Recordó de nuevo las palabras que había susurrado aquel amanecer. Claro que sabía cómo se sentía, pero, en aquellos momentos, no se merecía ser el receptor de aquellos sentimientos. Lo único que tenía a su favor eran las veinticuatro horas que le quedaban para convencerla de que se merecía todo lo que ella le había dado a lo largo de aquella semana.
– ¿Es usted la señorita Baylor?
Alexis se sobresaltó al escuchar una tercera voz, dado que solo se había estado centrando en Jackson. No se había percatado de que el portero se había acercado a la mesa con un teléfono inalámbrico en la mano.
– Sí, yo soy la señorita Baylor.
– Discúlpeme por interrumpir su almuerzo, señorita, pero tengo una llamada urgente para usted de un tal Dennis Merrick. Vi que usted se dirigía hacia acá hace unos minutos y ese hombre ha insistido mucho en hablar con usted personalmente.
– Acepto la llamada. Gracias -dijo Alexis con la preocupación dibujada en el rostro. Entonces, se llevó el auricular a la oreja-. Dennis, ¿va todo bien?
Guardó silencio durante lo que parecieron horas mientras escuchaba lo que su vicepresidente tenía que decirle. En el transcurso de aquellos segundos, su expresión fue cambiando de preocupación a incredulidad para terminar demostrando un abierto enfado.
– ¡No me puedo creer que Fred Hobson trabajara para Extreme Software! -exclamó-. ¿Cómo es eso posible?
Claro que era posible. Jackson se sintió muy incómodo, pero Alexis estaba demasiado absorta en su conversación con Dennis como para notarlo. Evidentemente, sus abogados no habían perdido el tiempo y se habían puesto a investigar la vida de Hobson. Aunque él todavía no había podido encontrar el vínculo de unión que lo relacionaba con las dos empresas, sintió que un enorme alivio se apoderaba de él al darse cuenta de que lo que su instinto le había dictado era correcto.
– Sé que se marchó a Atlanta para vivir allí después de dejar Gametek, pero, cuando volví a contratarlo, la última empresa para la que había trabajado era de electrónica. ¡Dios mío, Dennis! ¡Qué lío…!
Alexis de repente se incorporó en el asiento y escuchó muy atentamente lo que le decía Dennis. Entonces, miró a Jackson y se quedó boquiabierta. Inmediatamente, él sintió que se le hacía un nudo en el estómago al presentir que se cernía algo sobre él que no podría evitar.
– ¿Cómo has dicho que se llama el dueño de Extreme Software? -preguntó ella, con un hilo de voz.
Jackson supo en aquel momento que se le había terminado el tiempo. Vio cómo el color desaparecía del rostro de Alexis. Una sacudida le recorrió el cuerpo, como si fuera a vomitar. Jackson sabía muy bien que saberse traicionado podía hacer que una persona se sintiera físicamente enferma.
– Dennis… Tengo que dejarte. Ya te llamaré más tarde.
Tras colgar el teléfono, cerró los ojos como si quisiera olvidarse de que Jackson estaba frente a ella. Él se sintió más solo que nunca y sintió miedo por estar a punto de perder algo tan importante para él.
– ¿Qué he hecho? -susurró Alexis más para sí que para él.
Jackson no creyó que a ella le gustara que le proporcionara la respuesta. Se había enamorado de él, le había entregado su cuerpo y su corazón y la esencia de su alma, tres cosas que él había aprendido a adorar. Sin embargo, ella nunca lo vería de aquel modo. Jackson no podría culparla por creer que lo que había ocurrido entre ellos solo era una charada. No sabía qué decirle, así que esperó a que Alexis se sobrepusiera.
Poco a poco, lo fue consiguiendo. Cuando abrió los ojos, había recuperado plenamente la compostura. Sonreía fríamente y completaba aquel gesto con una gélida mirada en los ojos. Había desaparecido la cálida mujer que había sido suya la noche anterior.
