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Se encogió de hombros.

– De ti depende.

Layla sonrió.

– Podré soportarlo.

Tarik se volvió hacia Selene.

– Pregunta lo que quieras.

– ¿Por qué Nasim quiere el grial?

– Cree que le proporcionará poder.

– Pero está equivocado.

– No, podría darle poder pero no de la manera que él se imagina.

– ¿Qué quieres decir con eso?

– El grial tiene una inscripción -dijo Kadar-. ¿Qué significa? ¿La localización de un gran tesoro?

– Sí-respondió Tarik torciendo el gesto-. O del infierno.

– No tiene nada que ver con el infierno -replicó Layla con fiereza-. Es un gran regalo.

Tarik negó con la cabeza.

– Lo es -insistió Layla-. Si quisieras ver que hay posibilidades de que… -Se detuvo para tomar aliento-. No es un mapa, son las indicaciones para… No, no lo estoy haciendo bien. Debes empezar desde el principio, Tarik.

– No me has dado la oportunidad -dijo encogiéndose de hombros-. El principio para mí fue cuando llegaste a la Gran Biblioteca. -Miró a Kadar-. Ya te he hablado de la biblioteca y de lo que significaba para mí. Cuando vino Layla y me dijo que deseaba investigar entre los pergaminos para encontrar un documento dictado por Selket, simplemente me lo tomé como un reto. No me habló del contenido del pergamino.

– ¿Pergamino? ¿Y qué me dices del grial?

– El grial vino después. Me llevó varias semanas localizar el pergamino. Solo podía buscarlo en mi tiempo libre. Al caer la noche, permitía a Layla entrar en la biblioteca y entre los dos rastreábamos todos los pergaminos griegos. Al principio no estaba seguro de que fuera el que buscábamos, pero al inicio había una palabra que no podía dar lugar a dudas. Fue entonces cuando Layla me habló del contenido del pergamino. No podía creerlo. Me reí de ella. Cogió el pergamino e intentó reunir en una lista todas las hierbas mencionadas en él. No fue fácil. Algunas eran completamente desconocidas para nosotros, y el ingrediente principal era una rara planta que crecía en la ribera del Nilo. Por fin creímos tener todos los ingredientes necesarios. Alquilamos una pequeña cabaña cerca del mercado y comenzamos a hacer la mixtura. Para mí era meramente una aventura. Un ejercicio de aprendizaje. -Hizo una pausa-. Pero Layla creía en ello. Estaba obsesionada. Corría grandes riesgos cada vez que venía a la cabaña. Los sacerdotes empezaron a sospechar de ella y yo intenté convencerla para que se viniera conmigo al campo, donde estaríamos seguros. Pero no quiso. Tenía que terminar el trabajo.

Layla hizo un gesto de indiferencia.

– Y cuando por fin lo conseguimos, no sabíamos qué hacer con ello. ¿Cómo probarlo? ¿Cómo saber si Eshe era verdad o mito?

– ¿Eshe?-preguntó Selene.

– La palabra grabada en la copa -murmuró Kadar.

Tarik asintió.

– Y la palabra que reconocí en el pergamino.

– ¿Y qué significa?

– Vida-dijo simplemente-. Selket llamó a esa mezcla Eshe porque es lo que era: una manera de engañar a la muerte. Pensó que había encontrado un modo de prolongar la vida más allá de lo normal. -Sonrió-. Los dos me estáis mirando con la misma cara que puse yo cuando Layla me habló sobre el contenido del pergamino. No me creéis. -Se encogió de hombros-. Sabía que ésta sería vuestra respuesta. Sois inteligentes, y ésta es la reacción inteligente.

– Huele a brujería, y nunca he creído en elixires mágicos -dijo Kadar-. Los hombres siempre han buscado una manera de evitar la muerte y siempre ha sido en vano. No veo por qué esto sería diferente.

– ¿Y tú, Selene?

Negó con impaciencia.

– Incluso si lo creyera, no importaría. Lo único que importa es que Nasim lo cree y que podemos utilizarlo para atraparlo.

– Vida y muerte -dijo Tarik-. Os he presentado una posibilidad fascinante. ¿Ni siquiera os tienta morar en la vida y no en la muerte?

Selene se dio cuenta de que él no entendía nada.

