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Sentía manar la sangre de la boca, su sabor tibio y salado, y el cuerpo le dolía enormemente. Kenny estaba como loco y ella se sintió responsable de que eso ocurriera porque había dejado que las cosas llegasen demasiado lejos. Ella lo había engañado deliberadamente, lo había utilizado, había cogido lo que le había dado y ahora tenía que pagar su precio por ello. La muerte de su madre le había hecho ver qué era lo importante, qué era lo que echaba de menos.

Luego, de repente, aparecieron Michael y Danny. Le quitaron de encima a Kenny y empezaron a patearlo mientras ella observaba en silencio. Danny Boy estaba disfrutando lo suyo y utilizaba la cabeza de Kenny como pelota de fútbol. Mary vio la expresión de placer que se le dibujaba en el rostro y se dio cuenta de que sólo había esperado una excusa para dar rienda suelta a su ira. El funeral de su madre no era el lugar más idóneo para solventar ningún asunto y Kenny, a causa de la bebida, no se había dado cuenta de ello.

Mary oyó que Kenny rogaba por su vida y cerró los ojos cuando vio que Danny Boy Cadogan sacaba un cúter y rajaba al hombre que la había manipulado durante tantos años. Cuando la sangre de Kenny saltó impregnando las paredes color gris, sintió que la bilis se le venía a la boca, pero se contuvo. Trató de conservar la calina porque las cosas se habían complicado más de lo que esperaba.

Michael, con los ojos abiertos de furia, la estrechó entre sus brazos mientras le gritaba a Danny que matase a Kenny, que le hiciese daño. Entonces fue cuando Mary se dio cuenta de que lo sucedido esa noche traería consecuencias a muy largo plazo. Y no sólo para ella, sino para ellos tres.

Lawrence Mangan escuchaba lo que sucedía y, al igual que los demás, no hizo nada para impedirlo. Observó, sin embargo, que esos muchachos no se andaban con chiquitas, que estaban dispuestos a apoderarse del mundo y coger lo que consideraban suyo por derecho propio. Al igual que Kenny, no estaba preparado para enfrentarse a esa nueva generación de delincuentes que estaban dispuestos a matar por mero capricho. ¿Quién era capaz de cometer un acto así y hacer que todos lo considerasen algo justificado? Kenny y Danny Boy estaban destinados a enfrentarse, pero la batalla debía haberse celebrado en privado y sin que el honor de una muchacha entrase en juego.

Cuando finalmente salieron del aseo de mujeres, tanto Michael como Danny estaban empapados en sangre, pero confiaban en que nadie de los presentes se atreviera a delatarlos. Hasta los esbirros de Kenny parecían dispuestos a dar el asunto por zanjado. Si hubieran pensado que actuaban de forma improcedente, habrían tratado de impedirlo y habrían defendido a su jefe. Sin embargo, no había sido así. Se quedaron con los brazos cruzados y les dejaron a su antojo. Fue su forma de mostrarle su reconocimiento, de eso no había duda. Y no sólo para las personas que habían estado observando, sino también para Michael y Danny. Les habían dado luz verde y eso les encantaba. Michael odiaba la forma en que Kenny trataba a su hermana y ahora ya podía andar con la cabeza bien alta. Su madre había fallecido y la convicción de que Mary estaba obligada a acostarse con él había desaparecido, la habían enterrado con ella. Ahora se sentía un hombre y se comportaba como tal.

El funeral dio que hablar durante meses, pero la muerte de Kenny no tardó en olvidarse, incluso para la policía, que, la verdad, no es que se preocupase mucho de lo sucedido. Tenían indicios bastante fundados de quién lo había hecho, pero estaban de acuerdo en que aquello había sido un asunto que se veía venir desde hace años y que su muerte era simplemente una cuestión de tiempo.

Danny estaba sentado con su madre. Estaban en mejores términos últimamente, pero porque ella buscaba algo de él. Ella siempre quería algo de él y su reacción más natural era tratar de procurárselo. Quería que Danny le pagase a su hermana un curso de secretaria y él estaba dispuesto a hacerlo. Annuncia deseaba de todo corazón convertirse en la secretaria de una gran empresa y Danny no sería el que derrumbase sus sueños si estaba en su mano.

