La idea de que el universo no tiene una historia única e independiente del observador parece estar en contradicción con ciertos hechos que conocemos. Puede haber una historia en que la Luna esté hecha de queso de Roquefort, pero hemos observado que la Luna no es de queso, cosa que es una mala noticia para los ratones. Por lo tanto, las historias en que la Luna es de queso no contribuyen al estado actual de nuestro universo, a pesar de que pueden tal vez contribuir a otros estados. Eso puede parecer ciencia ficción, pero no lo es.
Otra implicación del método descendente es que en él las leyes aparentes de la naturaleza dependen de la historia del universo. Muchos científicos creen que existe una teoría tínica que explica dichas leyes, además de los valores y la naturaleza de las constantes físicas como por ejemplo la masa del electrón o la dimensionalidad del espacio-tiempo. Pero la cosmología «de arriba abajo» afirma que las leyes aparentes de la naturaleza son diferentes para historias diferentes.
Consideremos la dimensionalidad aparente del universo. Según la teoría M, el espacio-tiempo tiene diez dimensiones espaciales y una dimensión temporal. La idea es que siete de las dimensiones espaciales están curvadas en un tamaño tan pequeño que no las advertimos, cosa que nos produce la impresión de que lo único que existe son las tres dimensiones extensas remanentes con las que estamos familiarizados. Una de las cuestiones centrales abiertas en la teoría M es: ¿por qué, en nuestro universo, no hay más dimensiones extensas, y por qué hay dimensiones curvadas?
A mucha gente le gustaría creer que hay algún mecanismo que hace que todas las dimensiones espaciales menos tres se curven espontáneamente. Alternativamente, también podría haber ocurrido que todas las dimensiones hubieran empezado muy pequeñas pero, por alguna razón que desconocemos, tres dimensiones espaciales se expandieran y las otras no. Parece, sin embargo, que no hay ninguna razón dinámica por la que el universo tenga que parecer cuatridimensional. Es más: la cosmología descendente predice que el número de dimensiones espaciales extensas no está fijado por ningún principio de la física, sino que habrá una cierta amplitud de probabilidad cuántica para cada número de dimensiones espaciales extensas, desde o hasta 10. La suma de Feynman permite todos esos valores, para cada posible historia del universo, pero la observación de que nuestro universo tiene tres dimensiones espaciales extensas selecciona la subclase de historias que tienen esta propiedad. En otras palabras, la probabilidad cuántica de que el universo tenga otras dimensiones extensas además de las tres habituales es irrelevante, porque ya hemos medido su dimensionalidad y determinado que estamos en un universo con tres dimensiones espaciales extensas. En tanto que la probabilidad de tres dimensiones espaciales extensas no sea exactamente nula, no importa cuan pequeña sea en comparación con la probabilidad para otros números de dimensiones. Sería como preguntar por la probabilidad de que el Papa actual sea chino. Sabemos que es alemán, aunque la probabilidad de que fuera chino es mucho mayor ya que hay muchos más chinos que alemanes. Análogamente, sabemos que nuestro universo exhibe tres dimensiones espaciales extensas y por lo tanto, aunque otros números de dimensiones espaciales extensas tuvieran una amplitud de probabilidad mayor, sólo estamos interesados en las historias con tres dimensiones.
¿Y qué ocurre con las dimensiones curvadas? Recordemos que en la teoría M, la forma precisa de las restantes dimensiones curvadas, el espacio interno, determina los valores de magnitudes físicas como la carga del electrón y la naturaleza de las interacciones entre las partículas elementales, es decir, la fuerzas de la naturaleza. Las cosas serían más claras si las teoría M hubiera permitido tan sólo una única forma para las dimensiones curvadas, o quizá unas pocas, todas menos una de las cuales hubieran podido ser descartadas de una manera u otra, dejándonos con una única posibilidad para las leyes aparentes de la naturaleza. En cambio, hay amplitudes de probabilidad no nulas para unos 10500 espacios internos diferentes, cada uno de los cuales conduce a leyes diferentes y a valores diferentes de las constantes físicas.
Si construimos la historia del universo de abajo arriba, no hay razón por la cual el universo debiera haber acabado con el espacio interno correspondiente a las interacciones entre partículas que observamos nosotros, el modelo estándar de las interacciones entre partículas elementales. Pero en la formulación descendente aceptamos que existen universos con todos los posibles espacios internos. En algunos universos, los electrones pesan como pelotas de golf y la fuerza de la gravedad es más intensa que la del magnetismo. En el nuestro, se aplica el modelo estándar, con todos sus parámetros. Podemos calcular la amplitud de probabilidad para el espacio interno correspondiente al modelo estándar partiendo de la base de la condición de ausencia de bordes. Tal como ocurre con la probabilidad de que haya un universo con tres dimensiones extensas, no importa cuan pequeña sea esta amplitud en comparación con otras posibilidades, porque ya hemos observado que el modelo estándar describe nuestro universo.
La teoría que describimos en este capítulo es verificable. En los ejemplos anteriores, hemos insistido en que las amplitudes de probabilidad relativa para universos radicalmente diferentes, como por ejemplo los que tienen un número diferente de dimensiones extensas, no importan. Sin embargo, las amplitudes de probabilidad relativa para universos vecinos (es decir, parecidos) sí importan. La condición de ausencia de bordes implica que la amplitud de probabilidad es máxima para las historias en que el universo comienza con una forma completamente lisa, y se reduce para los universos que son más irregulares. Ello significa que el universo primitivo debería haber sido casi liso, salvo diminutas irregularidades. Tal como hemos advertido, podemos observar esas irregularidades como pequeñas variaciones en las microondas que nos llegan de direcciones diferentes del firmamento. Se ha comprobado que concuerdan exactamente con las exigencias generales de la teoría inflacionaria; sin embargo, necesitaremos mediciones más precisas para poder distinguir completamente la teoría descendente de las otras teorías, y así confirmarla o refutarla. Es de esperar que tales mediciones sean llevadas a cabo por satélites en un futuro próximo.