Jackson se pasó una mano por el rostro y paseó por el salón para tranquilizarse un poco. Se recordó que debía seducirla, asegurarse de que se implicaba emocionalmente con él, y luego marcharse con sus propios sentimientos intactos.
Una semana antes, sus fines le habían resultado muy claros y su plan de venganza directo y sin complicaciones. Sin embargo, entonces, no habría creído nunca que fuera a gustarle estar con Alexis. Nunca se habría imaginado que la desearía íntimamente, de un modo que no tenía nada que ver con la venganza ni con la lascivia. Alexis, poco a poco, se estaba convirtiendo en una inexplicable necesidad para él cada vez más difícil de ignorar.
En aquel momento, el teléfono empezó a sonar. Como tenía la mente puesta en otros asuntos, respondió automáticamente la llamada.
– ¿Sí? -preguntó. Un profundo silencio fue su única respuesta-. ¿Sí? -insistió con un leve tono de impaciencia en la voz.
– ¿Es esa la suite de Alexis Baylor? -le dijo por fin la voz de un hombre.
Aquellas pocas palabras fueron suficientes para que Jackson volviera al presente y se diera cuenta de que había contestado el teléfono de Alexis.
– Sí, efectivamente -replicó, lleno de curiosidad por saber a quién pertenecía aquella voz. De soslayo, vio que Alexis salía del dormitorio con la bolsa de viaje en la mano-. ¿Quién la llama?
– Dennis -contestó el hombre, con frialdad.
– Un momento -le dijo Jackson. Entonces, inmediatamente, le entregó el auricular a Alexis-. Es Dennis.
Los ojos de la joven se iluminaron de alegría y se colocó rápidamente el auricular contra la oreja.
– ¡Eh, Merrick! ¿Cómo van las cosas?
Guardó silencio durante un buen rato mientras que Dennis le contestaba a su pregunta. Entonces, ella se volvió a mirar a Jackson con una dulce sonrisa en los labios y, algo ruborizada, dijo:
– Oh… Solo es un amigo que he conocido en la isla.
Un amigo. Jackson ni siquiera trató de analizar por qué aquella descripción le molestó tanto. Ni por qué le hizo querer tocarla de un modo en el que ella reconsiderara la elección de palabras que había usado para describirle.
– Claro que te echo de menos -añadió-. Esta es la primera vez que tú y yo estamos tanto tiempo separados.
Aunque Jackson sabía que solo estaba tranquilizando a Dennis no pudo evitar sentir unos repentinos celos, un sentimiento de posesión que no tenía derecho alguno a experimentar. Cuanto más hablaba ella, más molesto se sentía.
Alexis le hizo un gesto de impaciencia con los ojos y continuó hablando con Dennis.
– Solo hace dos días desde la última vez que llamé, Merrick. Se supone que estoy de vacaciones y no creí que tuviera que llamarte todos los días. Me imaginé que tú tendrías todo bajo control hasta que yo regresara a mi despacho y que me habrías llamado si hubiera surgido algo de importancia.
De repente, la expresión de su rostro se hizo más solemne y se puso algo más pálida, como si Dennis acabara de decirle que, efectivamente, algo muy importante había surgido en su ausencia.
– Un momento, Merrick -murmuró. Entonces, cubrió el auricular con la mano y miró a Jackson-. ¿No te importa darme un par de minutos? Está relacionado con mi empresa.
Jackson sabía que le estaba pidiendo intimidad. Tras afirmar con la cabeza, salió a la terraza y cerró la puerta a sus espaldas, aunque dejó una rendija a través de la cual podría escuchar la conversación.
Se sentó en una de las sillas para poder vigilar a Alexis, pero fingió que estaba contemplando el hermoso jardín que había bajo la suite de Alexis.
– Sigue -le dijo ella a Dennis, mientras se sentaba en el sofá. Unos segundos después, lanzó un grito ahogado-. ¡Fred Hobson! -añadió, guardando de nuevo silencio mientras Dennis le relataba algo-. ¿Están investigando la posibilidad de que eso sea cierto? Dios mío, Dennis, espero que te equivoques en esto. Solo pensarlo… Bueno, esa posibilidad me da náuseas.
