Ella estaba sufriendo y él no podía ayudarla.
Por Dios, no podía soportarlo.
Ella se había encerrado en sí misma y lo había apartado de su lado. Ya había ocurrido antes, pero sabía que con paciencia y tiempo siempre llegaba a ella. Pero esta vez no era lo mismo. Nunca la había visto igual. Aparentaba varios años más, y los muros que había levantado a su alrededor eran duros como el acero.
Deja de sentir y empieza a pensar. Siempre se puede hacer algo. Tenía que haber algún modo de acercarse y que ella aceptara.
Se conocían demasiado bien. Ella estaría a la defensiva contra cualquier treta conocida. Cualquier camino que tomara debería ser uno por el que no hubiera andado con anterioridad.
Esa noche Selene estaba a punto de abandonar su aposento cuando Kadar llamó a la puerta.
– Confío en que no tendrás objeción en que te acompañe, ¿verdad? -preguntó Kadar con toda la suavidad que fe fue posible-. Puede que ya no te importe, pero tengo mis costumbres.
Pasó por su lado y empezó a bajar hacia el salón.
– No es necesario.
– Pero no conoces la villa -dijo poniéndose a su lado-. Podrías perderte.
– Lo dudo. Ni siquiera es tan grande como Sienbara.
– Entonces dame ese placer. Ese vestido te sienta muy bien. Siempre me ha gustado el blanco para ti. ¿De dónde lo has sacado?
– Tarik. Supongo que será de alguna de las sirvientas. Todas van de blanco.
– Muy considerado. Debería habérseme ocurrido a mí, pero estaba un poco preocupado.
Ella lo miró con cautela. No quedaba nada de la difícilmente reprimida frustración y desesperación que tenía antes. Su tono era tranquilo, su comportamiento un tanto burlón, pero le notaba otra emoción que no podía definir, y eso la preocupaba.
El sonrió.
– He sugerido a Tarik y a Layla que nos esperen en la terraza. Hace una noche espléndida como para estar dentro. ¿Has visto el atardecer?
– No.
– Siempre se debe prestar atención a la belleza. Nunca se sabe cuándo nos va a abandonar. -La acompañó hasta una puerta con columnas a su izquierda-. Deberías considerarlo.
Se adelantó y salió a la terraza.
Layla y Tarik estaban de pie junto a la balaustrada y se dieron la vuelta cuando vieron llegar a Selene.
– Ah, pareces más descansada. Espero que te hayas acomodado bien. -Tarik miró a Kadar y sonrió con complicidad-. No quiero ni pensar qué sería de mí si algo te desagradara. Al parecer Kadar está un poco molesto con nosotros.
– A decir verdad ya he recuperado mi buen humor. No te preocupes. -Kadar se dejó caer en una silla junto a la mesa de madera bajo la pérgola emparrada-. Siempre que prestes atención a nuestra importante discusión. -Miró a Selene-. Ya estamos aquí. Reunidos según tus órdenes, esperando dócilmente tus palabras. ¿Qué deseas de nosotros?
Ignora esta burla. Di lo que tengas que decir.
– Quiero a Nasim muerto.
La expresión de Kadar no se inmutó.
– Pensaba que sería eso.
– Necesitaré ayuda. Lo haría yo misma, pero tiene demasiado poder, demasiados hombres.
– Considero tu afirmación correcta. No se me ocurre nadie que pueda enfrentarse a él sin ayuda. Algunos dirían que es imposible. Rara vez está solo. Puede contar con sus sicarios en todo momento.
– ¿Me estás diciendo que no vas a ayudarme?
– No, lo que digo es que será difícil y posiblemente mortal -afirmó con tono indiferente-. Además, no estás entrenada para acometer semejante hazaña con éxito.
– Pero vosotros sí. Podríais enseñarme.
– ¿Deseas invertir tantos años como yo en aprender el camino oscuro? -Negó con la cabeza-. No lo creo. No va con tu temperamento, Selene.
– Lo que quiero es verlo muerto. Haré lo que sea necesario para conseguirlo.
– Eso te crees, pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Requiere un buen grado de ferocidad que tú no posees.
