Él sintió que la respiración se le iba acelerando poco a poco. Alexis le estaba poniendo muy difícil ceñirse a su anterior resolución de no tocarla.
Poco a poco, fue abriendo los ojos. Entonces, le colocó las manos sobre el pecho y las fue bajando por el torso, por el vientre… hasta que rodeó suavemente su erección. Jackson necesitó todo la fuerza de la que disponía para no dejarse llevar por el placer allí mismo.
– ¿Te importa si me ducho contigo? -preguntó ella, tras lamerse el agua que le empapaba los labios mientras empezaba a acariciar suavemente la masculinidad de Jackson.
Él estuvo a punto de alcanzar el clímax en aquel mismo momento. Sin embargo, soltó una maldición y la agarró por la muñeca para detener aquel asalto, aunque no pudo encontrar las palabras necesarias para terminar con aquel delicioso tormento.
– No me rechaces, Jackson -dijo Alexis, como si le hubiera leído la mente. Entonces, lo miró a la suave luz del cuarto de baño con una cándida expresión-. Quiero estar contigo… Yo me preocupo por ti, probablemente mucho más de lo que debería teniendo en cuenta nuestra situación, pero no puedo cambiar mis sentimientos ni fingir que no existen -añadió, acariciándole suavemente el brazo con la mano que tenía libre. Luego, terminó colocándosela en la nuca-. Y creo que tú necesitas esto tanto como yo.
Jackson cerró los ojos al sentir que un temblor lo sacudía por dentro. Desesperadamente, trató de reunir la fuerza de voluntad suficiente para rechazarla. Ya no sabía lo que estaba haciendo, sino solo que anhelaba la calidez de su cuerpo y lo que ella le estaba ofreciendo. Sinceridad, aunque fuera en el sexo. No, mientras hacían el amor. Se sentía demasiado implicado emocionalmente como para que aquello fuera nada menos.
Suavemente, Alexis le acarició los labios con los suyos, con una dulzura propia de una promesa celestial, mientras con el pulgar le acariciaba suavemente el glande.
– Por favor -susurró ella.
Aquellas dos palabras rompieron las barreras. El deseo se apoderó finalmente de él y, con una fuerte sensación de impotencia para resistirse a sus encantos, la tomó entre sus brazos y la colocó contra la pared, aplastándole los pechos y colocándole la erección entre los muslos. Luego, enterró las manos en su cabello y capturó sus labios en un beso apasionado que ella recibió encantada. Le llenó la boca con la aterciopelada humedad de su lengua y la besó muy profundamente, empujando y sintiendo que le resultaba imposible cansarse de su delicado sabor. Alexis provocaba adicción para su deseo, su corazón y sus sentimientos.
La necesidad que sentía se adueñó de él, haciéndole olvidarse de todo menos de aquella mujer que se aferraba desesperadamente a él y de lo mucho que anhelaba hundirse dentro de ella, verse rodeado completamente de su apasionado calor y de su generoso cuerpo. A pesar de sus esfuerzos, sabía que ya no podía resistirse más. La culminación de lo que habían vivido los últimos días sería incendiaria.
La lengua de ella batallaba con la de él. Jackson empujó un poco más y sintió como la rígida longitud de su pene se apretaba contra los suaves pliegues de su feminidad. Alex gimió y se movió para formar parte de aquel juego de placer. Hizo girar las caderas con un lento y erótico movimiento. Si seguían así, se sentiría más allá de donde le resultaría imposible regresar. Sin embargo, no deseaba alcanzar el clímax tan pronto.
Apartó la boca de la de Alexis y consiguió separarse algunos centímetros de ella. Físicamente, ya no se estaban tocando, pero visualmente Jackson no podía abstraerse de los caprichosos caminos que tomaba el agua para deslizarse por el cuerpo de ella.
– Tenemos que tomárnoslo con más calma…
– En ese caso, ¿qué te parece si jugamos un poco? -sugirió Alexis. Entonces, trató de agarrar la botella de gel, pero, antes de que pudiera hacerlo, él se lo impidió.
Sin empezaba a acariciarlo por todo el cuerpo, no aguantaría mucho tiempo.
– Yo ya me he lavado, así que permíteme el placer de lavarte a ti.
– Soy toda tuya -murmuró Alexis.
Jackson retiró la ducha de su soporte y se la entregó a ella.
