Jackson se echó a reír y recordó que aquellas eran las mismas palabras que él le había dicho en el hidroavión cuando ella le había preguntado por su fantasía.
– Touché -murmuró.
El camarero volvió a aparecer en aquel instante para llevarse los platos de la cena y servirles a cada uno de ellos una porción del postre que Jackson habían pedido expresamente para terminar la cena de aquella noche.
Mientras Geoffrey les llenaba de nuevo las copas de champán, Alexis probó el postre. Entonces, abrió los ojos, muy sorprendida.
– ¡Dios mío, Jackson! ¡Esto es maravilloso!
– Me alegro de que te guste -dijo él-. Es créme brulée de amaretto. El chef me aseguró que sería una delicia.
– Me encanta el sabor del amaretto -susurró ella mientras entornaba los ojos como para saborear mejor el sabor exótico del postre-. ¿Cómo lo has sabido?
Jackson se encogió hombros.
– Ha sido por suerte.
– Es esa habilidad tuya, ¿verdad?
– No pienso admitir nada -bromeó él, sin querer revelar dónde había descubierto aquel detalle.
Cuando el camarero terminó de encender unas cuantas velas más, Jackson le dio las gracias por su servicio y le dijo que podía marcharse. Entonces, se quedaron solos. Durante los siguientes minutos, se dejaron llevar por el delicioso sabor del postre. Alexis devoró hasta el último bocado y no tuvo reparo alguno en terminarse lo que él se había dejado en el plato.
Cuando hubo terminado, tomó un sorbo de champán y se recostó en la silla con un suspiro de felicidad. Al menos, un apetito estaba saciado.
– Bueno, ¿y tú, Jackson? -preguntó ella, con un hilo de voz.
– ¿Y yo, qué?
– Bueno, yo te he hablado de mi historia con los hombres y las relaciones sentimentales. ¿Cómo es que ninguna mujer ha conseguido llevarte todavía al altar?
El cuerpo de Jackson se tensó. Se obligó a sonreír, diciéndose que ella no buscaba nada en particular más que saber una información recíproca sobre él. Además, en aquel aspecto en concreto de su vida, no tenía nada que ocultarle.
– Bueno, te puedo asegurar que yo no soy virgen -dijo, en tono de broma.
– Eso nunca se me había pasado por la cabeza -comentó Alex, riendo.
– Supongo que es por el mismo cliché que todo el mundo utiliza. No creo haber encontrado a la mujer adecuada todavía.
– ¿Y estás buscando?
– No -contestó, con más determinación de lo que había previsto en un principio. Entonces, suavizó el tono y prosiguió hablando-. Hace unos años estuve prometido y no estoy deseando repetir el proceso en un futuro próximo.
– ¿Qué ocurrió para que pienses así? -quiso saber ella al tiempo que fruncía el ceño.
– Pensé que la conocía y confiaba plenamente en ella. Unas cuantas semanas antes de la boda descubrí que no era yo lo que quería, sino lo que mi dinero podría comprar.
Demasiado tarde, se dio cuenta de lo mucho que le había contado. Sin embargo, una parte de él no se lamentaba por haberle contado algo que lo había estado quemando por dentro durante los últimos cuatro años. De hecho, se sentía liberado por haber podido dar rienda suelta a la amargura que lo corroía por dentro.
– Y por eso ahora… -le indicó ella. Evidentemente, quería que él compartiera algo más sobre su experiencia pasada y cómo el engaño de su prometida había condicionado su relación con las mujeres.
– Y por eso, ahora, me cuesta mucho confiar en las mujeres -admitió él, compartiendo un secreto muy íntimo con ella.
– Jackson… No todas las mujeres somos como ella.
– No, pero, en mi experiencia, todas las mujeres han buscado siempre algo de mí, así que he aprendido a tener mucho cuidado.
