cuando Violet se reunió con él a los pocos minutos en el estudio.

– La última vez que estuve aquí, Ryan parecía ocupar más espacio que su enorme escritorio -musitó Emmett cuando Violet se sentó.

Violet le tendió una de las dos tazas de café que había llevado.

– Todos estamos intentando asimilar su muerte.

Pero Emmett pretendía hacer algo más; no podía devolverle la vida, por supuesto, pero podía atender la súplica que le había hecho.

– Traumatismos cerebrales -dijo sin más.

– Me encantan tus sutilezas, Emmett -replicó Violet con una mueca. Pero inmediatamente pareció compadecerse de él-. De acuerdo, dejaré de hacerte perder el tiempo. Traumatismos cerebrales -comenzó a decir-: Como bien sabes, son lesiones en el cerebro producidas por un agente externo. Son habituales en los accidentes de coche. El impacto hace que el cerebro choque con el cráneo y después vuelva a su lugar. Eso causa heridas en el cerebro, que posteriormente se inflama. Actualmente, las lesiones cerebrales son la principal causa de muerte entre estadounidenses menores de cuarenta y cuatro años.

Emmett absorbía las cifras, pero en aquel momento sólo le importaba una persona.

– ¿Todas las personas con un traumatismo de ese tipo entra en coma?

– No necesariamente, pero normalmente el tronco cerebral resulta dañado y eso produce un coma que puede durar algún tiempo.

– ¿Pero es normal que un coma se alargue durante años, Violet?

Violet pareció vacilar; ambos sabían que Emmett se estaba adentrando en el territorio específico de Linda Faraday, que había entrado en coma después del accidente. Al poco tiempo, los médicos habían descubierto que estaba embarazada. Había dado a luz sin salir del coma y había permanecido en ese estado hasta un año atrás.

– Lo menos habitual -dijo Violet por fin-, es que un paciente pueda recuperarse suficientemente bien como para llevar una vida independiente después de un coma tan largo. En el caso de Linda… Emmett, no me siento bien hablando de esto.

– Hablemos entonces de casos hipotéticos. Si un hipotético paciente entrara en coma…

Violet volvió a sacudir la cabeza.

– ¿Ella no estaba en coma?

– La definición técnica del coma es un estado de alteración de la conciencia en el que el paciente no puede abrir los ojos, no reacciona al dolor ni a las órdenes en general y no es capaz de pronunciar palabras reconocibles. De modo que consideraremos que, desde el momento en el que nuestra hipotética paciente pudo responder, hablar y reaccionar, ya no estaba en coma, aunque no hubiera recuperado del todo la conciencia. Hay personas que pueden permanecer en ese estado durante el resto de sus vidas.

– ¿Y qué es lo que puede hacer a una paciente de ese tipo recobrar plenamente la conciencia?

– Nadie lo sabe. Y, después de tantos años investigando, la única explicación que se me ocurre es… un milagro.

Emmett frunció el ceño. La palabra «milagro» no formaba parte del vocabulario de un agente del FBI.

– Ryan parecía pensar que Linda necesitaba algún tipo de ayuda. Y yo prometí ayudarla.

Violet abrió la boca, la cerró y suspiró.

– Muy bien. Linda. Hablemos de Linda. Ryan tenía razón, esa chica va a necesitar ayuda. Han pasado diez años desde que tuvo el accidente y el mundo ya no es el mismo que ella recordaba. Tampoco ella lo es. Durante la mayor parte de este año, ha estado en rehabilitación, recuperando viejas habilidades y adquiriendo otras nuevas, pero supongo que para ella no es fácil.

– Ryan quería que la protegiera.

– Muy propio de él, pero tendrás que averiguar si ella quiere que la protejan. Por lo que tengo entendido, irá a vivir a casa de Nancy y Dean Armstrong, la pareja que se ha hecho cargo de Ricky desde que nació.

– No me importa lo que ella quiera, se lo prometí a Ryan y es lo menos que puedo hacer por él.

– No creo que a ninguna mujer le guste que la consideren una obligación.

– No es ninguna obligación, es una…-necesidad.

Recordó entonces el rostro de Linda volviéndose hacia el sol y notó de nuevo el calor de la mano de Ryan en el hombro. Linda lo necesitaba y él iba a hacerse cargo de ella.