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– Me parece justo. Para empezar, ¿me puedes dar su número de habitación?

– Es la habitación 305, en el edificio principal del hotel. Espero que ella sea la que te compense por todas esas otras mujeres que ha habido en tu vida.

Jackson forzó una sonrisa y dejó que Merrilee fuera a hablar con el resto de sus huéspedes. Tras terminarse de un trago su cóctel, dejó una buena propina para el camarero y se dirigió hacia el hotel para localizar la habitación de Alexis. Tenía que admitir que su primera noche en la isla no había salido tal y como él había esperado. Sin embargo, si era del todo sincero consigo mismo, Alexis Baylor tampoco era lo que había pensado.

Las fotografías que Mike le había hecho habían reflejado con exactitud sus atributos físicos. Lo que aquellas instantáneas no habían capturado había sido la suavidad y turgencia de sus labios, la luminosidad de su piel y lo expresivos que eran sus ojos. A pesar de su sencillez, poseía el potencial de transformarse en una sensual belleza, aunque, evidentemente, no era consciente de su atractivo. Aquello le resultaba sorprendente, especialmente cuando estaba acostumbrado a que las mujeres utilizaran su belleza para sacar beneficio.

Para él, Alexis Baylor era una paradoja. La vulnerabilidad de la que había sido testigo contrastaba con la imagen de empresaria sin piedad que había conjurado en su mente, tanto que le estaba costando mucho unir las dos contradictorias impresiones en una misma persona.

Algo enojado consigo mismo, se recordó que aquella mujer le había engañado a él y a su empresa. A pesar de su modestia en lo que se refería a los hombres, era muy agresiva en el mundo de los negocios.

Durante aquella semana, haría todo lo posible por vengarse de ella. Merrilee le había ofrecido la oportunidad perfecta para hacer de Alexis el centro de sus atenciones. Se tomaría aquella conquista con calma. La turbaría y la tentaría y, por último, la seduciría.

A juzgar por la atracción que había entre ellos, le daba la sensación de que Alexis Baylor no podría resistirse. No le resultaría difícil doblegarla, sobre todo cuando ella lo intrigaba, incluso lo excitaba, con sus contradicciones.

Con las manos en los bolsillos, atravesó el jardín de plantas exóticas que separaba las dos alas del hotel. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, levantó la vista y localizó el interior de la suite de Alexis. Estaba completamente a oscuras, pero ella se había dejado la puerta de la terraza ligeramente abierta para que entrara el aire.

Se la imaginó en la cama, cálida y suave, profundamente dormida. ¿Se soltaría el cabello por la noche? A pesar de la ropa tan amplia que llevaba, no pudo evitar preguntarse con qué dormía. ¿Sería con un sugerente camisón de seda o lo haría completamente desnuda? Al pensar en aquello, sintió una extraña sensación en el vientre.

Lo descubriría muy pronto. La seducción comenzaría al día siguiente.

Capítulo Tres

Si el hombre de su fantasía estaba en la isla, todavía tenía que hacer su aparición. Y ya casi había pasado la mitad de su segundo día en Fantasía de Seducción.

Alexis levantó los ojos de la novela de suspense romántico en la que no podía concentrarse. Examinó a las personas que descansaban alrededor de la piscina y las parejas que charlaban en el bar que había en medio del agua. Evidentemente, ellos sí estaban disfrutando de sus fantasías.

Una vez más desde la hora del almuerzo, sentada bajo una enorme palmera, miró a su alrededor en busca de un hombre de cabello oscuro y ojos azules que hubiera puesto los ojos en ella y que estuviera a punto de acercársele. Un hombre como Jackson…

Había muchos hombres con las características requeridas, pero ninguno parecía mostrar ningún interés por ella. Siempre había sido una persona muy paciente, pero, de repente, descubrió que estaba deseando que empezara la segunda fase de sus vacaciones pagadas. De su fantasía. Se sentía descansada y fresca y estaba dispuesta a saborear la pasión y a experimentar las voluptuosas sensaciones que solamente había leído en los libros.

