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La tensión desapareció de Ryan y forzó una sonrisa, pero los ojos estaban muertos y fríos.

– ¿Cómo vas a evitar que ese crío hable?

Cathy se relajó visiblemente, y, aún en las sombras, Jake sintió el impacto de mal.

– Él no hablará. Puedo garantizar eso. Tengo que planear esto muy cuidadosamente. Necesitamos unas pocas señales de alerta, algunas cosas que podemos tener en el registro que discutimos con los médicos, expresiones de nuestra preocupación, pero que nadie pueda explicar. -Se frotó las manos juntas-. Esto es bueno, Ryan. Quizá esa pequeña rata flaca nos valdrá para algo después de todo.

Instintivamente Jake supo que estaba en problemas. Ya había decidido sobrevivir, golpearlos en su propio juego. Podría ser más fuerte. Había visto cómo hacerlo. Tenía que ser más listo, más rápido y más despiadado que cualquiera de ellos. Aún no podría detenerlos, pero podría aguantar y eso también, lo reforzaría.

Abrió la mano y miró las quemaduras. Había permitido que ella y su amigo apagaran sus cigarrillos en él. Había sido lo bastante rápido para huir, pero no había sido estúpido sobre ello y necesitaba recordar esto un momento, para marcar la ocasión que sabría que podría ser más listo, utilizando su cerebro para derrotarlos. Bajó a su cuarto, y cuando estuvo seguro de estar solo, sacó un cuchillo y lentamente lo atrajo sobre su muslo, haciendo la primera de muchas marcas para demostrarse, para recordarse que había tomado deliberadamente su castigo, que lo había permitido.

Seis años

Jake miró impotentemente como Cathy y Ryan mataban a Agnes. Lo hicieron con un tremendo placer. Y la hirieron durante mucho tiempo antes de matarla. Él estaba atado, y fue forzado a mirar como golpeaban sistemáticamente hasta la muerte a la mujer que lo había educado. Agnes había sido cruel a veces e indiferente otras, pero por lo menos había cuidado de él. Sabía lo que venía después, porque Cathy le había contado lo que le sucedería. Le había sonreído mientras se lo decía.

Jake pasó las siguientes dos semanas en el hospital cuando terminaron de darle la paliza y nunca negó ni una vez las acusaciones contra su antigua niñera. Ella había desaparecido después de golpear despiadadamente a su hijo, declararon Cathy y Ryan.

La policía intentó interrogarlo, pero estaba roto, los huesos e incluso por una vez, su espíritu. Sólo podía estar en la cama impotente, sacudido por el dolor, destruido por la crueldad, permaneciendo absolutamente silencioso, sabiendo que ellos lo matarían si decía algo. No era lo bastante fuerte todavía. Tenía que esforzarse más. Tenía que cavar más profundo. Tenía tanto que aprender y tenía mucho tiempo, tumbado en la cama mientras las costillas y los brazos se curaban, para formular un plan.

Los periodistas vinieron y se fueron. Los médicos y las enfermeras sentían compasión por Cathy mientras ella callada y hermosa lloraba para las cámaras y su audiencia, adhiriéndose a su guapo y adorado marido. Representó su papel, colmando de atenciones al chico insensible, su dinero y su celebridad proporcionó cobertura en el horario de mayor audiencia. Aprovechó cada ventaja posible, dirigiendo sociedades benéficas y organizaciones siempre que podía conseguir titulares y tiempo en televisión. Todos le creyeron, no a causa de la evidencia del cuerpo de Jake, sino a causa del dinero y sus habilidades de actuación. Jake tuvo que admitir que era hipnotizadora. Podía conseguir que casi cualquiera hiciera lo que ella quería. Él necesitaba esas habilidades ahora que sabía con lo que estaba tratando.

Ocho años

Cathy estaba nerviosa y disgustada. Jake Fenton, su abuelo venía para otra visita. Él siempre insistía en hablar a solas con Jake, y a Cathy no le gustaba. Despreciaba a su abuelo y hablaba de intentar matarlo, pero le tenía miedo. El joven Jake no comprendía por qué le tenía miedo. Fenton vivía varios estados lejos en Texas, pero ella siempre vestía bien a Jake y actuaba completamente diferente, como si se preocupara por él delante de su abuelo.

