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Entonces, reanudé las preguntas.

– ¿Cuánto hace que sabes lo de la jabonera en forma de rana? ¿Por qué no fuiste a la policía?

– No podía -respondió en un susurro. Miraba fijamente la mesa, como si quisiera ser engullido por ella, y tuve que irle pinchando durante un rato para sacar a relucir el resto de la historia.

El lunes había llevado a Bron al almacén con tiempo para que éste cogiera su camión. Billy tenía planeado vaciar su taquilla y dejar el Miata en el aparcamiento de empleados para que Bron se lo llevara a casa cuando finalizara su turno. Bron, a su vez, dejaría a Billy en la estación de cercanías de South Chicago antes de dirigirse a su primer punto de entrega.

Camino del almacén, Billy preguntó a Bron qué plan tenía para conseguir el dinero para la operación de corazón de April, y Bron le dijo que tenía una póliza de seguro adicional que Grobian le había firmado y le mostró el dibujo de la jabonera en forma de rana, el mismo que yo había estado llevando de aquí para allá. Billy le preguntó de qué se trataba aquel dibujo, y Bron le contestó que era parte de su póliza, que Billy no tenía que saber más sobre aquello, pues era demasiado buen chico.

– Estaba harto de ese rollo, de que siempre me dijeran que soy demasiado inocente, o demasiado bueno, o demasiado retrasado, o lo que sea, como para saber qué está pasando -soltó Billy de sopetón-. Como si creer en Jesús y desear hacer el bien en el mundo te convirtiera automáticamente en un idiota. Así que, sólo para que vea que no soy tan bueno como dicen, decidí averiguar qué estaban tramando él y Pat. En el despacho de Pat hay un armario empotrado que conecta con el cuarto de al lado; antes había otro despacho y un retrete entre los dos cuartos; pero eso es lo de menos, el caso es que me metí ahí, en el armario, y lo oí todo, a Bron diciendo que necesitaba cien mil para April, a Pat riendo de ese modo suyo tan asqueroso: «Has pasado demasiado tiempo con el Niño si piensas que su familia soltará un puñetero céntimo para tu mocosa.»

Entonces me figuro que Bron le mostró el dibujo de la jabonera en forma de rana porque Pat le dijo que aquello no demostraba una mierda. -Billy se puso muy rojo al repetir la frase; me miró fugazmente para ver si me había ofendido-. Y Bron le contestó que lo tenía todo grabado, dado que Marcena Love estaba con él cuando Pat le pidió que hiciera el trabajo sucio, y que ella lo tenía todo en cintas, que grababa todas las conversaciones de la gente para tener documentación para sus artículos. Y entonces Pat le dijo que aguardara fuera un momento. E hizo una llamada y refirió la charla con Bron, y luego dijo que vale, que creía que podría echarle un cable después de todo. Le pidió a Bron que llevara el camión a Fly the Flag después de la entrega en Crown Point; que quería inspeccionar ese primer cargamento de sábanas que Zamar había hecho para ver si podían salvarse, y que alguien de la familia estaría allí con un cheque, que no podían hacerlo en público porque la familia no quería verse implicada. Así que decidí ir a Fly the Flag para ver cuál de mis parientes se presentaba.

– ¿Dónde estaba Josie mientras ocurría todo esto? -pregunté.

– Ah, yo esperaba en el Miata.

Fue la primera vez que Josie dijo algo, parecía como si hasta entonces no hubiera estado presente.

– ¿En el Miata? ¡Es un biplaza minúsculo!

– Teníamos la capota bajada. -Los ojos de Josie brillaban de placer al recordarlo-. Me acurruqué detrás de los asientos. Fue muy divertido, me encantó.

En una fría tarde de noviembre, sí, con quince años, a un paso de la muerte y del amor al mismo tiempo: qué divertido.

– ¿Cómo terminó Marcena en el coche, entonces? -pregunté, tratando de descifrar cómo habían acabado juntas todas aquellas personas.