Jackson se moría por saber de qué posibilidad estaba hablando. Trató de reconstruir la conversación para descifrar a qué se estaban refiriendo exactamente. Sabía que el nombre era el de su antiguo empleado, el que había vuelto a trabajar a Gametek después de abandonar Extreme Software. El mismo hombre que él creía que Alexis le había enviado con el único propósito de infiltrarse en su empresa para robar tecnología.
Miró fijamente a Alexis y trató de comprender las respuestas que le estaba dando su vicepresidente. Vio que estaba más disgustada por la situación que hostil o a la defensiva.
Jackson la observó atentamente y la confusión empezó a asaltarlo. El lenguaje que expresaba su cuerpo no parecía indicar culpabilidad. De repente, sintió una fuerte necesidad de consolarla. Con un gran esfuerzo, aplastó aquel impulso. Aquella conversación le había dejado demasiadas preguntas sin resolver y, además, no estaba preparado para revelarle aún su identidad, al menos, no hasta que tuviera más datos sobre lo que estaba pasando.
– Sé que no estás tratando de estropearme las vacaciones, Dennis, y no sabes lo mucho que te agradezco que te estés ocupando de eso durante mi ausencia. De acuerdo, lo haré -añadió a los pocos segundos, con una sonrisa en los labios-, pero ponte en contacto conmigo inmediatamente si los abogados descubren algo más. Me mantendré en contacto.
Tras despedirse afectuosamente de su amigo, colgó el teléfono. Entonces, se quedó allí quieta durante un momento. Parecía estar completamente atónita por lo que Dennis le había comentado. Entonces, Jackson regresó al salón.
– ¿Va todo bien?
– Las cosas no van del todo bien en mi empresa -dijo ella, deteniéndose durante un instante como si quisiera analizar lo mucho que quería compartir con él. Entonces, pareció decidir que podía confiar en él-. Mi empresa de software para ordenadores está inmersa en una disputa legal que se acaba de complicar un poco más. Cuando mis abogados empezaron a investigar la querella, descubrieron algo inesperado sobre uno de mis empleados. Me he quedado perpleja con las noticias que Dennis acaba de darme. Solo espero que todo sea un malentendido.
– ¿Quieres hablar sobre ello?
Una parte de él quería creer que Alexis era inocente, tal y como parecía, pero esperaba que la joven se abriera a él y le dijera lo que Dennis acababa de comunicarle por teléfono. Sin embargo, para su desilusión, no lo hizo.
– En realidad, me gustaría olvidarme de todos los problemas que me esperan en casa, porque no hay nada que pueda hacer mientras estoy aquí. Bueno, ya he preparado la bolsa se viaje tal y como tú me has pedido. Dependo de ti para que me distraigas y hagas que me divierta, Jackson.
Sabía que no podía obligarla a que le dijera nada más, así que recogió la bolsa que ella llevaba en la mano y se dispuso a cumplir lo que ella le había pedido.
– Haré todo lo que pueda -prometió.
Jackson había reservado un barco para los dos. Tenía treinta y seis pies de largo y contaba con todas las comodidades y lujos de las suites del hotel. A Alex le encantó el plan de Jackson, que era pasar aquel día y el siguiente recorriendo las islas de la zona. Podrían hacer lo que les viniera en gana, tanto si era tomar el sol, jugar en el agua o acercarse a alguna de las islas para explorar sus playas.
Alex se recostó contra una cómoda butaca que había en la cabina del barco mientras iban avanzando por el tranquilo mar, y respiró profundamente. Se había aplicado gran cantidad de crema solar en el rostro para no quemarse y, mientras Jackson lo preparaba todo para zarpar, ella se había puesto un traje de baño negro, con adornos dorados. Había completado su atuendo con un pareo a juego.
Un suspiro de felicidad se llevó el último grado de tensión que la había atenazado desde su conversación con Dennis. Aquel relajante crucero era exactamente lo que necesitaba para olvidarse de sus preocupaciones. Muy pronto, regresaría a la civilización y a los problemas que acuciaban a su empresa. Muy pronto, tendría que enfrentarse a la posibilidad de que un empleado suyo hubiera hecho lo impensable y hubiera puesto en entredicho la reputación de Gametek. Aquello podría destruir todo en lo que ella había trabajado durante los últimos cuatro años.