– ¿Puedo cubrir mi desnudez primero? -preguntó Kadar secamente mientras se metía la túnica por la cabeza-, ¿Y quién se dedica a despedazar a tus mensajeros?
– Tarik. Él guarda el tesoro. Un hombre inteligente y peligroso. -Sonrió con melancolía mientras miraba cómo se calzaba Kadar. -Y no le gusta mi gente.
– ¿Cuántos has enviado?
– Cinco durante los últimos doce años. Mis asesinos más inteligentes y mejor dotados. Este es el único que ha regresado. -Frunció el ceño-. Tendré que preguntarme por qué le han permitido volver indemne.
– Quizá ese Tarik no es tan temible como en su día. Los hombres se debilitan con los años.
– Tarik jamás Saquearía. Ya comprobarás lo temible que es.
– Si ha permitido regresar a tu mensajero, quizá haya sido porque consideró que era demasiado para él. Envía de nuevo a Fadil para que consiga tu tesoro.
– Fadil es bueno, pero no está a la altura de Tarik. Yo estaría a su altura. Nadie más. -Hizo una pausa-. Excepto tú.
– Entonces más te vale romper tu silencio y decirme dónde tengo que ir a buscar tu tesoro. -Kadar estaba lavándose la cara en la jofaina-. Y cómo crees que puedo conseguirlo.
– Ése es tu problema. -Por primera vez desde que había entrado en el aposento, miró a Selene-. Las mujeres tienen las orejas grandes y la lengua floja.
– Tienes razón. Vístete y espera en el salón, Selene.
– Espera. -Nasim sonrió-. Estás demasiado deseoso de deshacerte de su presencia.
– Solo quiero proteger tus secretos.
– Lo que quieres es protegerla a ella. Si se entera, nunca le será permitido salir de aquí.
– A menos que te entregue el tesoro. Entonces su localización ya no será un secreto, Pero si la enviamos…
– Ella se queda. Estás demasiado deseoso de que se vaya -dijo Nasim con rotundidad-. El tesoro está guardado en el castillo de Sienbara en Toscana.
– Italia.
– Sí, un viaje no excesivamente largo -añadió maliciosamente-, pero que no dudo encontrarás interesante.
– ¿Cómo está guardado en el castillo?
– Suficientemente guardado como para luchar contra un ejército, pero un hombre como tú puede entrar donde los ejércitos no pueden. Te deslizarás en su interior como un fantasma y le arrancarás el tesoro a Tarik.
– Si es que no me convierte antes en un fantasma verdadero, ¿Dónde se guarda el tesoro?
– Está escondido en los aposentos de Tarik. Está dentro de un gran cofre de oro con una cruz de piedras preciosas en la tapa. Lo reconocerás inmediatamente.
– ¿Una cruz? ¿Es una reliquia santa?
– ¿Acaso te importa?
– Me importa tanto en cuanto Tarik pueda llamar a la Iglesia para que proteja el tesoro.
– No llamará a la Iglesia. Está solo.
– Sin contar con el ejército que guarda su fortaleza. ¿Cómo llegaré hasta allí?
– Alí Balkir te llevará en el Estrella oscura. Se quedará contigo y te traerá de vuelta cuando tengas el tesoro.
– Y para asegurarse de que regreso.
Nasim asintió.
– Aunque no necesito esa seguridad mientras tenga a la mujer y al chico como rehenes.
– No.
Nasim se puso rígido y entrecerró los ojos.
– ¿A qué te refieres?
– Me refiero a que la mujer y el chico vienen conmigo.
– Y yo digo que se quedan.
– Entonces tendrás que esperar mucho tiempo para tener tu tesoro.
– ¿Faltarás a tu palabra?
– Ya sabes que no. Pero puedo tardar otros doce años en cumplir tu misión, y pareces estar muy impaciente.
Nasim masculló una maldición.
– En esto no te saldrás con la tuya.
– ¿Por qué no? Envías a Balkir conmigo. Dile que mate a la mujer y al chico si intento engañarte.
