Como ella también necesitaba sentirlo, le abrió los botones de la camisa y separó la tela para poder acariciar a placer el firme torso. Jackson no le dio mucho tiempo para explorar, ya que fue bajando más y más la cabeza hasta que consiguió meterse un pezón en la boca.
Alex abrió los labios, pero no logró emitir ningún sonido. La profunda succión a la que la estaba sometiendo la boca de Jackson, el roce de sus dientes y los movimientos circulares de su cálida y húmeda lengua se combinaron en un cúmulo de sensaciones que la llevaron hasta la cima del placer e hicieron que estuviera a punto de consumirse en un potente orgasmo… y ni siquiera la había tocado por debajo de la cintura. Alex apretó con fuerza los muslos y gimió.
Jackson se apartó de ella en aquel mismo momento y la miró, asombrado de lo rápidamente que había alcanzado el placer. Tenía la respiración rápida y errática, pero Alex detectó el inicio de un intento de autocontrol en su actitud que hizo que actuara con rapidez.
– No, no, no… -gimió, negándose a que aquel momento de placer, aquel necesitado orgasmo, se perdiera de nuevo. Le guió una mano hacia la entrepierna y apretó su boca contra la de él-. Por favor…
Tan intensa fue su reacción que Jackson no pudo hacer otra cosa que responderle del mismo modo.
Alex gimió de placer al notar que él le iba a dar exactamente lo que deseaba. Notó las primeras caricias contra los húmedos pliegues de su feminidad y sintió la inminencia de una poderosa sacudida. Estaba más húmeda de lo que lo había estado nunca, completamente preparada para recibirlo, por lo que, cuando Jackson le introdujo un dedo y le acarició el clítoris, hinchado por el placer, sintió que un exquisito placer se cernía sobre ella. Gritó sin inhibición alguna y se dejó llevar por numerosas oleadas de gozo que la llevaron más allá de lo que ella había experimentado con ningún hombre.
Las sensaciones siguieron a pesar de que Jackson ya había retirado la mano. La necesidad se hizo más fuerte que antes, con una urgencia que la asombraba. Rompió el beso y se deslizó sobre la erección que luchaba por abrirse paso a través de la cremallera de los pantalones que él todavía llevaba puestos. Empezó a moverse encima de él, con un ritmo instintivo, tan lento y erótico como si de verdad estuvieran haciendo el amor.
De repente, él contuvo el aliento y la agarró por la cintura para detener sus sensuales movimientos.
– Alexis…
Su voz vibró con una mezcla de advertencia o de súplica. Había apretado la mandíbula y su contención era casi palpable. Sin embargo, como estaba sentada a horcajadas encima de él, tenía todos los ases en su poder. De nuevo, empezó a moverse sobre él, de un modo que le acariciaba también el pecho con sus senos.
– Por favor -susurró ella-, una vez más…
– Eres muy avariciosa… No creo que pueda contenerme otra vez.
– Entonces, únete a mí.
Alex siguió tentándolo, tal y como Jackson había hecho tan bien con ella. Le resultaba muy sensual tener la libertad para seducirlo, para provocarlo… No pasó mucho tiempo antes de que la necesidad de él igualara la de ella.
Con fuerza, él le agarró las caderas, aunque aquella vez no para detenerla, sino para que sus movimientos igualaran los suyos propios. Alex gimió al sentir que la tensión iba subiendo de nuevo dentro de su vientre. La fuerza de la erección de Jackson frotándose contra ella y el potente calor que ardía entre ellos la catapultó a otra dimensión… como le ocurrió a él. Contrajo los músculos y se agitó con fuerza contra ella, una, dos, tres veces, para luego emitir un profundo sonido contra la garganta de Alex.
Una vez más, ella oyó sus apasionados gritos y se perdió en otro increíble orgasmo, que pareció durar aún más que el primero. Cuando las convulsiones remitieron, se abrazó a Jackson y escondió el rostro sobre el cuello de él. Mientras tanto, el hombre que tanto placer le había dado le acariciaba suavemente el cabello.
