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Ahora bien, aquí está el punto. La mayoría de nosotros cree que cuando Dios nos poda, corta el pecado y lo superficial; las ramas muertas de nuestra vida. Él lo hace, pero además corta algunas cosas que están vivas y tienen éxito: un negocio que va muy bien, una relación satisfactoria, buena salud. Algunas de estas cosas pueden ser eliminadas para traer una mayor fructificación. Con frecuencia, Dios también corta las cosas buenas para hacerlo más saludable. No solo se corta la madera muerta. No es siempre agradable, pero podar es esencial para el crecimiento espiritual. No es una opción. Recuerde, Dios se glorifica cuando producimos «mucho fruto» (véase Juan 15:8), y esto requiere podar. Debemos recordar que las podadoras están en las manos de nuestro amoroso Dios. Él sabe lo que está haciendo, y quiere lo mejor para nosotros.

Si usted es un cristiano, va a ser podado. Cuente con eso. Tal vez ahora mismo esté en medio de esta experiencia, y quizás no todo sean ramas muertas. Dios corta las ramas que creemos que son productivas para que pueda producirse más fruto. Esto puede ser confuso. Creemos que fuimos fructíferos y nos sorprendemos y hasta nos frustramos por la forma en que Dios nos poda. «Dios, ¿por qué me estás haciendo esto? Te entregué mi negocio, y está fracasando. Te entregué mi salud, y la semana que viene voy para el hospital. Diezmé fielmente, y sin embargo, voy camino a la bancarrota.» Quizá sea que lo están podando; Dios lo está podando.

Hace un tiempo, vi en la televisión un programa educativo sobre plantas caseras. El especialista sugirió a los televidentes que le hablaran a las plantas para ayudarlas a desarrollarse. Él explicó que tranquilizar, acariciar y hablarle a su enredadera le daría autoestima a la planta. Imagínese diciendo: «Tú eres una buena planta. ¡Ah, qué bien te ves hoy! Te ves maravillosa.» Ahora imagínese hablándole a una planta que está podando. «Esto me duele más que a ti. ¡Juap! Luego me lo agradecerás ¡Juap! Es por tu propio bien.» Me imagino a la planta contestándome: «No tienes corazón. No me quieres. Trabajé mucho para producir estas rosas que acabas de cortar.»

¿No es eso lo que le decimos a Dios cuando nos poda? «¿No me amas? ¿No te importo? ¿No ves lo que está sucediendo?» Y pensamos que Dios está enojado con nosotros. No, él no está enojado. Uno de los errores más grandes que cometemos los cristianos es confundir podar con castigar. Podar no es castigar. No los iguale. Dios no está enojado con usted. Él solo ve que usted es alguien que puede producir más fruto, alguien que tiene el potencial para engrandecerse, alguien que él quiere usar de alguna manera importante. Él quiere que usted sea tan fructífero como sea posible, por eso lo poda de nuevo, incluso cortando algunas de las cosas con las que estuvo bendiciendo su vida. ¿Perdió su trabajo? No se preocupe. Dios tiene una mejor idea. Él ve lo que usted no ve.

Ahora bien, ¿cómo Dios nos poda? Usa los problemas, las presiones y las personas. ¡Y sí que usa las personas! La gente lo criticará y desafiará. Lo cuestionarán y dudarán de usted. Retarán sus motivos. Dios los está usando para podarlo. ¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo lo que estuve diciendo a través de todo este libro: Dios puede usar cada situación de su vida para ayudarlo a desarrollarse si usted tiene la actitud correcta. Él lo puede usar todo: los problemas que se busca, un gran desengaño, un revés financiero, una enfermedad repentina, un matrimonio que se deshace, un hijo rebelde, la muerte de un ser querido. Él puede y usa todo esto como parte del proceso de podarlo y hacerlo aun más fructífero.

¿Por qué Dios le hace esto? Busque Hebreos 12:11: «Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa.» Todos estamos de acuerdo con esto. Ser disciplinado no es nada agradable. El escritor de Hebreos continúa diciendo: «Sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella» (énfasis del autor). Dios hace esto para nuestro beneficio, así como para su gloria.