Siseó instrucciones al joven Jake, recordándole que se acordara de sus modales, que se callara y que no contestara a ninguna pregunta sobre Cathy o Ryan, ni acerca de sus vidas privadas. Le amenazó con castigos oscuros si se atrevía a desobedecerla. Jake encontraba todo el asunto de su abuelo bastante interesante. ¿Qué tenía el anciano que asustaba a Cathy? ¿Qué quería ella de él que la hacía parecer tan respetable y dulce?

Fenton nunca se tragó sus mentiras. Sonreía y se hacia el agradable con Cathy y Ryan, pero Jake podía oler el fingimiento que fluía de uno al otro y podía ver el desprecio en la mirada penetrante del anciano. Fenton siempre insistía en hablar a solas con el joven Jake y Jake disfrutaba de las largas conversaciones, pero las repercusiones eran siempre infernales. Cathy y Ryan utilizaban un látigo para golpearlo hasta la sumisión e intentar sacarle cada palabra de la conversación entre el anciano y su hijo. Jake llegó a ser muy experto en inventar historias y en contárselas seriamente, mirándoles directamente a los ojos. Y luego se iría a su cuarto y marcaría su victoria permanentemente en la piel, el dolor limpiando la rabia y la ira del vientre, reemplazándolo con fría resolución.

Diez años

Libros. La inmensa biblioteca de su casa en la que los otros raramente entraban era un tesoro más allá de toda medida. Jake pasaba la mayor parte de su tiempo en la biblioteca leyendo en el refugio tranquilo de la habitación en la que sus padres nunca entraban. Leía cada libro de los estantes, sin importar el tema, su memoria fotográfica absorbía el conocimiento y los detalles y los archivaba para futuras referencias.

Aprendió a permanecer silencioso en el fondo. Se escabullía de Bridget, la última niñera, y caminaba en silencio por la casa, encontrando la ubicación de cada ocupante, se acercaba a furtivamente a ellos hasta que estaba lo bastante cerca para tocarles, pero nunca les permitía saber que estaba cerca.

Descubrió información privilegiada sobre acciones. Ryan era extremadamente inteligente y hábil en conocer las debilidades de otras personas. Jake aprendió mucho observándolo, la pequeña sonrisa que engañaba a los otros, pero que Jake sabía que Ryan estaba preparado para golpear y golpear duro. Descendiente de una familia poderosa con tremendas conexiones bancarias, tanto la pericia de Ryan en el manejo de la diversidad de compañías que poseían y sus conexiones políticas eran muy valiosas.

Las conversaciones de Jake con el abuelo Fenton acerca de acciones, bonos y acerca de los libros financieros que leía en la biblioteca le ayudaron a comprender y asimilar la información que reunía al espiar a su padre.

Hoy, mientras Jake se arrastraba por la casa, encontró a Cathy con su entrenador personal en el cuarto de ejercicios. Raramente utilizaban el equipo tanto como se usaban el uno al otro. Aprendió mucho en ese cuarto y luego exploró aún más el tema con los libros que encontró en la biblioteca y la información en el ordenador. El sexo era simplemente otra arma para ser utilizada, como el dinero para ganar poder. Resolvió aprender todo acerca del sexo para poder ser realmente bueno en ello. No tenía objeto tener un arma a su disposición, a menos que la pudiera esgrimir efectivamente.

Jake comenzó a entrenarse, a utilizar los poderosos músculos que corrían bajo la piel de sus delgados brazos y piernas. Usó cada máquina, estudiando los manuales de ejercicio y DVDS meticulosamente, y siguió las instrucciones, con cuidado de no ser nunca atrapado. Cada día, Jake merodeaba por la casa de su familia, observando, escuchando, leyendo… aprendiendo cada vez más. Todo lo archivaba, todo para un propósito. Un día, cuando el momento fuera correcto, iba a golpear a su padre en su propio juego. Tomaría cada una de sus compañías, las arruinaría financieramente, los expondría al mundo como lo que eran. Se aseguraría que supieran que el niño al que habían golpeado tan a menudo, creyéndole una víctima, era realmente el fuerte, realmente el depredador.