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– La tercera carta representa mis metas -dice con esa voz que suena a cuero frotando contra cuero-. El Loco está a punto de tirarse de un acantilado y es una buena carta. Representa embarcarse en un viaje o dar un gran paso adelante. Esto podría representar la campaña del disco que sale ahora o la nueva gira.

Dice:

– Me dan miedo las salas abarrotadas. No me gusta estar rodeado de mucha gente, pero me siento muy cómodo en el escenario delante de miles de personas. Creo que es una forma de defenderse de esa fobia.

Su voz es grave y suave y desaparece por debajo del susurro del aire acondicionado.

– Sé que es raro, pero soy muy tímido -dice-. Y esa es la ironía de ser un exhibicionista, de estar delante de tanta gente. Y es que en realidad soy muy tímido.

»También me gusta cantar a solas. Cuando canto prefiero que haya cuanta menos gente mejor. Cuando estoy grabando, a veces los obligo a pulsar la tecla de grabar y salir de la sala.

Sobre las giras, dice:

– Las amenazas de muerte hacen que la vida valga la pena, hacen que todo sea excitante. Son el alivio supremo contra el aburrimiento. Estar en medio de todo eso. Yo pensaba: «Sé que para transmitir lo que quiero transmitir voy a tener que llevar las cosas hasta un extremo tal que me situaré en lo más bajo y me convertiré en la persona más despreciada del mundo. Voy a representar todo eso a lo que os oponéis y vosotros no podréis decir nada para hacerme daño ni para hacer sentirme peor. Solamente podré ir hacia arriba». Creo que eso fue lo más gratificante, sentir que nadie podría hacerme daño de ninguna forma. Aparte de matándome. Porque represento lo más bajo. Soy lo peor que puede haber, así que nadie puede decir que yo haya hecho nada que me ha hecho quedar mal, porque ya digo de entrada que soy lo peor. Fue muy liberador no tener que preocuparme de cómo la gente iba a intentar acabar conmigo.

»Si no os gusta mi música, no me importa. Es algo que no me preocupa. Si no os gusta mi aspecto, si no os gusta lo que tengo que decir, todo eso es parte de lo que estoy buscando. Me estáis dando justo lo que pido.

Manson reparte su cuarta carta: la Muerte.

– La cuarta carta es tu pasado lejano -dice-, Y la carta de la Muerte representa en la mayoría de los casos una transición, y es parte de lo que te ha traído hasta donde estás y a como estás ahora. Esto tiene mucho sentido, teniendo en cuenta que acabo de pasar por una transición grandiosa que ha tenido lugar en el curso de los últimos diez años.

Sentado en la sala de color azul oscuro de su discográfica, dice:

– Creo que mi madre tiene en muchos sentidos ese síndrome de Munchausen que hace que la gente intente convencerte de que estás enfermo para poder aferrarse a ti durante más tiempo. Porque cuando yo era joven, mi madre siempre me decía que era alérgico a distintas cosas a las que no era alérgico. Me decía que yo era alérgico a los huevos y al suavizante y a toda clase de cosas extrañas. Forma parte del elemento médico también, porque mi madre es enfermera.

Sus pantalones de cuero negro son tan largos que ocultan unos zapatos negros de suela gruesa.

Dice:

– Recuerdo que se me cerró la uretra, y me tuvieron que meter un taladro por la polla y desbloquearla. Fue lo peor que le podía ocurrir a un niño. Me dijeron que después de pasar la pubertad tenía que volver y hacérmelo otra vez, pero yo les dije: «Ni hablar. Ya no me importa cómo sea mi flujo urinario. Yo no vuelvo».

Su madre todavía guarda su prepucio en una ampolla.

– Cuando yo estaba creciendo, no me llevaba bien con mi padre. El no estaba nunca, y por eso yo no hablaba nunca de él, porque no lo veía. Trabajaba todo el tiempo. Yo no considero que lo que yo hago sea trabajo, pero sí creo haber heredado su determinismo de la adicción al trabajo. Creo que no fue hasta que yo tenía veintitantos cuando me habló de sus experiencias en la guerra de Vietnam. Entonces empezó a hablarme de la gente a la que había matado y a contarme que había estado involucrado en cosas relacionadas con el Agente Naranja.