Igual que la disciplina, ser podado es desagradable. ¿Alguna vez vio un árbol podado? ¿O una planta podada? Se ven feas. Hace algunos años tenía, al frente de la casa, doce árboles de eucalipto que medían como sesenta pies de alto. Así que le pedí a un hombre que viniera a podarlos. Sí que los «podó bien», ¡no les dejó ramas! Terminé con doce palos erguidos al frente de mi casa. Algunos de mis vecinos bromeaban diciendo que un OVNI había tirado unos palillos de diente gigantes al frente de mi casa. Creo que algunos de ellos pensaron que estaba por comenzar alguna clase de culto extraño frente a la casa. Era desagradable ver esos árboles tan feos. Pero, ¿sabe qué paso? Después de podarlos, renacieron mucho más frondosos que antes. ¡Ahora el problema que tengo es recoger las hojas!

Podar nunca es divertido, y tampoco es bonito, pero es para su beneficio futuro. El propósito de podar es positivo. Dios no está enojado con usted. La Biblia dice que no hay condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1). Dios no «castiga» a sus verdaderos hijos. Su castigo ya se llevó a cabo en la cruz. Ahora Dios lo está podando para su beneficio, para una mayor fructificación en su vida.

Hace unos años, mi esposa pasó por tiempos difíciles mientras era seriamente podada. Estaba enferma, tuvo un embarazo difícil, y durante meses estuvo confinada a la cama. Fue una época muy difícil en nuestra familia. Dios cortó todas las actividades de la vida de Kay. Literalmente todo: dirigir el ministerio de las mujeres, enseñar estudios bíblicos, todo lo que tanto quería y ansiaba hacer. Hasta en la casa todo se cortó porque ella no podía salir de la cama. Hablábamos mucho al respecto pues en esos momentos no parecía tener sentido. Nuestra iglesia crecía rápidamente y yo necesitaba la ayuda de Kay. Pero este era un tiempo valioso para podarla. Kay aprendió muchísimo pues cuando uno está boca arriba en la cama, lo único que puede hacer es mirar hacia arriba. A partir de ese tiempo su fructificación fue increíble. Dios abrió nuevos ministerios y oportunidades para ella que nunca imaginamos. Los resultados de aquel proceso de ser podada fueron maravillosos, pero el pasarlos no fue nada divertido.

¿Habrá siempre resultados productivos cuando es podado por Dios? Si no cooperamos, no habrá resultados. Si nos resistimos, nos rebelamos, nos quejamos o nos resentimos, nuestro carácter no se desarrollará de la manera que Dios quería.

Ya vimos nueve cualidades específicas del carácter que Dios quiere desarrollar en su vida: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. ¿Cómo Dios produce estas cualidades en su vida? Como ya dije, lo hace al permitir que usted encare situaciones y personas llenas exactamente de las cualidades opuestas. Lo enseña a amar rodeándolo de personas antipáticas. Le enseña alegría en medio de la tristeza. Le enseña paz permitiendo que la irritación lo rodee. Le enseña paciencia permitiendo cosas que lo frustren. Dios usa todas estas cosas para hacerlo más fructífero, pero usted debe cooperar con él. La manera de expresar esa cooperación es alabándolo en medio de cada circunstancia (véase 1 Tesalonicenses 5:18).

Espere la cosecha

Si quiero que mi vida sea fructífera, debo cultivar buenas raíces, eliminar la yerba mala, cooperar con Dios al podarme dándole gracias y adorándole. También debo esperar por la cosecha. Desarrollarse toma tiempo. No es algo instantáneo. Dios hace los hongos en dos días, sin embargo, demora sesenta años para hacer un árbol de roble. ¿Qué prefiere ser, un hongo o un roble? Crecer toma tiempo.

Cuando usted examina su desarrollo espiritual tal vez se pregunte, ¿Por qué me está llevando tanto tiempo para mejorar? He sido cristiano durante dos años, y no veo muchos cambios. Sigo luchando con muchas de mis debilidades. ¿Por qué? Porque el desarrollo espiritual, como el desarrollo natural, toma tiempo. Las mejores frutas maduran con lentitud.