Jackson no pudo afirmar la razón exacta de por qué sintió que una fuerte sensación de culpa lo corroía por dentro. Tal vez fuera por el modo en el que ella lo había mirado, con tal convicción y adoración, como si de verdad creyera que él era el hombre que conseguiría que todos sus deseos se hicieran realidad. O tal vez fuera el hecho de que quería que ella fuera tal y como se presentaba, una mujer sincera que lo deseaba sin motivos ocultos.
Jackson apartó de su mente una maraña de emociones que cuestionaban sus razones para estar allí, en Fantasía de Seducción, para estar con Alexis, y levantó su copa.
– Por nosotros -dijo, haciendo que su copa golpeara suavemente la de ella.
Alexis tomó un sorbo del champán y luego dejó la copa sobre la mesa. Entonces, se reclinó sobre su silla con una sonrisa de felicidad en los labios y contempló el océano con mirada soñadora. Jackson observó cómo levantaba la mano y se tocaba los labios con las yemas de los dedos.
– ¿Te encuentras bien? -le preguntó él, cuando, unos segundos más tarde, seguía en el mismo estado de abstracción.
– En realidad, me encuentro estupendamente. ¿Te puedes creer que todavía estoy disfrutando con las sensaciones del maravilloso beso que hemos compartido? Me siento como si hubiera tomado demasiadas copas de champán cuando, en realidad, solo he tomado un sorbo.
– Me resulta muy difícil creer que no te hayan besado antes de esa manera.
– Pues créetelo -murmuró ella, bajando la cabeza como si se sintiera avergonzada-. En realidad, no tengo mucha experiencia en el campo de los besos como para poder compararlo con otros.
Un pensamiento horrible le cruzó por la cabeza a Jackson, algo que nunca antes se había planteado porque no encajaba con la imagen de Alexis Baylor que se había creado antes de que descubriera que esta tenía tantas contradicciones con la visión original.
– No eres… -susurró, incapaz de pronunciar la palabra.
– ¿Virgen? -completó ella. Al ver la cara de asombro con la que la miraba, se echó a reír y sacudió la cabeza-. No, al menos no en el sentido físico y real de la palabra. He tenido relaciones sexuales, pero tú acabas de hacer que me dé cuenta de lo mucho que me he perdido y de que, posiblemente, nunca antes haya hecho el amor.
Jackson sintió que una extraña sensación le agarraba la garganta y le impedía hablar. No sabía qué decir para responder a aquella afirmación, que lo había pillado completamente desprevenido. Ella se estaba haciendo muchas ilusiones con él y, aunque ganarse su confianza había sido su prioridad dos días antes y seguía siéndolo, nunca había esperado que su aceptación fuera tan rápida ni que tuviera tantos deseos de hacer el amor con él.
Por suerte, en aquel momento volvió a llegar el camarero con la cena. Les colocó delante unos hermosos platos de porcelana con una generosa porción de cola de langosta, arroz y judías verdes. Aquella interrupción le dio a Jackson unos pocos minutos para recobrar el equilibrio.
Cuando la mesa estuvo servida, Geoffrey colocó una pequeña campanilla entre los dos.
– Si necesitan algo más, solo tienen que llamarme.
Entonces, desapareció, dándoles así una completa intimidad.
Jackson, de repente, sintió una enorme curiosidad por descubrir más sobre lo que había leído en el informe de Mike.
– ¿Has tenido muchos novios? -le preguntó.
– Unos cuantos -respondió ella mientras cortaba un trozo de langosta.
Cuando se metió la suculenta carne en la boca, un poco de mantequilla se le escapó por la comisura de la boca. Rápidamente, sacó la lengua para lamer el jugo, lo que hizo que el vientre de Jackson se retorciera de deseo.
– ¿Alguna relación seria? -insistió, a pesar de sus sensaciones.