– Bron la recogió con el camión. Marcena estaba entrevistando a alguien, o investigando algo, no sé el qué, pero Bron me dijo que iría a recogerla y quiso saber si había algún problema en que ella condujera mi coche. Mire, antes de que oyera la conversación de Grobian y Bron, nosotros, Josie y yo, teníamos planeado escapar juntos a México y buscar a la tía abuela que tiene Josie en Zacatecas, íbamos a tomar el tren hasta la estación de la Greyhound. Josie no tiene tarjeta de identidad, o sea que no podíamos ir en avión y, además, si íbamos en avión los detectives de mi padre nos encontrarían, íbamos a tomar el Greyhound hasta El Paso y luego haríamos autostop hasta Zacatecas.

Pero entonces decidí que antes tenía que volver a Fly the Flag; tenía que ver quién de mi familia iba allí, y no quería que Bron lo supiera. Si hubiese sabido lo que iban a hacer, jamás se me habría ocurrido llevar a Josie conmigo, tiene que creerme, señora War… shas… ky, porque fue lo más espantoso.

Los hombros comenzaron a temblarle; intentaba no llorar a lágrima viva.

– ¿Quién fue? -pregunté con impostada naturalidad.

– El señor William -dijo Josie en voz baja al cabo de un rato, visto que Billy no podía hablar-. La señora inglesa llegó en el coche de Billy. El señor Czernin nos dejó en la estación de la calle Noventa y uno. La fábrica queda a unas seis manzanas de la estación. Billy llevaba mi mochila y regresamos a pie, compramos pizza y bebidas y luego entramos en la fábrica.

Seguía hablando en voz baja, como si no quisiera asustar a Billy.

– La sala grande donde antes cosía mi madre todavía olía por el incendio pero la fachada seguía bien; si no sabías que la parte de atrás había desaparecido, habrías pensado que estaba en su sitio. Así que esperamos, yo qué sé, ni idea, como unas tres horas. Cogí un poco de frío. Entonces, de repente oí la voz del señor Grobian, y entraron él y el señor William. Nos escondimos debajo de una de las mesas de trabajo; no había electricidad a causa del incendio, y ellos llevaban encendida una de esas luces portátiles de trabajo, pero no podían vernos.

Y entonces llegó el padre de April con la periodista inglesa. Tuvieron un tira y afloja sobre la operación de April y lo que Bron había hecho por la señora Jacqui y el señor Grobian, y el señor William dijo a la señora inglesa: «El señor Czernin dijo, perdón, el señor Czernin dice que tiene una grabación de todo esto».

Y la señora inglesa dijo que lo tenía todo grabado en cinta pero que sólo iba a leerle el, no recuerdo la palabra, pero lo tenía todo escrito, copiado de la grabadora, sabía lo que pasaría si dejaba que ellos le echaran mano.

Así que leyó entera la parte donde el señor Grobian le decía al señor Czernin que saboteara la fábrica, que saboteara Fly the Flag, quiero decir. La tía de Billy estaba en la reunión, no en la de la fábrica sino en la que dijeron al padre de April que saboteara la fábrica. Y la señora inglesa fue leyendo lo que cada uno había dicho, incluso el comentario del señor William sobre que ese sabotaje le enseñaría al viejo, o sea al abuelo de Billy, que sabía actuar con firmeza.

Y cuando la señora Marcena acabó, el señor William soltó esa especie de risa falsa -lanzó una mirada rápida a Billy por si acaso lo ofendía- y dijo: «Veo que decía la verdad, Czernin. Pensaba que sólo eran vanas amenazas. Vamos a resolverlo. Mientras usted carga el camión, las sábanas nos parecieron bien, están en esas cajas de ahí, yo le extiendo un cheque».

Josie hizo una asombrosa imitación de la actitud quisquillosa del meticuloso William. Billy tenía la mirada vidriosa, como si estuviera sumido en un sopor etílico. No supe si estaba escuchando a Josie o reviviendo en su mente la aciaga velada.

– Luego no sé qué pasó realmente porque estábamos debajo de la mesa, pero el señor Grobian y el señor Czernin cargaron la carretilla elevadora y la señora inglesa dijo que le encantaría conducir la carretilla, que había llevado tanques y un tráiler pero nunca una carretilla. Sólo que no sabemos cómo se volcó la carretilla y se cayeron los dos, la señora inglesa y el señor Czernin. Ella chilló, o algo así, pero el señor Czernin no dijo ni pío.