Las primeras criaturas que poblaron Krynn fueron los dragones, que estaban estrechamente vinculados a Paladine y a Takhisis, así como a Krynn. Paladine y Takhisis, ayudados por Reorx y Mishakal, formaron los Cinco Dragones, y el Dios Supremo les proporcionó sus almas. Viendo esas poderosas criaturas, los primeros seres con voluntad propia que habitaban Krynn, Takhisis y Morgion los sedujeron para seguir los dictados de la diosa. En esta alianza, Takhisis y los dioses que la apoyaban se declararon dedicados a usurpar el dominio de Krynn y a malograr la ejecución del Plan, oponiéndose al Orden de la Creación y la Evolución de los Espíritus.
De este modo, Takhisis y su cohorte se convirtieron en los dioses del Mal y cayeron de su elevada condición al Abismo, consumidos por la envidia y la maldad. Su rebelión convenció a varias deidades de que un mayor desarrollo de Krynn sólo conduciría a la decadencia y el desorden. Estos dioses cultivaban aspectos específicos de la creación a la par que no actuaban para frustrar la voluntad del Dios Supremo ni para servirle como se suponía que debían hacer. A éstos se los conoció como los dioses de la Neutralidad porque se sentían ajenos a la lucha entre el Mal y el Bien.
Esta lucha llegó a su punto culminante con el inminente nacimiento de los mortales. Takhisis, Sargonnas y los otros dioses del Mal declararon su intención de esclavizar a los mortales porque, como dijo Takhisis: «Nosotros forjamos este mundo. ¿Por qué vamos a entregarlo a seres inferiores?».
Los dioses del Bien, fieles al Supremo, se opusieron a ellos. Paladine declaró: «Estos mortales serán criaturas del Dios Supremo, igual que nosotros. Este mundo se hizo para ellos tanto como para nosotros, y al final, los mortales serán más grandes y sabios que cualquiera de nosotros».
Los dioses del Bien se comprometieron a guiar a los mortales, a protegerlos de los del Mal y de los vestigios de Caos. Nunca traicionarían al Dios Supremo.
Así dio comienzo la Guerra de Todos los Santos, con los dioses del Bien luchando contra los del Mal. Al principio los dioses de la Neutralidad intentaron hacer caso omiso del conflicto y ocuparse de sus propias parcelas. Pero al final Paladine y Majere persuadieron a Gilean y a los otros Neutrales para aliarse con ellos, ya que el propósito de Takhisis era dominar todo el mundo, con lo que los elementos tan preciados por los dioses de la Neutralidad acabarían sometidos a sus fines o destruidos.
La alianza del Bien y la Neutralidad hizo retroceder a las fuerzas del Mal, pero sin alcanzar una solución decisiva. El Dios Supremo se vio obligado a intervenir.
—Sabed que soy el Dios Supremo, y vosotros mis criaturas, igual que estos mortales a los que pronto crearé.
»Paladine, tú y tus aliados habéis actuado bien manteniéndoos fieles a vuestra llamada y deseando ayudar a los mortales, si bien serán libres de elegir a favor del Bien o en su contra, y vosotros seréis libres de ayudarlos y protegerlos para que se mantenga su albedrío. Y como acontecerá con los mortales que elijan el Bien, así acontecerá con vosotros. Vuestras obras producirán Bien al final, aunque el Mal pueda rodearos. Pues el Bien, como búsqueda verdadera y único fin, redimirá a los suyos.
»Takhisis, has seguido a Ionthas en su desvarío, y aquellos que te siguen a ti comprenderán igualmente su locura si no se arrepienten. Tú y los tuyos seréis libres de malograr, herir y tentar a los mortales, si bien al final lo lamentaréis profundamente. Porque soy el padre que está por encima de vosotros más allá de lo que podéis concebir, mucho más de lo que consideráis estar vosotros por encima de los mortales. Todo cuanto hagáis para frustrar mis designios, acabará por llevarlos a cabo y servirá para originar el Bien. Pero vuestros actos perduran, y por ello sufriréis aun más de lo que sufrirán los mortales que os sirven por sus fechorías, pues el Mal, aun ejercido bajo el disfraz del Bien, se volverá contra sí mismo.
