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Se puso rígido.

– ¿Sabes si fue el grial?

– ¿Qué si no? Ya viste la herida.

Los ojos de Nasim escrutaban hambrientos el rostro de Kadar.

– ¿Sabes la suerte que tienes? Eres joven y estás congelado en el tiempo. Cada año que pasaba sabía que el cuerpo me iba fallando y no podía echar mano del grial -confesó frunciendo el ceño-, pero quizá si bebo constantemente del grial, los años pasarán hacia atrás. ¿Es eso posible?

Hizo un gesto de indiferencia.

– Sé poco sobre el grial.

– Tarik no parece rejuvenecer. Se limita a quedarse igual -dijo torciendo la boca-. Así que tomaré lo que pueda.

– ¿Aceptas el acuerdo?

– Con mis condiciones. No iré sin protección al lugar de encuentro, y seré yo quien te haga saber el lugar mañana por la tarde.

– Haz llegar el mensaje al viejo ciprés cerca del arroyo que se encuentra a dos leguas de aquí. Creo que será mejor que tú no sepas dónde estoy exactamente de ahora en adelante -añadió con sorna-. No es que no me fíe de ti, pero Balkir podría estar tentado de atacar mientras estoy descuidado y ensartarme con otra vez con su espada.

– Tú nunca estás descuidado -replicó Nasim sonriendo furtivamente-. ¿Quieres que te envíe a Balkir con el mensaje mañana?

– ¿Estás enfadado con él? ¿No quieres volver a verlo vivo?

– Pensándolo bien, enviaré a otra persona. No te entregaré a Balkir hasta que vea ese cofre de oro.

– Como prefieras, pero más vale que no siga respirando ni un minuto más después de que eso ocurra.

– No vivirá más que tú si intentas traicionarme. -Hizo una pausa-. Y si encuentro a la mujer, la mataré también. No podrás esconderla para siempre.

– No estoy preocupado. Cuando tengas el grial, perderás interés en nosotros dos.

– Eso es cierto. -Los ojos de Nasim resaltaban brillantes en su tenso rostro-. Nada es más importante. Tráeme el grial. Tengo que poseer el grial.

– Mañana -dijo Kadar dándose la vuelta para marcharse-. No te decepcionaré. Asegúrate tú de no decepcionarme a mí.

El ejército de Vaden estaba acampado a unas cinco leguas al este del campamento de Nasim, en la ladera sur del Monte Vesubio.

Selene, Tarik y Layla llegaron al campamento al atardecer. Kadar salió cabalgando a su encuentro.

– ¿Lo has traído?

Tarik hizo un gesto con la cabeza indicando la mula tras él.

– Selene ha visto que lo he hecho. Me ha vigilado como un halcón mientras lo cargaba en la mula. No estaba dispuesta a que fueras a Nasim sin algo con lo que negociar. ¿Qué tal ha ido todo hoy?

– Tal y como esperábamos. -Kadar se volvió hacia Selene y le dedicó una sonrisa-. Ya ves, tanta preocupación para nada.

– No estaba preocupada. -Eso era mentira. El alivio que sintió al verle casi le provocó un mareo-. No esperaba que ocurriera nada hoy. Confiaba plenamente en que pudieras evitar que Nasim te matara al ponerle delante de las narices el grial. -Se deslizó de la silla-. Los dos sabemos que el momento más peligroso será cuando se apodere del grial. ¿Está Vaden preparado?

– Yo siempre estoy preparado -replicó Vaden uniéndose a ellos-, pero no estoy seguro de que me den la oportunidad de probar mi preparación. Estamos demasiado lejos.

– Una vez haya recibido mañana el mensaje sobre la nueva localización de Nasim, tendrás la oportunidad de acercarte. Si es que puedes hacerlo sin que los guardias de Nasim te vean.

– Podré hacerlo. -Dirigió la mirada hacia el arcón atado a la mula-. ¿Es eso?

Layla asintió.

– Y más te vale estar preparado para protegerlo.

