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La actitud del joven soldado pareció suavizarse levemente.

– No deberíais preocuparos. Sus fuerzas no son tan grandes como para imponerse sobre nosotros.

– No estoy tan segura. El capitán Balkir es un hombre fiero y cruel. De repente desperté de un sueño en el que se iba acercando sigilosamente a esta muralla. He intentado volver a dormirme, pero me he quedado temblando sobre la cama. -Se mordisqueó el labio inferior mientras perdía la mirada en la oscuridad-. Pensé que si pudiera ver con mis propios ojos que él no se encuentra cerca de aquí, podría descansar. ¿Es aquello su campamento?

El soldado asintió.

– Y no ha habido muestras de movimiento en toda la noche.

– ¿Seguro? ¿Y si se las ha arreglado para deslizar a sus hombres fuera del campamento? ¿Y si él y sus hombres están ahora mismo justo al pie de la muralla, esperando para disparar sus flechas?

Él sonrió con indulgencia.

– Ahí no hay nadie.

– ¿Y si hubiera alguien?

– Os lo demostraré. -Avanzó un paso hacia la balaustrada e inclinó el cuerpo para poder ver lo que había justo debajo de él-. No hay rastro de nadie. ¿Veis? Nadie en…

Dio un gruñido cuando Selene lo golpeó con la jarra de latón que llevaba escondida bajo la capa.

Lo agarró mientras se desplomaba para que no se cayera al patio.

– Lo siento -susurró. Esperaba no haberle hecho algo más que atontarle. Parecía un joven agradable.

Un instante después soltó un suave quejido. Una bendición contradictoria. Ahora tendría que preocuparse por si recuperaba el sentido antes de que pudiera bajar el muro.

Desató la cuerda que llevaba enrollada en la cintura y la ató a un contrafuerte.

El guardia se quejó de nuevo.

Empezó a descender por la muralla.

– Por fin te encuentro. -Tarik abrió de par en par la puerta de la biblioteca y entró cojeando en la estancia. Tenía su oscuro pelo algo despeinado, pero estaba completamente vestido-; He estado buscándote por todo el castillo. ¿Qué estás haciendo aquí en mitad de la noche?

Kadar cerró la cubierta del manuscrito de De Troyes.

– Me acordé de algo y quise releer algunos pasajes.

Tarik entrecerró los ojos.

– ¿Por qué?

Kadar replicó:

– ¿Por qué estás tan preocupado por mi paradero como para venir a buscarme en plena noche?

– Pensaba que tú también te habrías marchado.

Kadar se puso rígido.

– ¿Marchado?

– A Selene le pareció apropiado golpear a un guardia del muro sur y abandonar la fortaleza.

– ¡Santo cielo! -Kadar murmuró una maldición por su propia estupidez. Sabía que estaba alterada. Debería haberla seguido-. ¿Y Haroun?

Tarik negó con la cabeza.

– Se ha ido sola.

– Y tú has venido a buscarme.

– No creía que ella hubiera sido capaz de convencerte para marcharte, pero pensé que podías haberla seguido para intentar encontrarla.

– Lo haré -dijo con gesto adusto.

– No hay necesidad. Cuando el guardia volvió en sí, vio el campamento de Balkir en movimiento. El capitán ha debido interceptarla cuando intentaba escapar.

– Ella no estaba intentando escapar.

– ¿Cómo?

– Si hubiera querido escapar, se habría llevado a Haroun. Lo siente bajo su responsabilidad.

– ¿Entonces por qué ha saltado la muralla?

– Yo no quería irme con ella. Sabía que la seguiría si se ponía en manos de Balkir.

Tarik frunció los labios y emitió un silbido sordo.

– Inteligente.

– Tengo ganas de estrangularla. ¡Dios mío! Apostaría a que se plantó en el campamento de Balkir y los despertó para que la hicieran prisionera.

– Esa escena no está exenta de una cierta gracia.

– Para mí no la tiene en absoluto. -Kadar se dirigió hacia la puerta-. Yo soy quien tiene que ir a buscarla.