Alexis pareció algo aturdida por aquella afirmación tan sincera, por lo que Jackson se preguntó inmediatamente si habría conseguido remover su conciencia. ¿Estaría ella recordando cómo había hecho que una persona se infiltrara en Extreme Software para su propio beneficio? ¿O estaría pensando en el hecho de que, en aquellos momentos, lo estaba utilizando a él para su propia fantasía, para la parte que no había querido divulgar anteriormente? ¿Qué haría Alexis si, en aquel mismo momento, le revelaba su verdadera identidad? Sin embargo, ¿por qué estaba dispuesto a pensar lo mejor sobre Alexis cuando él conocía de lo que era capaz?
Alexis se levantó en aquel instante y se dirigió hacia la barandilla de la terraza para mirar al mar. Jackson dejó que estuviera unos momentos sola, principalmente porque él también los necesitaba. Se sentía muy confuso. Estaba teniendo sentimientos que no quería tener. Dudas, ternura… Nunca debería haberle contado aquella parte de su pasado…
Rápidamente, reconstruyó sus defensas. Era hora de poner aquella velada y su fantasía en la perspectiva adecuada. Y aquello significaba concentrarse en seducir a Alexis.
Capítulo Seis
Alex cerró los ojos y aspiró el aroma del océano. Una suave brisa soplaba, acariciándole la piel como los dedos de un amante. Lo que quería, lo que de verdad quería, eran las caricias de Jackson, pero dudaba seriamente que él quisiera tener algo con ella si averiguaba el otro motivo que la había llevado a Fantasía de Seducción. Igual que las otras mujeres que había habido en su vida, ella también quería algo de Jackson, aunque no era su dinero. Quería tener un hijo con él, un hijo al que poder considerar solo de ella, resultado de una apasionada relación que recordaría para siempre. Ese niño le daría la familia que llevaba buscando la mayor parte de su vida, un niño que la amara incondicionalmente y que fuera el centro de su vida.
Se aferró con fuerza a la barandilla. Nunca había esperado experimentar culpa y confusión sobre el hecho de que hubiera reservado aquella fantasía para tener un hijo. En realidad, no había esperado encandilarse tanto con el hombre que debía engendrar su hijo, un hombre que la hacía sentirse hermosa y especial. Jackson no solo era un hombre atractivo y sensual, sino que poseía rasgos que ella admiraba y que habían despertado sus emociones. En aquellos dos días, había visto sinceridad y honradez y, durante su conversación de aquella noche, había sabido lo mucho que valoraba aquellos atributos. Y también le había dejado muy claro que no le gustaba que lo utilizaran.
Por mucho que le costara, Alex decidió apartar sus inseguridades y tranquilizar su conciencia. Los dos estaban en aquella isla por voluntad propia. Había riesgos ocultos para las partes que decidían participar en una fantasía, teniendo en cuenta que las peticiones de cada persona se mantenían en secreto a menos que las partes implicadas decidieran lo contrario. Como Jackson y ella estaban todavía ocultándose sus verdaderas intenciones, en esencia, los dos se estaban utilizando.
En cuando a los riesgos, había una docena de ellos. Ella misma se estaba arriesgando con Jackson al estar con él y elegirlo como el hombre que iba a enseñárselo todo sobre el deseo y la pasión. A cambio, él también estaba corriendo riesgos con su fantasía y con Alexis. Por eso, al final de aquella semana los dos se marcharían habiendo cumplido sus fantasías y sin ningún sentimiento de culpa. No podría ser de otra manera.
Oyó que él se levantaba y se acercaba lentamente. El deseo se apoderó inmediatamente de ella, pero no se volvió para mirarlo. Entonces, Jackson colocó las manos sobre la barandilla, a ambos lados de las de ella y la atrapó entre sus brazos. En aquel momento, todas las dudas que hubiera podido albergar se evaporaron.
Por muy egoísta que fuera, quería pasar aquellos momentos con Jackson y disfrutar de todo lo que él le pudiera ofrecer. Durante muchos años, había sido ella la que había dado y le tocaba por fin disfrutar.
Jackson bajó la cabeza al lado de la de ella y frotó su mejilla contra su cabello.