– Mamá, ya sabes que haré lo que sea por ayudarla. Ella tiene inteligencia de sobra y, si eso es lo que quiere, eso es lo que tendrá.

– Eres un buen hermano, Danny.

Su madre había engordado recientemente. El único placer que tenía ahora que ellos habían crecido y se habían independizado, era comer. Aún continuaba preparando esas comidas tan copiosas, pero ahora se las comía ella sola. Su padre aún tenía buen saque, pero hasta él tenía problemas para comerse todo lo que le servía.

Desde su enfrentamiento con Kenny Douglas, su madre lo trataba con un nuevo respeto. Su reacción ante el ultrajante comportamiento de Kenny en el funeral se consideraba de lo más decente, la propia de dos jóvenes cabales que consideraban su deber defender a su hermana. Ninguno de los presentes aquel día, ni nadie que se hubiese enterado de lo sucedido después, puso objeción alguna a su impetuosa reacción. Kenny Douglas se había comportado de forma improcedente y su muerte era considerada una justa retribución por ello.

Ni la policía se había molestado en investigar el asunto y prefirió optar por asumir que lo había quitado de en medio alguna persona, o personas, desconocida. Esa era la excusa más corriente que utilizaban cuando sabían lo que había sucedido, pero preferían pasarlo por alto. No habrían sacado nada acusando a los dos muchachos de hacer algo que cualquier hombre decente hubiera hecho en su situación.

El hecho de que Danny Cadogan ahora cortejase a Mary Miles añadía una pizca de romance a la situación. Lo que habían hecho era su forma de plantarle cara a los presentes y les había dado un prestigio que valía su peso en oro.

Danny y Michael eran recibidos en todos lados como si fuesen miembros de la realeza, además de que les ofrecían más trabajo del que podían abarcar. El casino se había convertido en un lugar muy frecuentado por los delincuentes y sus ganancias habían aumentado de forma tan considerable que ni siquiera eran capaces de controlarlas.

Estaban preparados para dar el gran salto y ahora lo que les quedaba por hacer era quitar de en medio a Lawrence Mangan. Mangan, además, no era precisamente uno de sus seguidores, algo que no paraba de recalcar. De hecho, sus opiniones le estaban haciendo perder algunos amigos y, por esa simple razón, debería haber mantenido la boca cerrada. Sin embargo, era justo lo contrario, ya que aprovechaba cualquier oportunidad para mostrar su desagrado. No estaba dispuesto a arrodillarse delante de dos jóvenes que habían sido sus empleados y que habían tenido el atrevimiento de quitar de en medio a alguien que había sido considerado un capo. ¿Qué coño significaba eso?

Danny y Michael, mientras tanto, disfrutaban de su nueva popularidad y ahora sólo esperaban la oportunidad para quitar de en medio a Lawrence Mangan. Danny se sentía en su salsa y las miradas de adoración que le dirigía su madre eran más que suficientes para sentirse satisfecho. Como decía siempre, estaba orgullosa de él.

Lo que le molestaba era que su madre no quisiera marcharse del piso donde vivía a pesar de que estaba en condiciones de comprarle una casa. Cada vez que se lo había ofrecido, se había negado rotundamente. A ella le gustaba su casa y decía que se sentiría como un pez fuera del agua si la sacaban de allí, por eso no le quedó otra opción que resignarse.

Danny se había instalado en un gran apartamento en King's Road y le encantaba lo libre que se sentía allí. No obstante, la mayoría de sus trabajos continuaba haciéndolos en ese pequeño piso, además de que le ofrecía la oportunidad de que le lavasen la ropa mientras le tocaba las narices a su padre, algo que, por supuesto, no estaba dispuesto a desaprovechar. La vida era generosa y él estaba dispuesto a que siguiera siendo así sin importarle lo que tuviera que hacer para ello.