– Espera.

Kadar le dirigió una fría mirada por encima del hombro.

– No permitiré que permanezca en manos de Balkir, Tarik.

– No pensaba que lo hicieras. Simplemente me preguntaba si querrías una escolta para acompañarte.

– Si Balkir ve que existe la mínima oportunidad de perderla, le cortaría el cuello. Iré solo.

– ¿La mataría? ¿Ella no era consciente del peligro?

– Lo sabía. No ha sido un impulso irreflexivo. Sabía exactamente lo que estaba haciendo.

– Entonces intentará impedirte que regreses -dijo en voz baja.

– Yo voy, Tarik. No intentes detenerme.

– No me beneficiaría que te fueses ahora.

Kadar se puso rígido ante la velada amenaza en el tono de su interlocutor. Lo miró directamente a los ojos.

– No la dejaré allí. Tendrás que matarme para impedirme que vaya.

– No, no lo haría. Hay muchas maneras de… -Tarik se detuvo y la amenaza desapareció de su expresión. Entonces dijo algo con tono cansado-: Pero parece que carezco de la voluntad para utilizarlas. -Hizo un gesto con la mano-. Vete. Tráela de vuelta. Dejaremos que la fortuna decida. Quizá tengamos suerte. Quién sabe, el destino me debe una.

– Sabía que vendrías -dijo Balkir a Kadar con una sonrisa petulante-. Aunque no tengo ni idea de por qué serías tan estúpido, Al fin y al cabo no es más que una mujer.

– Y bastante problemática, por cierto -añadió Kadar-. No sé por qué me molesto en venir a buscarla. Tuvimos un pequeño desacuerdo y decidió castigarme huyendo.

– ¿Entonces no te importará que me quede con ella, verdad?

– No me importaría, pero Tarik desea que vuelva. ¿Dónde está?

– En su tienda. -Hizo una pausa antes de añadir-Donde se quedará hasta que vuelvas con el tesoro.

– Ya te he dicho que debes tener paciencia hasta…

– Se me acabó la paciencia. Tráeme el tesoro o mataré a la mujer.

– Nasim no aprobaría este comportamiento tan impetuoso. Te castigaría por…

– Muy al contrario, yo lo apruebo.

Kadar se dio la vuelta hacia la salida de la tienda.

Nasim apareció de repente.

– Hola Kadar. A mí también se me ha acabado la paciencia.

– No sabía que te encontraras aquí.

– Llegué hace tan solo una hora. Justo antes del amanecer. No me gustó el mensaje que recibí de Balkir. Apestaba a traición.

– Te dije que te traería el cofre. Y lo haré.

– Si Tarik no te tienta para que te alejes de mí. Lo encuentras muy persuasivo, ¿no es así?

– Te traeré el cofre.

Negó con la cabeza.

– Ya no confío en ti.

– Nunca lo has hecho. Tú no confías en nadie.

– Desde luego no en alguien contaminado por ese diablo de Tarik. -Sonrió-. Así que nos quedaremos con la mujer hasta que traigas el cofre. Tienes hasta mañana al amanecer. Por cierto, ¿está encinta?

– No.

– Una pena. Tendré que poner remedio a ello cuando estemos de vuelta en Maysef.

No muestres tu rabia. Contrólate.

– Tarik desea que regrese al castillo. Será más fácil para mí robar el cofre si lo tenemos contento.

– ¿Contento? ¿También está copulando con ella?

– No, pero mientras ella está en el castillo siente como si me tuviera más agarrado.

– Y así es -dijo Nasim-. Así que ella se quedará aquí.

Kadar se dio cuenta con frustración de que no cambiaría de opinión. Tenía muy pocas posibilidades de convencer a Balkir para que soltase a Selene, pero con Nasim allí no tenía ninguna.

– ¿Puedo verla?

– Por supuesto. Incluso puedes copular con ella si lo deseas -dijo Nasim sonriendo-, como gesto de buena voluntad. Yo también quiero tenerte contento.