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– El camino luminoso, el camino oscuro. Me suena a Sinan.

– ¡Ah, no! Todo era oscuro mientras estaba con Sinan. El solamente creía en los placeres oscuros. Mucho más oscuros que todo aquello que practiqué en casa de Jebra.

Buscó desesperadamente una manera de cambiar de tema.

– ¿Qué tarea te ha asignado Sinan?

– No lo sé. Solo sé que le prometí venir cuando me necesitase.

– ¿No lo sabes? ¿Hiciste una promesa a ciegas?

Él se encogió de hombros.

– Tenía que encontrar el modo de conseguir que nos dejara marchar. No es peor que otras cosas que he hecho en mi vida.

– Pero podría ser más peligroso.

– Seguramente sí. Sinan siempre consigue lo que quiere.

Y esta vez quizá lo que quería era la sangre de Kadar.

Tenía la mirada perdida en el mar.

– Eres un loco.

– Entonces mejor para tenerte entretenida. -Permaneció en silencio unos instantes-. Hay algo que deberías saber. Sinan intentará utilizarte.

– No me necesita para hacerte cumplir su cometido. Todos estáis más que dispuestos.

– Aun así te utilizará, a no ser que yo pueda evitarlo. Está acostumbrado a doblegar la voluntad de todo el mundo, y yo no me doblego. Es una batalla librada entre nosotros durante años. Es mejor que crea que no significas nada para mí, -Torció el gesto-. Si es que puedo engañarlo. A lo mejor es imposible. Solo conozco un hombre más inteligente.

– ¿Quién? -preguntó ella con curiosidad.

Encogió los hombros.

– Nasim. El estaba… -Quería encontrar la palabra adecuada-. Ligado a Sinan.

Ella frunció el ceño.

– Nunca te he oído hablar de él.

– Porque no tiene importancia. Eso ocurrió hace mucho tiempo. -Volvió al tema del principio-. Creo que Sinan percibió lo que has significado para mí todos estos años. Estará muy complacido con Balkir cuando te entregue en sus manos.

– No me utilizará. No lo permitiré.

– Espero que tengas razón. Supongo que será una tontería pedirte que no te entrometas.

– ¿Por qué habría de entrometerme? Tú fuiste el idiota que le prometió cumplir su voluntad. Me conformo con que nos libere a Haroun y a mí para que podamos regresar a Montdhu. Asegúrate de ello en cualquier negociación que hagas con él.

– Lo intentaré. Lo único que puedo prometeros es que ambos sobreviviréis. -La agarró por el codo-. ¿Has tomado suficiente aire? Creo que será mejor que volvamos al camarote. Aquel marinero de popa no te ha quitado los ojos de encima y se está acercando por momentos. No quiero verme forzado a tirarlo por la borda.

Ella no se había dado cuenta de nada, estaba concentrada solamente en la conversación, pero Kadar sí se había fijado. Kadar siempre estaba al tanto de todo lo que ocurría a su alrededor. Sinan no era el único que tenía una capacidad extraordinaria.

– Supongo que ya estoy lista.

– Es sorprendente -murmuro Kadar mientras la acompañaba de vuelta al camarote-. Sabiendo cuan a disgusto estás conmigo, estaba seguro de que no te habría importado que me metiera en problemas para deshacernos de él.

– Sinan ya te dará suficientes problemas cuando lleguemos a Maysef. No necesita que yo lo ayude.

Sinan…

Después de que Kadar llevara a Selene a su camarote, volvió a la barandilla para contemplar el mar. El último comentario de Selene había removido la preocupación que había estado creciendo en él durante esas últimas semanas a bordo del Estrella oscura.

Algo no era como debía ser. Cuando había hablado con indiferencia de Sinan a los marineros, éstos se habían quedado helados y se habían inventado excusas para salir corriendo.

Y el lapsus de Balkir la noche de su partida. En ese momento no le dio importancia, pero evidentemente se le había quedado marcado en la memoria.

Nas… Sinan.

Nasim?