– Me alegra conocer por fin al hombre que ha demandado a Gametek por infringir los derechos de autor -dijo, en un tono neutro, como si estuvieran hablando de un tema sin importancia y no de que él había estado a punto de destruir su empresa.
Él extendió la mano para agarrar la de ella. Necesitaba aquel contacto, pero ella apartó el brazo antes de que Jackson pudiera aferrársela. Se puso de pie y se dispuso a salir del restaurante con un porte muy digno.
Sin importarle quién pudiera estar oyéndolo, se maldijo y salió corriendo detrás de Alexis. Logró alcanzarla al lado de una de las cataratas del jardín. Sabía que era mejor no tocarla, por lo que se colocó delante de ella en el sendero y la obligó a detenerse.
– Si no me dejas pasar, llamaré a los de seguridad -le espetó.
– Alexis, permíteme que me explique…
– Adelante, señor Witt, explíquese -dijo con voz muy tranquila.
Jackson habría preferido verla furiosa, que lo hubiera increpado, que hubiera purgado de algún modo la furia que sabía que ella estaba sintiendo.
– Sí, es cierto que inicialmente reservé estas vacaciones porque creía que tú eras responsable de robarle a mi empresa el diseño que tú necesitabas para completar tu Zantoid. Cuando se me presentaron los hechos, parecía que tú habías utilizado a Fred Hobson para hacerlo. Él había trabajado para tu empresa en San Diego, luego vino para trabajar conmigo en Atlanta y terminó por regresar a Gametek. Parecía mucho más que una mera coincidencia que Gametek anunciara a los pocos días un programa que no era posible sin mi tecnología.
Alexis se cruzó de brazos y esperó, sin negar sus acusaciones o defenderse. Jackson tragó saliva y se obligó a proseguir.
– Descubrí que ibas a pasar unas vacaciones aquí y me pareció la oportunidad perfecta para vengarme de ti antes de que los tribunales empezaran a tramitar la querella.
El dolor brilló en los ojos de Alexis, pero rápidamente recobró la compostura.
– Una venganza de seducción…
– Sí. Me ha pasado toda la vida sintiéndome utilizado, principalmente por lo que yo podría proporcionar, y sentí que esta era la gota que colmaba el vaso. Se han servido de mí en demasiadas ocasiones y… salté. No estaba dispuesto a permitir que nadie más se aprovechara de mí otra vez y que utilizara mi tecnología para procurar ganancias para su empresa. Por eso decidí que, esta vez, sería yo el que le quitaría algo a la otra persona… A ti.
– Entonces, yo diría que has conseguido exactamente lo que querías, Jackson -admitió ella, impasible.
– Como tú, me he encontrado con mucho más de lo que buscaba, Alexis. Supe desde el primer momento en que te conocí que eras diferente, que no tenías nada que ver con lo que me había imaginado… Llevo toda la semana luchando con mi conciencia. Siento por ti, Alexis, cosas que me asustan. Sabes más sobre mi vida que nadie de las personas que conozco. De repente, todo pareció muy complicado porque no quería hacerte daño, pero sabía que, al final, averiguarías quién era yo.
Alexis lo miró con escepticismo. No creía nada de lo que él le había dicho y él no sabía cómo convencerla. Lo miró fijamente durante unos momentos, en los que él esperó alguna señal de perdón. Sin embargo, no fue así.
– Para tu información, tanto si me crees como si no, Fred Hobson robó esa tecnología en tu empresa sin que yo lo supiera -afirmó Alexis, con frialdad.
– Ahora lo sé y te creo…
– Cuando la presentó a mi equipo de diseño, nos dijo que la había creado él mismo. No teníamos razón alguna para dudar de él y, evidentemente, ese tipo pensó que nunca se le descubriría. Según Dennis, Fred será procesado, pero, como presidenta de Gametek, te presento mis disculpas por cualquier daño emocional o económico que esto pueda haber causado a tu empresa.
Jackson se sintió furioso. ¿De verdad creía que los daños eran lo único que le preocupaba?
– ¡Eso me importa un comino! -exclamó.