Выбрать главу

Resulta frustrante para Adán que la primera parte de la reunión se limite a una serie inacabable de trivialidades y cumplidos, todavía más tediosos debido a la doble capa de traducción del mandarín al inglés, después del inglés al español, y vuelta a empezar. Le gustaría ir directo al grano, pero Nora le ha advertido de que es una parte necesaria de la ceremonia de los negocios en China, y de que sería considerado un socio grosero, y por tanto de nula confianza, si interrumpiera el proceso. De modo que se queda sentado y sonríe durante toda la conversación sobre lo bonito que es Hong Kong, después sobre la belleza de México, de lo maravillosa que es su comida, de lo encantador e inteligente que es el pueblo mexicano. A continuación, Nora alaba la calidad del té, y el señor Li responde que es basura inmunda, y entonces Nora le dice que ya le gustaría tener «basura» como esa en Tijuana, y el señor Li se ofrece a enviarle un poco si insiste, pese al hecho de que es indigno de ella, y así sucesivamente, hasta que el señor Li (un general de alto rango del Ejército Popular de Liberación) hace una seña casi imperceptible en dirección al joven señor Yu, que empieza a hablar de negocios en serio.

Una compra de armas.

Lo cual requiere capas y capas de traducción, a pesar de que Li habla un más que aceptable inglés. Pero el proceso de traducción le concede tiempo para pensar y conferenciar con Chen, un ejecutivo de la Guangdong Overseas Shipping Company (GOSCO), y, además, mantiene viva la alegre ficción de que esta mujer extraordinaria es una traductora y no la amante de Barrera, como todo el mundo sabe en los círculos diplomáticos de Ciudad de México. Ha sido necesario tiempo para montar la reunión, tiempo y delicadas maniobras, y los chinos han hecho los deberes. Saben que el traficante de drogas mantiene relaciones con una famosa cortesana, que es, como mínimo, una mujer de negocios tan inteligente y agresiva como su amante. Así que Li escucha con paciencia, mientras Yu habla con la mujer y la mujer habla con Barrera, aunque todos saben ya que ha venido para comprar armas que ellos ansian vender, de lo contrario no estaría aquí.

«¿Qué clase de armamento?»

«Rifles. AK-47.»

«Ustedes los llaman "cuernos de chivo". Me parece muy adecuado. ¿Cuántos desea adquirir?»

«Al principio, un pedido pequeño. Tal vez un par de miles.»

El tamaño del pedido asombra a Li. Y le impresiona que Barrera (o quizá fue la mujer) se tomara la molestia de describirlo como un pedido «pequeño», lo cual les confiere mucha dignidad. La cual perderé si no consigo satisfacer un pedido tan «pequeño». También me ha gustado el hecho de que esgrimieran ese «al principio» a modo de cebo. Para informarme de que, si soy capaz de satisfacer su gigantesco pedido, vendrán más.

Li se vuelve hacia Adán.

«No solemos trabajar con cifras tan pequeñas.»

«Sabemos que nos están haciendo un favor. Tal vez podríamos conseguir que valiera la pena tomarse tantas molestias si adquiriéramos también armamento pesado. Digamos lanzacohetes KPG-2.»

«¿Lanzacohetes? ¿Esperan que estalle una guerra?»

Nora contesta.

«El pueblo chino, tan amante de la paz, sabe que a veces no se compran armas para declarar una guerra, sino para impedir la necesidad de declararla. Sun Tzu escribió: "Ser invencible depende de uno mismo. Ser vulnerable, del enemigo".»

Nora ha invertido bien las largas horas en el avión. Li está impresionado.

«Por supuesto -dice Li-, teniendo en cuenta el modesto volumen, no podríamos ofrecer el mismo precio que en pedidos de mayor cuantía.»

«Teniendo en cuenta que nuestro pedido es el principio de lo que esperamos sea una larga relación comercial -contesta Adán-, confiamos en que, como gesto de buena voluntad, nos ofrezcan un precio que nos permita acudir a ustedes en futuras ocasiones.»

