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Por lo tanto, las leyes de la teoría M permiten diferentes universos con leyes aparentes diferentes, según como esté curvado el espacio interno. La teoría M tiene soluciones que permiten muchos tipos de espacios internos, quizá hasta unos 105°°, lo cual significa que permitiría unos 10500 universos, cada uno con sus propias leyes. Para hacernos una idea de qué representa ese número pensemos lo siguiente: si alguien pudiera analizar las leyes predichas para tales universos en tan sólo un milisegundo por universo y hubiera empezado a trabajar en el instante del Big Bang, en el momento presente sólo habría podido analizar las leyes de 1020 de ellos, y eso sin pausas para el café.

Hace siglos, Newton demostró qué ecuaciones matemáticas podían proporcionar una descripción asombrosamente precisa de la manera como interaccionan los objetos tanto en la tierra como en los cielos. Los científicos pasaron a creer que el futuro de todo el universo podría ser contemplado con tan sólo que conociéramos la teoría adecuada y tuviéramos suficiente poder de cálculo. Después llegaron la incertidumbre cuántica, el espacio curvado, los quarks, las dimensiones adicionales, y el resultado de sus diversas contribuciones es 10500 universos, cada uno con leyes diferentes y sólo uno de los cuales corresponde al universo tal como lo conocemos. Puede que debamos abandonar la esperanza original de los físicos de descubrir una sola teoría que explique las leyes aparentes de nuestro universo como única consecuencia posible de unas pocas hipótesis sencillas. ¿A dónde nos conduce eso? Si la teoría M permite 10500 conjuntos de leyes aparentes, ¿cómo es que nos hallamos en ese universo, con las leyes aparentes que conocemos? Y ¿qué pasa con los otros posibles universos?

6 ESCOGIENDO NUESTRO UNIVERSO

SEGÚN LA TRIBU DE LOS BOSHONGO del África central, en el inicio sólo había oscuridad, agua y el gran dios Bumba. Un día, Bumba, en un dolor de estómago, vomitó el Sol. Transcurrido un tiempo, el Sol secó parte del agua y dejó al descubierto tierra firme, pero Bumba todavía padecía el dolor y vomitó aún más cosas: la Luna, las estrellas y algunos animales: el leopardo, el cocodrilo, la tortuga y, finalmente, el hombre. Los mayas de México y América Central hablan de una época semejante antes de la creación, cuando todo lo que existía era el mar, el cielo y el Hacedor. En la leyenda maya, el Hacedor, entristecido porque nadie lo alababa, creó la tierra, las montañas, los árboles y la mayoría de animales. Pero como los animales no podían hablar decidió crear los humanos. Primero los hizo de barro, pero sólo decían cosas sin sentido. Dejó que se deshicieran y lo intentó de nuevo, haciendo ahora la gente de madera, pero esa gente era muy torpe. Decidió destruirlos, pero escaparon a la selva, sufriendo sucesivos daños a lo largo de su carrera, que los fueron transformando en monos. Después de esc fracaso, el Hacedor finalmente halló una fórmula que funcionaba, y construyó los primeros humanos con maíz blanco y amarillo. Actualmente hacemos etanol con maíz, pero por ahora no hemos conseguido repetir el hito del Hacedor de construir gente que se lo beba.

Mitos de la creación como ésos intentan dar respuesta a las preguntas que nos formulamos en este libro. ¿Por qué existe un universo y por qué el universo es como es? Nuestra capacidad de tratar tales cuestiones ha ido creciendo a lo largo de los siglos, desde los antiguos griegos y de manera más profunda en el último siglo.

Pertrechados con las bases proporcionadas por los capítulos anteriores, estamos en disposición de ofrecer una posible respuesta a esas preguntas.

Una cosa que debió haber resultado evidente incluso en tiempos muy primitivos es que o bien el universo es una creación muy reciente o bien los humanos sólo han existido durante una pequeña fracción de la historia del universo. Ello es así porque la especie humana ha ido mejorando de forma tan rápida en conocimientos y tecnología que, si la gente hubiera estado ahí durante millones de años, nuestra especie estaría mucho más avanzada en sus destrezas y conocimientos.

Según el Antiguo Testamento, Dios hizo a Adán y Eva tan sólo seis días después de la creación. El obispo Ussher, primado de toda Irlanda desde 1625 hasta 1656, situó el origen del mundo con mayor precisión todavía, a las 9 de la mañana del 27 de octubre del año 4004 a. C. En la actualidad adoptamos un punto de vista diferente, a saber, que los humanos son una creación reciente pero que el universo empezó mucho antes, hace unos trece mil setecientos millones de años.

La primera evidencia científica actual de que el universo tuvo un inicio procede de la década de 1920. Tal como dijimos en el capítulo 3, en esa época la mayoría de los científicos creía en un universo estático que había existido siempre. La evidencia de lo contrario era indirecta, basada sobre las observaciones que Edwin Hubble había realizado con el telescopio de cien pulgadas del observatorio de Monte Wilson, en la colinas de Pasadena, en California. Analizando el espectro de la luz que emiten las galaxias, Hubble determinó que prácticamente todas ellas se están alejando de nosotros, y que cuanto más lejos están con mayor velocidad se mueven. En 1929, publicó una ley que relacionaba la tasa de alejamiento de las galaxias con su distancia a nosotros y concluyó que el universo se está expandiendo. Si efectivamente es así, el universo debe de haber sido más pequeño en el pasado. De hecho, si extrapolamos al pasado lejano, toda la materia y la energía en el universo habrían estado concentradas en un región minúscula de temperatura y densidad inimaginables y, si retrocedemos lo suficiente, debería haber habido un instante en que todo empezó, el suceso que conocemos actualmente como Big Bang o gran explosión primordial.

La idea de que el universo se está expandiendo implica diversas sutilezas. Por ejemplo, no queremos decir que se esté expandiendo de la manera en que, por ejemplo, expandiríamos una casa, empujando las paredes hacia fuera y situando una nueva sala de baño donde antes hubo un majestuoso roble. Más que extenderse el propio espacio, lo que está creciendo es la distancia entre dos puntos cualesquiera dentro del universo. Esa idea emergió en la década de [930, rodeada de controversias, y una de las mejores maneras de visualizarla sigue siendo todavía una metáfora propuesta en 1931 por el astrónomo de la Universidad de Cambridge, Arthur Eddington. Eddington visualizó el universo como la superficie de un globo que se está expandiendo y las galaxias como puntos sobre dicha superficie. Esa imagen ilustra claramente por qué las galaxias lejanas se separan más rápidamente que las más próximas. Por ejemplo, si el radio del globo se duplicara cada hora, la distancia entre dos «galaxias» cualesquiera sobre el globo se duplicaría cada hora. Si en un cierto instante dos galaxias estuvieran separadas un centímetro, una hora después estarían separadas dos centímetros y parecería que se están separando la una de la otra con un ritmo de un centímetro por hora. Pero si inicialmente hubieran estado separadas dos centímetros, una hora después estarían separadas cuatro centímetros y parecería que se están separando entre sí a un ritmo de dos centímetros por hora. Esto es precisamente lo que Hubble descubrió: cuanto más lejos se halla una galaxia, más velozmente se aleja de nosotros.