Su deseo más secreto era tener los increíblemente grandes ojos verdes de Emma y el sedoso pelo dorado rojizo rizado alrededor de su cara y cayendo en una cascada de rizos por su espalda hasta la cintura. Emma era simpática y comprensiva; estaba siempre dispuesta a escuchar a cualquiera, ya fuera a alguien del rancho, a Susan, o a uno de los niños. Pero Emma siempre parecía muy vulnerable. Incluso a los dieciséis, Susan se sentía protectora hacia ella.
– Estaba bromeando -mintió Susan descaradamente, al no gustarle el parpadeo de dolor en las profundidades de los ojos de Emma.
– Puedes contármelo -dijo Emma suspirando, sacando un gran pasador para el pelo del bolsillo de sus vaqueros descoloridos. Intentó recoger la gruesa mata de pelo y la sujeto en su nuca. El peinado retirado hacia atrás destacaba sus altos pómulos.
Susan pareció inquieta.
– Es sólo un rumor, Emma, no lo creí.
– ¿Creer qué? Vamos, Susie, has ido ya muy lejos.
– De acuerdo. -Susan tocó con el pie las baldosas mediterráneas con inquietud-. Estaba en el vestíbulo, no fue como si escuchara a escondidas a propósito o algo así.
– Susie.
– Bien, pero no escuchaba a propósito. Linda se enfrentó a Jake en esta fiesta y le pidió que la llevara a la fiesta de los Bingleys, que probablemente ya sepas que es el gran acontecimiento de la temporada.
Emma no lo sabía, pero asintió de todas formas, intentando no sobresaltarse cuando oyó el nombre de otra mujer.
Repentinamente Susan sonrió ampliamente.
– ¿Te lo puedes creer? Deseé haber tenido una grabadora. La gran Linda Rawlins teniendo que pedirle a un hombre que la acompañara. Pude haber ganado miles vendiendo esa información a los periódicos sensacionalistas. La joven heredera del naviero rechazada por el rey del petróleo.
– Has leído demasiadas revistas del corazón. -Emma la regañó con firmeza.
– Bueno, probablemente. -Susan era incorregible-. Pero son muy divertidas.
– Sigue.
– Jake estuvo frío y muy educado con esa forma distante que tiene, pero ya sabes, con esa apariencia aburrida, completamente caliente que consigue. Él le dijo a Linda que te llevaría a ti y ella puso el grito en el cielo. Qué momento. En lo alto del cielo. Ella le gritaba con toda la capacidad de sus pulmones. Le dijo que nadie en la sociedad te aceptaría jamás, y que sus padres pensaban que era ridículo que estuviera contigo y que él lo hacía sólo para fastidiarlos. Luego ella te llamó criada. Jake la miró con esa clase de desprecio que consigue y entonces ella realmente se puso sucia.
Emma apretó los puños. Últimamente se había sentido emotiva y alterada, y por alguna extraña razón la murmuración de Susan realmente la molestaba. Ella sabía que todo el mundo murmuraba sobre Jake; él simplemente lo asumía. Pero ella estaba siempre oculta en el rancho donde nadie la veía y ella no veía a nadie. Raramente salía siquiera del rancho. Linda ya había venido a verla y había dicho las mismas cosas feas a pesar de que Emma había tratado de tranquilizarla diciendo que era simplemente el ama de llaves.
– Linda dijo que todos sabían que Jake es el padre de Andraya y que os dejó a ti y a Shaina embarazadas al mismo tiempo y que él sólo te mantiene cerca por sus mocosos bastardos. -Susan estaba indignada de nuevo, apretando los puños con fuerza a los costados. Ella definitivamente era leal hacia Emma.
Emma palideció bajo su dorado bronceado.
– ¿Qué dijo Jake? -Una cosa era hablar con ella, aquí en la casa, pero gritárselo públicamente a Jake en una fiesta era algo completamente diferente.
– No lo negó. Simplemente miró a Linda de arriba a abajo como si fuera un insecto odioso y se marchó con ese paso tranquilo con que camina. Estaba tan guapo. Y Linda parecía patética y celosa.
Emma pasó una mano temblorosa sobre su cara y se sentó bruscamente. No quería que la gente la usaran a ella o Andraya para llegar hasta Jake.