«¿Está diciendo que no puede pagar el precio total?»

«No, estoy diciendo que no pagaré el precio total.»

Adán también ha hecho los deberes. Sabe que el EPL es tanto un negocio como la fuerza de defensa nacional, y que Beijing lo está sometiendo a una gran presión para conseguir ingresos. Necesitan este acuerdo tanto como yo, piensa, tal vez más, y el tamaño del pedido no es para hacerle ascos, en absoluto. Así que vas a aceptar mi precio, mi general, sobre todo si…

«Por supuesto -añade-, pagaríamos en dólares norteamericanos. En metálico.»

Porque el EPL no solo está sometido a presión para obtener ingresos, sino también para conseguir divisas extranjeras, y deprisa, y no quieren pesos mexicanos inestables, sobre todo en papel. Quieren los billetes verdes norteamericanos. El ciclo satisface a Adán: dólares norteamericanos para China a cambio de armas, rifles para Colombia a cambio de cocaína, cocaína para Estados Unidos a cambio de dólares norteamericanos…

A mí me va bien.

A los chinos también. Dedican las tres horas siguientes a repasar los detalles: precios, fechas de entrega.

El general arde en deseos de cerrar el trato. Y el ejecutivo también. Y Beijing. GOSCO no solo está construyendo instalaciones en

San Pedro y Long Beach, también las está construyendo en Panamá. Y comprando enormes extensiones de tierra a lo largo del canal que no solo parte en dos a la flota norteamericana, sino que también se sienta a horcajadas sobre las dos insurgencias izquierdistas emergentes de Centroamérica: la guerra de las FARC en Colombia y la insurrección zapatista en el sur de México. Que los norteamericanos se ocupen por una vez de su propio hemisferio. Que se preocupen más de los apuros de Panamá que de eso llamado Taiwán.

No, este acuerdo con el cártel de los Barrera solo puede aumentar la influencia china en el patio trasero de los norteamericanos, mantenerlos ocupados apagando incendios comunistas, y obligarles también a gastar recursos en su Guerra contra las Drogas.

Aparece una botella de vino y brindan por la amistad.

– Wan swei -dice Nora.

Diez mil años.

Dentro de seis semanas, un cargamento de dos mil AK-47 y seis docenas de lanzagranadas, con munición suficiente, será enviado desde Guangzhou a bordo de un carguero de GOSCO.

San Diego

Una semana después de regresar de Hong Kong, Nora cruza la frontera en Tecate, y después recorre el largo camino a través del desierto hasta llegar a San Diego. Se registra en el hotel Valencia y pide una suite con vistas a la La Jolla Cove y al mar. Haley se reúne con ella y cenan en Top of the Cove. El negocio va bien, le dice Haley.

Nora se acuesta temprano y se levanta temprano. Se pone una sudadera y corre un buen rato alrededor de La Jolla Cove, por el sendero que bordea los acantilados. Regresa cansada y sudorosa, pide su habitual pomelo y café al servicio de habitaciones y se ducha, mientras espera a que le suban el desayuno.

Después se viste y va de compras a La Jolla Village. Puede ir andando a todas las tiendas de moda, y ya va cargada de bolsas antes de llegar a su tienda favorita, donde elige tres vestidos y se los lleva al probador.

Unos minutos después, sale con dos de los vestidos y los deja sobre el mostrador.

– Me llevo estos. He dejado el rojo en el probador.

– Ya lo cuelgo yo -dice la propietaria.

Nora le da las gracias, sonríe y vuelve a salir al soleado atardecer de La Jolla. Decide que le apetece cocina francesa para comer y consigue una mesa en la Brasserie sin problemas. Pasa el resto de la tarde viendo una película y echando una larga siesta. Se levanta, pide un consomé para cenar, se pone uno de sus vestidos negros, y se recompone el pelo y el maquillaje.

Art Keller aparca a tres manzanas de distancia de la Casa Blanca y recorre a pie el resto del camino.