Nasim miró a Selene.
– ¿Y si ella está encinta? Quiero ese niño.
– ¿Y qué deseas más? ¿Ese tesoro o al niño que puede o no ser una realidad?
– Ambos.
– No puedes tener las dos cosas. Elige. -Miró a Nasim directamente a los ojos-. O te juro que esperarás mucho, mucho tiempo antes de que yo te traiga el tesoro.
– Podría arreglarlo todo arrojándolos a los dos desde la muralla ahora mismo.
– ¿Y privarte a ti mismo de tus rehenes? Además, eso me enfurecería. Nunca me has visto enfadado, Nasim. No tienes ni idea de cómo podría reaccionar.
Nasim se quedó callado unos instantes. Luego se encogió de hombros.
– Como bien dices, cuento con Balkir para matarlos si intentas traicionarme.
– Ésa será la única parcela en la que Balkir no estará a mis órdenes. Te encargarás de que me obedezca en todo lo demás.
– Eso no le va a gustar.
– ¿Te ha importado eso alguna vez? Ya va a ser suficientemente difícil robar ese cofre como para tener que preocuparme por un capitán que puede largarse en cualquier momento y dejarme en la estacada.
Nasim se encogió de hombros.
– Muy bien, le daré órdenes para que te obedezca como si fueras yo mismo. -Se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta-. Mandaré ensillar los caballos. Baja al patio inmediatamente. Quiero darte más detalles sobre la ubicación de la cámara de Tarik.
Selene esperó a que cerrara la puerta antes de decir:
– Lo has manejado muy bien. -Se puso en pie de un salto-. Aunque me daban ganas de darle una patada para que dejara de tratarme como si no estuviera en la misma estancia.
– Mejor, eso habría llamado su atención. Me alegro de que te hayas frenado. -Hurgó en sus alforjas y sacó la ropa de marinero que llevaba ella puesta cuando llegaron-. Estaba en la cuerda floja.
– No soy estúpida. Me di cuenta de que lo único importante era sacarnos de aquí. Ya nos preocuparemos de escapar de Balkir cuando llegue el momento. -Se puso la ropa como pudo y se pasó los dedos por el cabello. Le habría gustado trenzárselo para el viaje, pero era mejor salir cuanto antes.
No quería darle tiempo a Nasim para que cambiara de idea. Se dirigió hacia la puerta.
– Recoge tus cosas mientras voy a despertar a Haroun.
– Balkir está furioso. -Selene miraba cómo el capitán iba dando zancadas por el barco y emitiendo órdenes a voces-. Casi hubiera preferido que Nasim hubiera elegido a otra persona para acompañarnos.
– Yo no. -Kadar apoyó los codos en la baranda y miró al mar-. Si no le hubiera dado la misión a Balkir, yo se lo habría pedido.
Ella se volvió y lo miró sorprendida.
– ¿Por qué?
Él cambió de tema.
– No sé si tendré la oportunidad de liberaros a ti y a Haroun antes de llegar a Toscana. A Balkir le atemoriza ofender a Nasim, así que estará en guardia. Pero a lo mejor surge una oportunidad cuando empiece la acción.
Se refería a cuando tuviera que buscar el camino para entrar en la fortaleza de Tarik.
– Nasim está loco, ¿Cómo puede esperar que un hombre haga lo que no puede hacer un ejército?
– Ya veremos. A lo mejor es posible. -Sonrió con sorna-. Ya te lo he dicho antes: soy muy, muy bueno, Selene.
– Estarás muy, muy muerto.
– ¿Y entonces llorarás por mí?
Ella negó con la cabeza,
– Ya lloraste una vez por mí.
– Era una niña y una tonta.
– Una niña quizá, pero una tonta jamás.
Ella miró las aguas.
– No lo hagas, Kadar.
– Tengo que hacerlo. Si le traigo el cofre, dejará en paz a Montdhu. Además le he dado mi palabra.
– Una promesa a ese demonio no significa nada.