Dice:

– Mi padre y yo tenemos los dos una especie de trastorno cardíaco, un soplo en el corazón. De niño yo estuve muy enfermo. Tuve neumonía cuatro o cinco veces y siempre estaba en el hospital, siempre flaco, esquelético y listo para que me dieran de guantazos.

Suenan teléfonos en las demás oficinas. Por la calle avanzan cuatro carriles de tráfico.

– Cuando estaba escribiendo el libro [su autobiografía] -dice Manson-, todavía no había llegado a la conclusión de lo mucho que me parezco a mi abuelo. Hasta que llegué al final del libro no me di cuenta. De que de niño yo lo veía como a un monstruo porque tenía ropa de mujer y consoladores y todo eso, y a fin de cuentas resulta que yo me he vuelto mucho peor de lo que era mi abuelo.

»Creo que no le he contado esto a nadie -dice Manson-, pero lo que he descubierto durante el último año es que mi padre y mi abuelo nunca se llevaron bien. Mi padre volvió de la guerra de Vietnam, y como que lo echaron a la calle y le dijeron que tenía que pagar alquiler… Hay algo realmente oscuro en esa historia que nunca me ha gustado. Y el año pasado mi padre me contó que había descubierto que no era su padre verdadero. Y oír aquello fue muy extraño, porque de pronto empezó a tener sentido que lo trataran así de mal y que tuviera una relación familiar tan rara. Resulta verdaderamente extraño pensar que no era mi abuelo de verdad.

Dice:

– Sospecho que hay tantas imágenes de la muerte porque de niño, por el hecho de estar siempre enfermo y de tener tantos parientes enfermos, viví durante mucho tiempo con el miedo a la muerte. Viví con miedo al demonio. Con miedo al fin del mundo. Al Éxtasis, que es un mito cristiano que descubrí que ni siquiera existe en la Biblia. Y me acabé convirtiendo en todo eso. Acabé convirtiéndome en las cosas que temía. Así es como conseguí vencerlas.

En el desván, Manson reparte su quinta carta: el Ahorcado.

– La quinta carta es más bien tu pasado reciente -dice-. También se supone que significa que ha tenido lugar alguna clase de cambio. En este caso, podría querer decir que he aprendido a concentrarme mucho más y que en cierto sentido he descuidado mis amistades y mis relaciones.

Dice:

– Nací en mil novecientos sesenta y nueve, y ese año se ha convertido en el eje central de muchas cosas, sobre todo de este disco, Holy Wood. Es porque mil novecientos sesenta y nueve fue el final de muchas cosas. La cultura cambió por completo, y creo que es muy importante que sea también la fecha de mi nacimiento. El final de los sesenta. El hecho de que Huxley y Kennedy murieran el mismo día. Para mí, aquello abrió una especie de cisma o de portal a lo que iba a pasar después. Empecé a ver paralelismos en todas partes. Altamont fue como el Woodstock del noventa y nueve. Vivo en la misma casa donde vivieron los Stones cuando escribieron «Let It Bleed». Encontré Cocksucker Blues, una película muy poco conocida que hicieron, y aparecen en mi sala de estar escribiendo «Gimme Shelter». Y «Gimme Shelter» fue la canción que acabó siendo emblemática de toda la tragedia de Altamont. Y los asesinatos de Charlie Manson son algo con lo que he estado obsesionado siempre, desde que era niño. Para mí, tuvieron la misma cobertura mediática que Columbine.

»Lo que siempre me ha preocupado es -dice- que está pasando exactamente lo mismo. Nixon salió durante el juicio y dijo que Manson era culpable, porque a Nixon lo estaban culpando de todos los problemas que atravesaba la cultura. Y después salió Clinton y dijo lo mismo: “¿Por qué actúan estos chavales de forma tan violenta? Debe de ser por Marilyn Manson. Debe de ser por esta película. Debe de ser por este videojuego”. Luego el tío mira para otro lado y tira unas cuantas bombas en otro continente para matar a unas cuantas personas. Y encima se pregunta por qué los chavales tienen bombas y se dedican a matar a la gente…