– Alex…
La joven sentía el cuerpo de Jackson completamente rígido bajo el suyo, mientras que ella se sentía saciada. De repente, la confusión la asaltó y le hizo preguntarse si habría interpretado mal su reacción. Habría jurado que él también había alcanzado el clímax con ella…
– Jackson, ¿llegaste…?
Él apretó los ojos para no ver el rostro radiante de Alexis al sentir que el rubor le iba cubriendo las mejillas. No se podía creer que hubiera sucumbido a las persuasivas tácticas de aquella mujer y que la necesidad física se hubiera abierto paso a través de él con la fuerza de un huracán. Aquello no iba a ayudarle a conseguir su venganza.
– Sí… -admitió, de mala gana. No podía creer que el seductor hubiera sido el seducido-. No había hecho eso desde que era un adolescente.
Alex le acarició los labios muy suavemente con las yemas de los dedos.
– Pues yo me alegro de que, esta vez, no haya sido yo sola.
Jackson estuvo a punto de decir que él también se alegraba, pero consiguió detener las palabras antes de que las pronunciara. Aquella mujer le estaba volviendo loco. Le hacía olvidar que aquello solo era una fantasía, nada real…
Sin embargo, Alexis era de carne y hueso, completamente real. A pesar de todo, trató de convencerse de que aquella tarde no había sido más que una fantasía, provocada por la oscuridad y la luz de las velas. No quería aferrarse a la idea de que la mujer que tenía entre sus brazos fuera tan dulce y generosa como lo había sido momentos antes. Estaba empezando a preguntarse muy seriamente si tendría alguna hermana gemela y, de algún modo, había acabado por encontrarse con la buena en vez de con la mala.
Trató de poner una distancia emocional entre ellos, por lo que optó por bromear un poco.
– Te has movido de un modo increíble sobre mí.
– Tú me inspiraste -respondió ella, sonriendo. Sin embargo, la alegría fue desapareciéndole poco a poco del rostro y la expresión de su cara se fue haciendo cada vez más seria e íntima-. Jackson, quiero hacer el amor contigo…
Él necesitó toda la disciplina que poseía para permanecer tranquilo. Nunca había pensado en hacerle el amor y se dio cuenta de que, aunque aquella noche había sido gloriosa, tendría que esforzarse más en lo sucesivo para no volver a ir tan lejos.
Al notar una cierta vulnerabilidad en los ojos de ella, sintió que algo extraño surgía en su interior. No quería hacerle daño ni que pensara que no la deseaba. En realidad, el mayor problema de todo aquello era que la deseaba demasiado.
– Considerando lo que tú y yo acabamos de hacer -dijo, acariciándole suavemente la nariz-, creo que hacer el amor está descartado…
Alex se echó a reír, haciendo que sus pechos desnudos se agitaran suavemente, tentándolo y distrayéndolo.
– Es cierto. Esta noche estoy más que satisfecha… Y tú también, pero necesito saber…
– ¿Qué necesitas saber? -preguntó Jackson, subiéndole las mangas del vestido para no sucumbir de nuevo a la tentación.
– Antes de venir aquí, me hice un examen físico completo y me dijeron que estaba perfectamente. ¿Cuándo fue la última vez que tú…?
– ¿Que me hice un chequeo? Hace ocho meses. Todos los resultados fueron perfectos y, desde entonces, no he estado con nadie.
El alivio se apoderó de ella y se relajó de nuevo contra el cuerpo de Jackson.
– Perfecto… -suspiró.
Jackson la rodeó con sus brazos. Sí, el momento era perfecto… demasiado perfecto para estar tranquilo.
Con paso ligero, Alex atravesó el hotel después de visitar las tiendas y de adquirir algunos recuerdos para Dennis y el resto de sus amigos. Con toda seguridad, no se trataba de la clase de recuerdos a la que pertenecía lo que Jackson le había robado la noche anterior y lo que él le había dado, sino de los frívolos objetos que uno espera de un amigo que regresa de vacaciones.
Los recuerdos de la noche anterior todavía estaban muy vivos en su recuerdo. El cuerpo le seguía palpitando de placer y se combinaba con la emoción de la anticipación. Hacer el amor con Jackson…