Hasta que Nasim no recibiera su castigo, no podía pensar en otra cosa.

– Hablas de ese Eshe -dijo Kadar-. ¿Qué tiene que ver con el grial?

– Los papiros son frágiles y se destruyen con facilidad. El oro es el metal más duradero. Layla y yo grabamos la información del pergamino en la copa.

– Y Nasim oyó rumores sobre el grial y pensó que era un cáliz mágico -dedujo Kadar.

– Hace tiempo que Nasim dejó atrás su juventud y su poder está menguando -reconoció Tarik-. A diferencia de ti, él cree en la brujería. Semejante historia debió llamar su atención.

– ¿Entonces haría cualquier cosa por conseguirlo? -preguntó Selene.

– Me parece que ya lo ha demostrado en Sienbara -dijo Tarik.

– Tengo que estar segura.

– No es posible, Selene -intervino Layla con suavidad-: Sé perfectamente cómo te sientes, pero no podemos usar el grial como cebo para Nasim. Te daremos oro, soldados, cualquier cosa que desees. Pero no podemos arriesgarnos a perder el grial

– No tienes ni idea de cómo me siento. Y lo utilizaremos.

La expresión de Layla se endureció.

– No. ¿Crees que he luchado y trabajado por Eshe para dejar que…?

– Creo que es hora de dar las buenas noches-dijo Kadar levantándose y agarrando a Selene por el codo-. Podemos discutir sobre esto mañana. ¿Qué tal si nos vemos aquí dos horas después de que amanezca?

– Quiero discutirlo ahora -dijo Selene.

– No, de ninguna manera. Todos necesitamos reflexionar sobre este problema y sus soluciones. Te llevaré hasta tu aposento. -Medio a empujones, Selene llegó hasta la puerta-. Mañana.

Antes de darse cuenta, ya estaba en el salón. Se soltó de las manos de Kadar.

– Esto tiene que solucionarse esta noche.

– Se solucionaría. Tarik y Layla se mantendrían en sus trece y te rechazarían. ¿Es eso lo que quieres?

– Por supuesto que no. -Pero es lo que pasaría, pensó con sensatez. La desesperación y la rabia la habían llevado a presionar demasiado, además, ni Tarik ni Layla respondían bien ante la coacción. No importaba cuan desesperada estuviera ella por poner un plan en acción, tendría que esperar y acometer la situación desde otra perspectiva-. Hablaré con ellos mañana. -Inició el descenso hacia el salón.

– Estás siendo muy sensata -murmuró cuando se puso a su altura-. No es una buena señal.

– Yo no me siento tan sensata -dijo ella sin mirarlo-, ¿Vas a ayudarme?

– Todavía no lo he decidido. El camino que has elegido es muy peligroso.

Una sacudida le recorrió el cuerpo. La ayuda de Tarik y de Layla nunca había sido segura, pero jamás había dudado de contar con la ayuda de Kadar, con su consentimiento o no.

– Es lo correcto.

– Como te he dicho, aún no lo he decidido. Tendré que pensarlo.

Habían llegado a la puerta y ella se volvió hacia él.

– Esta noche pareces diferente.

Él sonrió.

– ¿En serio? A lo mejor es que me ves con más claridad. Dudo que nadie más pueda apreciar la diferencia.

No, pero nunca había estado con ella igual que con el resto del mundo. Delante de los demás había mostrado la ironía, la oscuridad, los límites bajo la superficie. A ella nunca le había mostrado esa faceta.

Hasta esa noche.

– ¿Por qué te comportas así?

– ¿Piensas que debería ser amable contigo? Tú no quieres mi amabilidad. Tú quieres de mí lo mismo que el resto del mundo. Un hombre para matar, una tarea que cumplir. -Hizo una reverencia-. Así que debo tratarte igual que a cualquier otra persona y sopesar las ventajas y las consecuencias de darte lo que quieres. -Le abrió la puerta-. Te deseo que pases una buena noche. Que duermas bien, Selene.

– Yo no quería… -Se quedó callada. ¿Qué podía decir? Lo necesitaba, y planeaba utilizarlo, como él mismo había dicho. No le extrañaba que se hubiera distanciado-. No quería hacerte daño. No quiero que mates a Nasim. Solo quiero que me enseñes cómo hacerlo yo.