»Gilean, aunque no has actuado directamente en contra de mis designios, tú y los que se declaran Neutrales no habéis cumplido con el Plan. Lo llevaréis a cabo a despecho de vosotros mismos, y permitiré vuestra proclamada Neutralidad, porque incluso en vuestro silencio, todos originaréis el Bien. Del mismo modo que sois libres, así lo son los mortales. Sin embargo, no seréis siempre neutrales; al final, deberéis decantaros por la Luz o por Takhisis y sus compatriotas de la Oscuridad, pues todos son libres de elegir a favor del Bien o en su contra, pero, finalmente, todos habrán de tomar partido por uno u otro bando.
»Sabed todos que existirá un Equilibrio. Permitiré la influencia del Bien, del Mal y de la Neutralidad en este mundo; los mortales serán libres de elegir entre los tres y cosecharán las consecuencias de su elección. Podrán alterar el Equilibrio, pero la decisión ha de surgir de su interior, no forzada desde fuera. Ten presente, Paladine, que si los mortales a tu servicio buscan imponer a otros el Bien a la fuerza caerán en el Mal y provocarán un gran sufrimiento. Ten presente, Gilean, que si tus servidores tratan de impedir a los mortales elegir entre los dos también fracasarán y originarán una devastación. Ten presente, Takhisis, que cuando intentes esclavizar el mundo para ponerlo a tu servicio, al final se desbaratarán tus planes, y, sin embargo, en tu temeridad, continuarás buscando ese dominio hasta el final de tu presencia en este mundo.
De este modo terminó la Guerra de Todos los Santos, así llamada porque afectaba el destino de todos los que podrían llegar a santos en Krynn.
Sobre los dioses
Aunque los dioses eran veintidós al principio, Caos fue expulsado en los primeros días de la Era del Nacimiento de las Estrellas. Al final de la Guerra de Todos los Santos había veintiún dioses en Krynn divididos en tres grupos de siete, los dioses de la Luz, los dioses de la Neutralidad o del Crepúsculo, y los dioses de la Oscuridad.
El más eminente entre los dioses benévolos es Paladine, el Paladín Celestial y el Paladín de Draco. El más poderoso de todas las deidades, a excepción de Caos, es modelo de virtud y santidad, patrocinador de la virtud de la Caridad. Cabecilla de la Orden de la Luz, protege Krynn contra los ardides de Takhisis y conduce tanto a los mortales como a sus dioses compañeros por el camino de la rectitud. En consecuencia, guía a todos los que protegen a los inocentes y buscan conducir a otros hacia la verdad y la bondad. Su papel como líder y guardián de Krynn, sin embargo, está templado por una profunda y sincera humildad, que se esfuerza en inculcar a sus seguidores.
Majere es sólo un poco menos poderoso que Paladine. Paladine ama al Dios Supremo más intensa y profundamente que cualquiera de los Poderes, mientras que de Majere se dice que tiene la mayor comprensión de la sabiduría del Dios Supremo y del Plan Celestial, superando incluso a Gilean. En consecuencia, Majere actúa como consejero de Paladine y fomenta la virtud de la Fe, así como la diligencia que alienta a los mortales a alcanzar valores espirituales a despecho de esfuerzos y penalidades. Los monjes son los más destacados seguidores de Majere, pero también lo reverencian muchos místicos y teólogos, así como los intelectuales y espirituales Dragones Dorados.
Mishakal, la tercera en importancia entre los dioses del Bien, es casi tan amada y reverenciada como Paladine entre las gentes de Krynn. Sanadora y Consoladora, Mishakal se afana en proporcionar ayuda y consuelo a aquellos que sufren corporal y anímicamente. De las virtudes, la Esperanza es el interés primordial de Mishakal, ya que inspira en los mortales la confianza en las promesas y los planes del Dios Supremo y en el inevitable triunfo del Bien. También es patrocinadora del amor, ya sea entre padres e hijos, hermanos y hermanas, u hombre y mujer. Los Dragones Plateados, que comparten el interés y la empatia de Mishakal por los mortales, la reverencian profundamente.
De todos los dioses de la Luz, Kiri-Jolith, Espada de la Justicia, es el más marcial. Incansable en su lucha por alcanzar la Justicia, Kiri-Jolith inspira a sus seguidores, entre ellos los Dragones de Bronce, para proteger a los inocentes y castigar a las fuerzas del Mal. Sin embargo, no es despiadado en su cruzada, y dirige a sus servidores y a quienes buscan guía en él para que atemperen la justicia con clemencia y no impulsados por la ira y la sed de venganza.