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– Kivrin.

– ¡Vamos! -exclamó Colin-. Ya empieza. ¿No oye las campanas?

– Sí -dijo Dunworthy. Era la señora Piantini con el tenor, tocando la introducción a When at Last My Savior Cometh.

Kivrin se acercó y se colocó junto a Dunworthy. Unió las manos, como si rezara.

– ¡Ya veo a Badri! -estalló Colin. Hizo bocina con las manos alrededor de la boca-. ¡Ella está bien! -gritó-. ¡La hemos salvado!

El tenor de la señora Piantini tañó, y las otras campanas se le unieron alegremente. El aire empezó a titilar, como si cayeran copos de nieve.

– ¡Apocalíptico! -dijo Colin, la cara iluminada.

Kivrin cogió la mano de Dunworthy y la agarró con fuerza contra la suya.

– Sabía que vendría -afirmó, y la red se abrió.

Connie Willis

***