– ¿Entonces como sabes de mí y de mi misión?
– Tengo mi propia gente en Maysef.
Kadar lo miró con escepticismo.
– Claro, piensas que como los seguidores de Nasim son tan fanáticos yo no he podido introducir a alguien mío entre los suyos. Fue difícil pero no imposible.
– ¿Por qué lo haces?
– Porque Nasim es inteligente y perseverante. Sabía que al final encontraría a alguien que él considerase capaz de quitarme el cofre. Te eligió bien. He seguido tus progresos con interés desde que eras un muchacho. Eres verdaderamente único.
– Eres muy amable -dijo Kadar irónicamente.
– No soy amable en absoluto… a menos que me conmueva. Y cuesta bastante conmoverme últimamente. -Tarik señaló la silla que estaba frente a él.
– Bien, ¿vas a enfundar esa daga de una vez? ¿Por qué no entras y te pones cómodo?
– ¿Qué harías si no lo hiciera?
– Te la quitaría.
– ¿En serio?
– Sin hacerte daño, por supuesto. Eres demasiado valioso para hacerte daño. Incluso Nasim se dio cuenta de ello.
– ¿Crees que serías capaz de hacerlo?
– No era mi intención despertar tu instinto competitivo. -Suspiró-. Sí, podría hacerlo. Eres muy bueno, pero soy más viejo y tengo más experiencia.
– El ser más viejo no siempre es mejor.
– En este caso sí lo es. Pero no tengo intención de humillarte. Aunque creo que eres uno de los pocos hombres que lo aceptaría e incluso aprendería de ello. Siempre lo has hecho.
Hablaba con una seguridad tan absoluta que Kadar estaba intrigado. ¡Qué demonios! La situación era demasiado interesante como para no explorar. Metió la daga en su vaina y cerró la puerta con el pie.
– Bien.
Kadar atravesó la estancia y se dejó caer en la silla que Tarik le había indicado.
– ¿Por qué no fortificaste el muro sur?
– No habría sido muy hospitalario.
– ¿Por qué? -insistió.
– Porque te quería aquí -respondió Tarik con simpleza-. Llevaba esperando mucho tiempo a que Nasim perdiera la paciencia y te enviara a ti.
– ¿Querías que yo robase tu tesoro?
– No -respondió Tarik sonriendo-. Quería robarte de Nasim.
Kadar se puso tenso.
– No soy un esclavo. Nasim no me posee.
– El posee una pequeña parte de ti. Intentas desembarazarte de este vínculo, pero es muy fuerte. ¿Por qué estás aquí si no?
– Es obvio que sabes por qué estoy aquí.
– Ah, sí, mi tesoro. ¿Te dijo Nasim lo que era?
– Un cofre de oro con una cruz.
– ¿Y dentro del cofre?
Kadar se encogió de hombros.
– No me importa.
– Porque no eres un hombre avaricioso. Pero eres curioso. La curiosidad te mueve en la vida. Estás sediento de saber. Es un don bueno y maravilloso.
– ¿Por qué me querías traer aquí? -Los labios de Kadar se torcieron en un gesto de ironía-. ¿Tú también tienes una tarea para mí? ¿Robar un tesoro? ¿Asesinar a un hombre?
– Ah, sí. Tengo una tarea. Una tarea mucho más difícil y terrible que la que Nasim te ha encomendado.
– Tan terrible que no puedes dejar de sonreír.
– Siempre hay que estar sonriendo o llorando. Sonreír es mejor.
– ¿Qué tarea?
– Todavía no estoy seguro. Creo que eres la persona que he estado buscando, pero debo asegurarme. -Dio un sorbo de vino-. Así que te quedarás aquí conmigo una temporada.
– ¿Me estás tomando prisionero?
– No, a menos que sea necesario. Deseo que vengas voluntariamente. -Se inclinó hacia delante, abriendo y cerrando los ojos-. Considéralo. Estarás en posición de ganar mi confianza, dar tregua a mis sospechas y luego arrebatarme el tesoro delante de mis narices.
– ¿Y si prefiriera llevar a cabo la misma tarea a mi manera?