– Una, durante la universidad -dijo Alexis, tras tomar un sorbo de champán-, pero no duró mucho. Después de eso, me concentré en mis estudios en vez de en los hombres, aunque no se puede decir que los tuviera llamando a mi puerta constantemente. Yo era muy corriente y muy tímida, casi hasta el punto de ser invisible. Cuando no tenía la nariz metida en un libro, estaba ocupada trabajando a tiempo parcial para mi tío en la empresa informática que él tenía. Luego, está el dulce y devoto Dennis -añadió, antes de que Jackson pudiera profundizar en lo de la empresa de su tío.
– ¿Quién es Dennis?
– Un buen amigo al que le gustaría ser mucho más. En realidad, trabaja para mí en mi empresa. Yo la heredé de mi tío cuando murió. Dennis lleva años en la empresa y siempre me ha apoyado de un modo u otro.
– ¿Y a ti no te interesa?
– Desgraciadamente no, al menos desde un punto de vista romántico. No me interpretes mal. Es un tipo estupendo y realmente lo adoro como amigo. Tiene un estupendo potencial para ser un buen esposo. Estoy segura de que, cuando encuentre a la mujer adecuada, la hará muy feliz.
– Pero esa mujer no eres tú.
– Por muy tonto que te pueda parecer y, aunque no sea del todo realista, yo quiero disfrutar de lo mismo que tuvieron mis padres.
Jackson pensó en sus padres y lo único que pudo recordar fueron tristes recuerdos. Su padre, un hombre maravilloso, había muerto cuando Jackson solo contaba ocho años. Los amargos recuerdos de una madre egoísta que se había pasado todo el tiempo tratando de encontrar otro marido que se ocupara de ella económicamente, dejando que él se ocupara de sí mismo lo turbaban con frecuencia. A la edad de dieciséis años, había empezado a trabajar en una compañía de electrónica, ocasión que su madre había aprovechado para abandonarlo por el último millonario de una larga lista… para buscarlo de nuevo años más tarde cuando se le había terminado la suerte para conquistar a hombres ricos y tras descubrir todo el dinero que tenía su hijo.
Jackson terminó de cenar y apartó el plato a un lado, junto con aquellos turbadores recuerdos del pasado.
– ¿Qué es eso que tus padres compartieron y que tú quieres para ti misma?
Alexis tardó algunos minutos en responder. Estaba abstraída en la hermosa puesta de sol, que estaba tiñendo el horizonte de espectaculares gamas de rojos, naranjas y violetas.
– Por lo que recuerdo, mis padres estaban muy enamorados el uno del otro. Su afecto era tangible. Yo nunca me sentí ignorada en esa relación, sino como si representara una gran parte de aquel amor. Eso es algo que me he guardado en el corazón desde que murieron. Estoy segura de que esa clase de matrimonio existe para unos elegidos que tienen la suerte de que el destino los una. Sin embargo, hasta ahora, yo no he sido tan afortunada. Y no quiero conformarme con menos de un amor puro y una relación que se base en el respeto y la confianza mutuos.
Aquello que Alexis deseaba no parecía encajar con lo que desearía la despiadada mujer de negocios que él se había imaginado que era. ¿Cómo podía haber robado algo tan descaradamente y luego pedir respeto y confianza en una relación? Todo era tan contradictorio que solo consiguió que Jackson se sintiera aún más confuso.
– Durante los últimos cuatro años, he dedicado toda mi energía a evitar que la empresa de mi tío quiebre y no he tenido mucho tiempo de salir con nadie ni de embarcarme en una relación romántica.
Sonaba muy pragmática, pero Jackson pudo ver a través de sus palabras el verdadero deseo que albergaba su corazón. Para él estaba muy claro que lo que Alexis Baylor deseaba con todo su corazón era que un hombre la cortejara y le robara el corazón para siempre.
– Y por eso estás aquí, en Fantasía de Seducción, para descubrir lo que te has perdido hasta ahora.
Alexis asintió.
– Sí, efectivamente, esa es una de las razones por las que estoy aquí -admitió Alex.
Había más. Jackson no podía negar que se sentía intrigado por descubrir qué más podría haber.
– ¿Qué otras razones hay?
– Eso es algo muy íntimo y personal -replicó ella amablemente-. A menos que tú me cuentes primero las razones que te han traído aquí.