– Oh, Emma, -Susan gimió-. Lo siento. No tenía intención de molestarte. Linda está celosa. El caso es que Jake es muy diferente contigo. A ti nunca parece importarte, pero es -vaciló, buscando la palabra correcta-, indiferente hacia las mujeres. Él las desecha como a las moscas; no tiene tiempo para ellas. Tú nunca vas a fiestas pero deberías verlo. Honestamente, me moriría si me mirase como mira a esas mujeres, con tanto desprecio, como si estuvieran por debajo de él.
A pesar de sí misma, Emma tuvo que reírse.
– No puede ser tan malo o no caerían a su alrededor.
– El resto de la gente no son como tú, Emma. -Susan se sintió obligada a apuntar-. Venderían sus almas por todo ese dinero y poder. Y él es tan ardiente. Las mujeres aguantarían bastante por eso. Es más, pienso que es algo así como domar a un chico malo.
– Eso es una locura. Has estado leyendo demasiadas novelas, Susan. En la vida real, si el hombre es mandón y arrogante, no es tan fácil vivir con él. Y dudo que las mujeres se lancen sobre Jake sólo por su cuenta corriente.
– Seguro que lo hacen -Susan insistió-. Papá es un senador, y viudo. Créame, he visto cómo las mujeres van tras de él y conozco todos los signos. -Ella arrugó su nariz-. Conociste a Dana cuando me trajo. Mi institutriz. Ja. Qué estupidez. Ella va detrás de Papá, y ya viste qué engreída estuvo contigo. Ella me trata igual, como si estuviera por debajo de ella, incluso piensa que voy a permitir que sea mi madrastra.
Emma no estaba preocupada por Dana, aunque no iba a reconocerlo en voz alta ante Susan. La mujer era demasiada fría y hacía demasiados comentarios sarcásticos sobre Susan para el gusto de Emma.
– Jake es diferente contigo y eso salta a la vista -continuó Susan, continuando con el tema con entusiasmo-. Es cortés y se ríe a tu alrededor. Te llama tres veces al día y te besa. Tú no me crees porque no le ves fuera de aquí.
– Oh, Santo Cielo. Dirijo su casa. Por supuesto que me llama. Tengo que darle sus mensajes. Y sólo para tu información, él no me besa, sólo me da unos ligeros besitos. Hemos vivido aquí dos años juntos. Somos cariñosos, eso es todo.
– Papá dijo que casi te moriste cuando Andraya nació. Y Jake no se apartó de tu lado ni una vez -señaló Susan-. Y le puso nombre a Andraya mientras estabas inconsciente. Y Andraya y Kyle se parecen.
Susan buscaba información, pero Emma no tragó el anzuelo.
– Pobre Jake. Qué horrible por parte de Linda lanzarle todo eso a la cara.
– Date prisa, Emma. -Un hombre bajo y fornido de risuelos ojos azules y una mata de pelo blanqueado por el sol asomó la cabeza por la puerta-. El jefe está a punto de llegar, aterrizó hace diez minutos-. Sonrió abiertamente hacia Susan, dejando escapar un lento y apreciativo aullido de lobo que puso a la jovencita roja como la grana.
– Gracias, Joshua -agradeció Emma secamente-. Tendré preparado café recién hecho.
Joshua saludó, le guiñó el ojo a Susan y volvió a salir. Emma se quedó en el centro de la habitación por un momento, mirando hacia afuera por el enorme ventanal. Fue una conversación inocente por parte de Susan, pero trajo de vuelta una ráfaga de recuerdos en los que Emma no se atrevía a pensar. Se estremeció, recordando la sensación de unas manos fuertes sujetándola con una fuerza increíble, el olor a gasolina, el fuerte rugido de las llamas, el vacío que nunca se iba realmente. Había pasado mucho tiempo desde que se había permitido pensar en ese día.
– ¿Emma? -La preocupación de Susan era evidente en su voz, conduciendo a Emma de regreso al presente-. ¿Estás bien?
– Sí, claro, cariño. Corre y comprueba a esos niños por mí, ¿quieres? Estaban jugando a los caballos en el cuarto de Kyle pero están muy callados. Hay algunas cosas que necesito hacer.