Inquieta, se rebulló sobre la tumbona y se tapó las rodillas con la falda. Al darse cuenta de lo vestida que iba con respecto al resto de las mujeres que había alrededor de la piscina, se preguntó si tal vez debería haberse comprado ropa más sugerente para aquellas vacaciones. Su única concesión había sido comprarse ropa interior muy bonita y seductora, aunque su esfuerzo se vería ensombrecido si no lograba atraer la atención de ningún hombre.

Con un suspiro, se concentró de nuevo en su libro, aunque era incapaz de leer las palabras. Sí, tal vez necesitara cambiar de imagen y vivir impetuosamente durante una semana, especialmente dado que aquel era un lugar privado, en el que no la vería nadie que conociera. Durante una semana, podría ser quién quisiera y disfrutar de los resultados sin más consecuencias que las que ella había pedido. Podría ser descarada, correr riesgos y luego regresar a su casa y retomar su práctico estilo de vida y ocuparse de aquella querella que había llegado el día antes de marcharse. Si el hombre de su fantasía se presentaba pronto, podría empezar aquel viaje de autodescubrimiento…

De soslayo, vio a alguien que bajaba unos pequeños escalones de cemento. Parecía dirigirse a la piscina… No, hacia ella.

Automáticamente, levantó la mirada y sintió que el aliento se le helaba en la garganta al ver que Jackson Witt iba acercándose más y más al lugar donde ella se encontraba, con paso firme y masculino. La esperanza y la excitación la embargaron.

Vio que llevaba un bañador azul marino y una camisa que destacaba sus anchos hombros y su esbelta cintura. Tenía unos muslos fuertes y bien tonificados y sus piernas eran largas y bien definidas. Todo en él respiraba un aire tremendamente sensual y profundamente masculino…

Levantó los ojos para contemplarle el rostro, esperando que no llevara gafas de sol para poder ver su mirada y evaluar sus intenciones. Sin embargo, justo cuando estaba completamente segura de que iba a acercarse a ella, Jackson se detuvo de repente a unos cuantos metros de distancia. Con un fluido movimiento, se quitó la camisa y las chanclas al mismo tiempo. Tiró la camisa sobre una tumbona y, tras dejar las gafas de sol encima, se dirigió hacia el borde de la piscina sin mirar en su dirección. Entonces, se zambulló en el agua con precisión y empezó a nadar.

Algo decepcionada, Alexis centró su atención de nuevo en el libro para no seguir mirando al hombre que todas las demás mujeres parecían estar admirando. Resultaba evidente que Jackson se había olvidado de ella completamente, a pesar de que ella se había pasado toda la noche soñando con él. Evidentemente, no era el elegido.

Diez minutos más tarde, cuando salió de la piscina cerca de donde ella estaba sentada, Alex puso aún más empeño en centrarse en su libro y fingió estar completamente absorta por la historia.

Sin embargo, él se lo puso muy difícil. En vez de regresar a la tumbona sobre la que había dejado sus cosas, Alex vio de repente cómo sus pies desnudos y mojados aparecían junto a su tumbona.

¿Qué podía hacer?

Antes de que pudiera reunir la fortaleza necesaria para levantar la mirada y saludarlo con una cortés sonrisa, se vio regada con una miríada de gotas de agua, provocada por el hecho de que Jackson estaba sacudiendo la cabeza y la parte superior de su cuerpo como si fuera un perro. A pesar de sus esfuerzos, no pudo contener una espontánea risotada.

– ¡Eh! ¡Me estás empapando!

– ¿Sí? -preguntó él, inocentemente. Sin embargo, sus ojos relucían con el fuego azul de sus ojos.

Alex no estaba acostumbrada a ser el blanco de las insinuaciones sexuales, pero sus intenciones no le pasaron desapercibidas. Decidió que, si él iba a ser tan descarado, también ella lo sería. Quería ver lo lejos que él deseaba llevar las cosas entre ellos. ¿Sería solo un coqueteo sin importancia o algo más íntimo?