– Yo protegeré a Kadar y haré lo posible por destruir a Nasim y a sus hombres. Es mi única obligación. No quiero tener nada que ver con tu grial. Ya he tenido mi ración. -Giró sobre sus talones y se alejó.

– Vaden no está muy entusiasmado con los objetos de poder -comentó Kadar-. Tendrás que confiar en mí -dijo volviéndose hacia Selene-. Nuestra tienda está ahí. ¿Estás lista para comer o preferirías asearte un poco?

– Ninguna de las dos cosas. Me siento entumecida de la cabalgata. -Se dirigió hacia el perímetro del campamento-. Me apetece dar un paseo.

Kadar la alcanzó.

– ¿Puedo ir contigo?

– Si lo deseas…

– ¿No me invitas?

– Estoy de pésimo humor. No seré una compañía agradable.

– Prefiero estar contigo de mal humor que con cualquier otra persona de buen humor.

Ella sintió cómo se derretía ante sus palabras. No era una noche para discutir con él, por muy tensa que estuviera. Aminoró el paso y caminaron en silencio durante un rato.

– ¿Tienes alguna idea de dónde querrá encontrarse contigo?

– Tengo una ligera idea del lugar que yo elegiría. He explorado la zona y hay una meseta en el lado oeste de la montaña. Está lo suficientemente abierto como para divisar cualquier fuerza de ataque por un lado, y el acantilado cae en picado por el otro lado del valle. Me sorprendería que Nasim escogiera otro sitio.

– No puedes limitarte a cabalgar hasta su campamento con el grial.

– Hay un grupo de rocas a poca distancia de allí. Esconderé el grial allí y procuraré alejar a Nasim del campamento.

– He estado pensando en Balkir. El siempre acompaña a Nasim.

– Me parece que he encontrado una manera de deshacerme de él. Ya veremos mañana.

Especulación. Todo se mostraba tremendamente inseguro. Ella sintió cómo se le encogían los músculos del estómago solo con pensarlo. No pienses en ello. No todavía.

Se detuvo al llegar a un promontorio desde donde se divisaban las ruinas que había debajo.

– Tarik dice que hay gente, una ciudad entera enterrada bajo todas esas piedras. -Le dio un escalofrío-. Una noche estaban vivos y contentos y al día siguiente estaban enterrados. Todos sus planes, todas sus preocupaciones y todas sus alegrías se esfumaron.

– Deja de darle vueltas. Su situación no tenía nada que ver con la nuestra. Este tipo de desastres sucede una vez cada mil años. Ningún volcán va a entrar en erupción ni nos va a enterrar vivos. Nosotros controlamos nuestro destino.

– Lo sé. -Sin embargo sentía una fuerte melancolía al mirar las ruinas-. De todas formas tuvo que ser horrible. Tarik oyó decir que el cielo permaneció negro durante días.

– Dudo que lo oyera de segunda mano.

Los ojos de ella volaron hacia el rostro de él.

– ¿Por qué dices eso?

No la miró.

– Seguramente estaba aquí o por los alrededores.

– ¿Cómo? -susurró ella-. Eso tuvo lugar hace siglos.

– Efectivamente.

– ¿Qué me estás queriendo decir?

– Pregúntale a Tarik -dijo atrayéndola hacia sí-. Pero no ahora. Quiero abrazarte.

Siglos, pensó ella incrédula.

– No es posible. Pensé en algunas décadas.

– Igual que yo.

– ¿Y Layla?

– Lo mismo. -Hizo una pausa-. Sabía que te asustaría, pero era importante que lo supieras. Nadie debería tomar una decisión sin saber la verdad completa.

– Es más increíble ahora que nunca.

– No cuando hablas con ellos.

– Con ellos no quiero hablar de esto. -Se puso rígida-. ¿A qué decisión te refieres?

– Ahora no. Te sientes un poco desesperada, y no sería justo.

– Quiero saberlo.

El negó con la cabeza.

Ella se aferró a sus brazos. Tenía una escalofriante idea de la opción que se le ofrecía.

– Entonces dime qué decisión has tomado tú.

– Yo no tuve más remedio.

Sus palabras le golpearon como un puñetazo.