– Me temo que no te será permitido. He tomado mis precauciones. -Se puso en pie-. Y ahora sé que estarás deseando partir y volver con lady Selene. Estará sin duda preocupada.
Kadar se puso rígido.
– ¿Qué sabes de Selene?
– Sé que debe de ser excepcional para que te importe de esta manera. Podrás traerla contigo, por supuesto. Será muy bienvenida en Sienbara. El capitán Balkir y sus hombres pueden quedarse fuera. El actúa con rudeza en ocasiones, y deseo una época tranquila y sin problemas. Hay que tomar decisiones, y las batallas son muy perturbadoras.
– Creo que te estás quedando corto con la descripción -afirmó Kadar secamente.
– Depende de la batalla. Balkir me ocasionaría pocos problemas. ¿Puedo esperar que estés de vuelta después del amanecer?
– ¿Por qué debería volver, si puede saberse? ¿Por qué no volver con Nasim y decirle que he fracasado?
– Porque no has fracasado. Dices que te he allanado el camino para entrar. ¿No me lo has puesto fácil tú también? Eres muy listo. ¿Por qué no has maquinado un plan más complicado? ¿Por qué te has limitado a saltar el muro?
– En ocasiones los planes sencillos son los mejores.
– Para Balkir, posiblemente. No para ti.
– ¿Estás insinuando que deseaba que me capturaras?
– Lo único que digo es que todos seguimos caminos misteriosos y maravillosos -dijo haciendo una mueca-. Y otras veces, no tan maravillosos. Incluso pueden ser extremadamente desagradables. Pero ambos sabemos que no has fracasado y que no hay peligro de que te rindas y le digas eso a Nasim.
Kadar calló por unos instantes, recordando la emoción e impaciencia que sentía mientras escalaba el muro esa misma noche. Esa emoción aún estaba presente.
– Consideraré la vuelta.
– ¿Te parece que añada alguna exquisitez más a la olla? Ten en cuenta que será mucho más fácil para lady Selene y el muchacho escapar si los separas de Balkir. Considera también que te prometeré sacar el cofre de su escondite y dejártelo ver. ¿Acaso no es tentador?
Era tentador.
– ¿Me permitirás también ver el contenido del cofre?
– Ah, parece que vamos llegando a un acuerdo. No, me temo que debo ser más precavido. -Se paró a pensar unos instantes-. Pero te mostraré el objeto que ha hecho a Nasim redoblar sus esfuerzos para obtener mi tesoro. ¿Te parece bien?
– Como he dicho, lo consideraré.
– Bien. Me habrías decepcionado si te hubieras rendido tan fácilmente. Piénsalo. Sopesa la amenaza y las ventajas.
– Lo haré.
Kadar se dirigió hacia la puerta. Tarik gritó a sus espaldas:
– Y sal por la puerta principal. Nadie te detendrá. No me gustaría que te rompieras la cabeza cuando todo está saliendo tan espléndidamente.
– No me gusta -dijo Selene-, ¿Cómo sabemos que no es una trampa?
– Me podría haber atrapado esta noche. No tenía por qué dejarme marchar.
– Todo esto es de lo más extraño. ¿Qué clase de hombre es?
Kadar sonrió.
– De lo más peculiar.
– Pero no como Nasim.
– En absoluto como Nasim. Es difícil de describir.
Ella lo estudió.
– Por todos los santos, creo que hasta te gusta.
– Es demasiado pronto para hacer juicios, pero lo respeto.
– Y te intriga -dijo Selene perspicaz-. Siempre te han gustado los rompecabezas. ¿Se te ha ocurrido pensar que puede haber amañado toda esta situación para darte algo que desenmarañar?
– Sí, se me ha ocurrido.
– Y aun así quieres regresar al castillo.
– El rompecabezas existe. -Hizo una pausa-. Pero no necesitas venir conmigo. Existe la posibilidad de que Tarik quiera utilizarte como rehén de la misma manera que lo hizo Nasim. Podría pedirle que esperase unos días para poder organizar tu huida y la de Haroun.