– Hagámoslo todo -sugirió Alex, sintiéndose de repente viva y llena de energía-. Vamos a divertirnos todo lo que podamos hasta que nos caigamos de agotamiento.
Jackson ponderó aquella sugerencia durante un instante. Luego, sonrió.
– Me parece muy bien.
Capítulo Siete
– Prepara una bolsa de viaje en la que lleves todo lo que necesites para pasar la noche fuera, un traje de baño y un buen frasco de protección solar -le anunció Jackson a la mañana siguiente cuando llegó a la suite de Alexis para recogerla y pasar otro día juntos.
– ¿Estás de broma? -preguntó ella con incredulidad. A pesar de lo tarde que se habían acostado, tenía un aspecto fresco, vibrante y ansioso por empezar la mañana-. Quiero decir que puedo comprender lo del traje de baño y la protección solar, considerando que estamos en una isla, pero, ¿dónde podemos ir para pasar la noche fuera?
– Supongo que tendrás que esperar.
Alex se colocó las manos en las caderas y entornó los ojos, aunque se le dibujó una dulce sonrisa sobre la boca.
– ¿Te ha dicho alguien alguna vez que eres…?
Jackson la atrapó por la cintura antes de que pudiera terminar la frase.
– ¿Irresistible? -sugirió él con voz profunda.
– Yo estaba pensando más bien en exasperante -comentó ella entre risas.
Como respuesta, él le acarició suavemente la espalda para terminar haciéndole una íntima caricia en el trasero, que hizo que Alex se arqueara contra él. Más rápidamente de lo que hubiera imaginado, un profundo deseo se apoderó de él.
– Y tú eres demasiado impaciente.
– No he tenido muchas sorpresas en mi vida, al menos positivas -susurró ella-. Estoy empezando a creer que tanta expectación por averiguar lo que tienes en mente me va a matar.
– Te prometo que te encantará.
– Bueno, hasta ahora me han gustado mucho todas tus sorpresas.
– Entonces, confía en mí para esta también.
– De acuerdo -replicó ella, sin pensárselo dos veces.
Una fuerte sensación de culpa se apoderó de Jackson, algo que no había experimentado en todo aquel viaje. Le estaba resultando cada vez más difícil no prestar atención a la vocecita que le recordaba constantemente que estaba mintiendo a Alexis y, peor aún, estaba mintiendo a Merrilee, y todo por perseguir una venganza.
Tratar de calmar su conciencia con el hecho de que todo aquello era una fantasía estaba empezando a perder fuerza, especialmente porque las líneas que separaban fantasía de realidad se estaban empezando a mezclar. Además, todavía no había podido demostrar con hechos que ella fuera una despiadada empresaria capaz de infiltrar a una persona en otra, compañía para robar tecnología.
No. La mujer que tenía entre sus brazos era exactamente la clase de mujer que le había dicho a Merrilee que quería conocer, una en la que pudiera confiar. Aquello lo preocupaba, sobre todo porque Alexis le había sacado sin esfuerzo algunas cosas muy íntimas que nunca habría creído que contaría a nadie y mucho menos a ella. Se temía que podía enamorarse de ella muy fácilmente… si no había una parte de él que ya lo estaba.
Alex le rodeó el cuello con los brazos y le acarició suavemente el cabello de la nuca.
– Bueno, ¿por qué me abandonaste anoche?
– ¿Yo? -preguntó Jackson, echándose a reír-. Pero si te quedaste dormida por el agotamiento -añadió. «Y menos mal».
– Sí que estaba cansada -admitió-, pero es que ayer no paramos.
La sugerencia que ella había hecho de que se divirtieran todo lo que pudieran en un solo día había sido el modo de mantener su interacción física al mínimo. Se habían tocado y besado muchas veces durante el día, pero nunca habían estado a solas lo suficiente como para que se vieran envueltos en el ritual del sexo. Después de lo que había ocurrido en su bungalow, Jackson estaba decidido a tener en su mano las riendas del control en todo momento.