– Yo te lavaré y luego tú te puedes enjuagar.
– De acuerdo…
Por el modo en que pronunció aquellas palabras, él comprendió que Alexis no sabía lo que le tenía reservado. Sin embargo, aquello era parte de la diversión. Si aquella noche era todo lo que le quedaba con Alexis, quería disfrutar y saborear cada momento. Se enjabonó las manos y empezó a frotarle la espalda. Ella colocó las manos en la pared para sostenerse, sin poder evitar echar la cabeza hacia atrás mientras gemía de placer.
Jackson le frotó diligentemente el trasero. Instintivamente, Alexis arqueó la espalda y se lo ofreció, sugiriéndole una postura sexual que siempre le había gustado. A pesar de ello, él se contuvo y resistió a aquella particular tentación.
– Venga, enjuágate.
Alexis dejó que el agua de la ducha le cayera por los hombros y que le fluyera por la espalda. Con las manos, Jackson siguió el camino de la espuma mientras se deslizaba por el cuerpo de ella. Utilizó aquel gesto solo como una excusa para tocarla y, cuando una zona se quedaba libre de jabón, la besaba y lamía para retirar el exceso de agua.
Alexis se echó a temblar. Poco a poco, él le dio la vuelta para poder mirarla a los ojos. Suavemente, Jackson le empezó a frotar el pecho. Lentamente, fue bajando hasta dedicar toda su concentración a los senos, acariciándolos con las manos mientras le torturaba los pezones con los dedos para conseguir que estuvieran tan firmes como guijarros.
Ella separó los labios y emitió un lánguido suspiro. Entonces, su torturador se inclinó sobre ella y la besó, lenta y profundamente, mientras, también lenta y profundamente, le iba acariciando el vientre para luego hacer lo mismo con la cintura y las caderas. Aquella vez, no le tuvo que pedir que se enjuagara. A medida que el agua iba cayendo, él seguía el sendero de frescura con la boca. Deslizó los labios sobre la garganta que ella le ofrecía y fue bajando poco a poco. Alternaba besos con ligeros lametazos y pequeños mordiscos que la hacían gemir.
Les dedicó a los pechos la misma y cuidadosa atención mientras ella le iba enjuagando la espalda. Le lamió los erguidos pezones, mordisqueándolos suavemente antes de succionarlos para metérselos en la boca. A medida que iba avanzando, los gemidos que ella emitía eran más frustrados. Cuando llegó al ombligo, se irguió de nuevo y regresó a la boca.
Los ojos de Alexis tenían una mirada febril y el rostro estaba ruborizado por el placer.
– Jackson… -susurró, mientras el cuerpo entero le temblaba por aquel juego erótico al que él la estaba sometiendo.
– Todavía no he acabado -musitó él, apretándole los labios con los dedos.
Con el pie, hizo que separara los muslos y se arrodilló delante de ella. Sus ojos se quedaron al mismo nivel del de su impactante feminidad. Jackson sintió que se le secaba la boca y que se le tensaban los músculos del vientre. Diminutas gotas de agua adornaban los oscuros rizos, como el rocío las hojas de las plantas, y el aroma que desprendía lo excitó aún más, si aquello era posible.
Empezó con los pies, para ir subiendo muy lentamente, cubriéndole la piel con sedosas burbujas, desde las pantorrillas hasta los muslos, pasando por las rodillas. Una vez más, se encontró de nuevo con su parte más íntima. Un hambre que nada tenía que ver con la comida, sino con la hermosa Alexis, se apoderó de él e, incapaz de contenerse, deslizó los dedos entre las piernas, dibujando suavemente así la geografía de su entrepierna. Alexis tembló y la respiración se le fue haciendo más profunda. Sin que él se lo pidiera, se enjuagó inmediatamente. Jackson la observó, atónito y vio cómo la espuma iba cayendo poco a poco hasta desaparecer por el desagüe.
Sin embargo, no se había enjuagado su íntima feminidad, pero él no iba a permitir que se escondiera y fuera tímida en aquellos momentos. Suavemente, hizo que se apoyara contra la pared y le levantó una pierna, para colocársela después sobre uno de sus anchos hombros. Entonces, delicadamente, acarició su húmedo calor. Con los dedos, fue apartando con suavidad los pliegues de su henchida carne para poder así contemplarla plenamente.