– Entonces la adquiriré. He aprendido muchas lecciones últimamente. No tengo más que recordar a Haroun -dijo con voz repentinamente violenta-. ¿Te ha contado Layla cómo Nasim lo cortó en pedazos? Intentó salvarnos, y ese monstruo…
– Me lo ha contado -interrumpió-. Pero las emociones van y vienen, y suelen interponerse en el camino para conseguir objetivos. Ese recuerdo no te ayudará, sino que te lo pondrá más difícil.
Él se mostraba frío y objetivo, totalmente distinto al Kadar que ella conocía. No sabía qué se esperaba, pero seguro que no era esa lejanía. Kadar nunca se había distanciado de ella.
– No puedo evitarlo. Las emociones están ahí. Y siempre lo estarán. -Luego añadió deliberadamente-: Supongo que no puedo esperar que sientas nada por el hijo que murió a causa de Nasim. Para ti no fue real.
Asomó una ligera emoción en su expresión, pero se desvaneció al instante. Arqueó las cejas y dijo:
– ¿Esa puñalada pretendía sacar sangre? Más te vale disparar tus flechas hacia el verdadero enemigo. Una de las primeras cosas que aprendí es que hay que concentrarse en lo importante e ignorar el resto.
– Lo único importante es matar a Nasim, no permitiré que salga impune. No sería justo. Nada de lo ocurrido está bien. No podemos permitir que destruya y salga corriendo. No le permitiré que… -Se le quebró la voz, pero procuró atemperar la pasión en ella contenida-. Ya no saldré corriendo a esconderme. Esto tiene que acabar.
– Ten paciencia. El tiempo a su manera vence a los peores enemigos -dijo Tarik con suavidad-. El riesgo es demasiado grande, Selene.
Se volvió hacia él.
– No me hables de paciencia. Tú eres casi tan pérfido como Nasim. Desde el principio habéis estado jugando entre vosotros y nos habéis manejado a Kadar y a mí a vuestro antojo, como si fuéramos peones en vuestro tablero.
Tarik suspiró.
– Precisamente porque sois importantes habéis sido arrastrados hasta nuestras maquinaciones. Estaba muy cansado. Creía que tenía el derecho de… Nunca quise haceros daño a ninguno de los dos.
– Bien, pues lo has hecho. A Kadar casi lo matan Haroun ha sido asesinado. Yo he perdido un hijo.
– Deja de atacarlo -dijo Layla-, Tú no entiendes nada. Ha cometido errores, pero no pretendía hacer daño. Ha sido Nasim el que ha hecho todo esto.
– Es cierto. No entiendo nada. Los dos os habéis encargado de que no entendiéramos nada -afirmó mirando fijamente a Tarik-. Pero eso va a cambiar. No voy a seguir vagando por la oscuridad como antes. Nasim quiere el grial. Es el arma que utilizaremos para atraparlo. Necesito saber por qué lo quiere. Quiero saberlo todo sobre él.
– Lo siento, no puedo decírtelo.
– No digas eso. Me merezco saberlo.
– Díselo-intervino Layla de repente.
– Permanece en silencio, Layla.
– No callaré. Ella tiene razón y tú estás equivocado.
– Siempre has pensado que estaba equivocado cuando el problema es que soy demasiado responsable.
– No eres Dios; solo puedes intentar hacer las cosas lo mejor posible. ¿Te va a impedir eso tomar alguna iniciativa al respecto? ¿Y qué pasa con Kadar? ¿No le vas a decir nada de lo que ha pasado?
– Iba a decírselo. Pero poco a poco.
– ¿Por qué? No da la impresión de ser demasiado sensible. No tiene por qué responder como Chion.
– Esa afirmación me ofende. Tengo un corazón muy sensible. -Kadar hizo una pausa-. Pero debo admitir que mi curiosidad es más grande que la delicadeza de mis sentimientos. Me encantaría que dejaras ya esta discusión y le proporcionaras a Selene la información que desea.
– Díselo, Tarik -instó Layla-. O lo haré yo.
Tarik permaneció en silencio durante largos instantes.
– Es un error.
– Entonces comete un error. Te sentará bien.