Y hasta aquel momento, la jugada le había salido bien. En aquel nuevo día, tenía la tarde y la noche repletas de actividades, pero creía que le iba a resultar mucho más difícil frenar los avances de Alexis que el día anterior. Le había dicho muy claramente en más de una ocasión que quería hacer el amor con él, aunque Jackson tenía un as en la manga que podría utilizar para cuando ella volviera a insistir. De hecho, lo estaba guardando para aquella noche, cuando estuvieran solos. No podía hacer el amor con Alexis, por mucho que lo deseara.
– Bueno, tú misma me dijiste que querías hacerlo todo -le recordó él.
– Es cierto. Y nos divertimos mucho, ¿verdad? Creo que lo me hizo caer fueron todas las piñas coladas que me tomé en el club anoche -comentó Alexis, recordando los momentos tan felices que habían compartido.
– Creo que tienes razón. Estabas un poco contentilla cuando la orquesta tocó la última canción y yo nunca me habría aprovechado de una mujer ebria. Por eso, te traje a tu suite, te metí en la cama y tú me pediste un vaso de agua. Cuando regresé de la cocina, estabas profundamente dormida y roncando.
– ¡Yo no ronco!
– ¿Cómo lo sabes?
Alex abrió la boca y la volvió a cerrar.
– Bueno, estoy segura de que no ronco.
– Si tú lo dices…
– ¡De verdad resultas exasperante!
– Irresistible -replicó Jackson, susurrándole la palabra en el oído.
– Sí, eso también -admitió ella-. Bueno, señor Irresistible, ¿qué te parece si me das un buen beso para desearme buenos días dado que ni siquiera me has dado uno en la mejilla desde anoche a causa de tu caballerosa naturaleza?
– Creo que puedo compensarte por eso…
Jackson se dijo que no podía negarse sin levantar sospechas. Sin embargo, incluso cuando empezaba a bajar la cabeza para capturar los labios de ella entre los suyos, sabía que deseaba aquel beso tanto como Alexis, si no más.
El beso empezó lenta y dulcemente, aunque rápidamente se convirtió en una seductora y provocadora caricia. Los labios se separaron y se fundieron los unos con los otros, las lenguas se enredaron y se acariciaron profundamente… A partir de allí, la voracidad se apoderó de ellos. Alex se aferró a él y se puso de puntillas para poder besarlo mejor, dejando que sus senos le acariciaran el pecho.
Jackson le agarró el trasero con ambas manos y deslizó uno de sus muslos entre los de ella. Entonces, la apretó allí donde sabía que la hacía gozar. Un gemido resonó en la garganta de Alex y despertó el deseo y la excitación en él también. Le pareció que no podía saciarse lo suficiente de ella, de su sabor a miel, de su femenino aroma, del modo en que su tierno cuerpo se moldeaba contra el suyo… Los sensuales movimientos de sus caderas repetían de nuevo los gestos que él hacía con la lengua y le advertían que estaba llegando al punto en el que ya no sería posible dar marcha atrás.
«Contrólate». Parecía estar deslizándose por una pendiente sin poder parar. Necesitó hasta el último ápice de su fuerza de voluntad para terminar el beso antes de llevarla a la cama y darle a Alexis exactamente lo que estaba buscando. Su cuerpo… Su alma.
Aquel pensamiento se abrió paso a través de su mente y lo ayudó a salir de la niebla de la pasión en la que estaba sumido. Se apartó rápidamente de ella. Alex lo miró con ensoñación, con los ojos medio cerrados y los labios húmedos y entreabiertos. Resultaba tan encantadora, que Jackson tuvo que apretar los dientes para no bajar la cabeza y volver a besarla una y otra vez.
– Anda, ve a preparar tus cosas antes de que nos distraigamos. Si no nos vamos, nunca descubrirás cuál es mi sorpresa.
Aquellas palabras bastaron para despertar el interés de Alex.
– Volveré enseguida -dijo, antes de desaparecer rápidamente en el dormitorio.