Ese escalofrío ya conocido le recorrió la espina dorsal cuando pensó en esa posibilidad tan poco grata.

Sin embargo, hay que enfrentarse a las posibilidades antes de que se conviertan en realidades y te tomen por sorpresa.

Se volvió sobre sus talones y se dirigió hacia la proa, donde se encontraba Balkir.

– Hay algo que deberías saber -murmuró Kadar mientras ayudaba a Selene a bajar por la pasarela en Hafir. -No fue Sinan quien envió el Estrella oscura.

– ¿Qué? -preguntó perpleja-. Pero tenía que…

– Sinan está muerto. Murió hace años.

Se sintió enormemente aliviada. Hasta ahora no se había dado cuenta de lo atemorizada que estaba pensando en enfrentarse a ese malvado viejo de nuevo. La alegría dio paso al alivio cuando se percató de que la amenaza que había estado pendiendo sobre la cabeza de Kadar todos estos años se había desvanecido.

– Gracias a Dios.

– Puede que no sea ocasión de regocijo. Nasim envió a Balkir para que me trajera aquí.

– ¿Nasim? -Recordó que ya se lo había mencionado-. ¿El hombre que estaba unido a Sinan?

Asintió.

– Sheik Jabbar Al Nasim.

– ¿Qué quieres decir con unido?

– Cuando alguno de los seguidores de Sinan era considerado preparado para seguir el camino oscuro, Sinan se lo enviaba a Nasim.

– ¿Para qué?

– Para ser adiestrado.

– Yo pensaba que Sinan te había adiestrado a ti.

– Y lo hizo. La manera de enseñar de Nasim era… diferente. Algunos lo llamaban el hechicero. Sinan solo fue capaz de llegar hasta ahí. No es fácil dar el paso final en el camino oscuro o conducir a alguien para que lo dé.

Eso no le gustaba nada. Parecía imposible que alguien fuera más amenazador que Sinan, pero el tono de Kadar la estaba preocupando.

– No estaba en Maysef cuando estuvimos allí.

– Tiene su propio campamento a un día de viaje. Rara vez venía a Maysef, solo durante el adiestramiento o cuando quería algo de Sinan. -Hizo una pausa-. Y siempre conseguía lo que quería, Selene. Nunca he visto a Sinan ceder ante nadie a excepción de Nasim.

– ¿Y ahora lidera a los seguidores de Sinan?

Negó con la cabeza.

– Nunca estuvo interesado en esa clase de gloria. Solo quería el poder. Según Balkir, Nasim se limita a ir y venir como de costumbre, vigilando las luchas por el poder entre los seguidores de Sinan. Siempre se quedó al margen.

– ¿Entonces por qué Balkir le obedece?

– Él adiestró a la mayoría de los asesinos de Sinan, y es difícil zafarse… Supongo que el miedo sigue ahí. No es fácil describirla influencia que ejercía. Tenía un control absoluto sobre nosotros. -Se detuvo junto a una yegua cuyas riendas estaban en manos de uno de los marineros de Balkir-. No tengas miedo. Todo saldrá bien. Solo quería avisarte.

¿Que no tuviese miedo? Le acababa de decir que este hombre era incluso más malvado que Sinan, ¿y esperaba que estuviera tranquila?

– ¿Qué pretende de ti?

Él se encogió de hombros.

– No lo sé. Balkir dijo que solamente le habían dado órdenes de traerme y de que no me enterara de que Sinan estaba muerto.

– No me gusta nada.

– Ni a mí tampoco -replicó Kadar sobriamente-. Nada en absoluto.

La fortaleza de Maysef seguía tal y como la recordaba Selene: el castillo robusto, inhóspito, amenazador; los seguidores vestidos de blanco se movían como fantasmas por el patio y los oscuros salones. No se había percatado de lo clara y vívidamente que su memoria conservaba aquel lugar.

– Espera aquí. -Balkir desmontó de su caballo-. Tengo que ir y reportar a mi amo. Ya mandaré por ti si desea verte.