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– Lo siento -dijo él suavemente-. ¿Qué dijiste?

Emma emitió otra amplia sonrisa.

– ¿Lo puedes creer? Realmente logramos mantener la pintura en secreto. Fue realmente difícil de instalar el alumbrado correcto. El pobre Joshua tuvo que cambiarlo unas cien veces antes de que quedara satisfecha. No había pintado en mucho tiempo, así que estaba nerviosa en hacerlo para ti. Él fue estupendo, cuándo le dije lo importante que era para mí.

La voz de ella subía y bajaba mientras la sangre caliente surgía y se retiraba, retrocediendo y fluyendo como una serie de olas gigantescas. El trueno retumbaba en sus oídos, él solo podía respirar para acallar los oscuros celos que amenazaban con liberarse. Intentó no imaginarse a Joshua a solas con Emma, las dos cabezas juntas, tan cerca, a un aliento de distancia. Apretó los dedos en un puño apretado.

Nunca había sido un hombre celoso. Esta emoción horrible que lo sacudía era fea y destructiva. Luchó por recuperar el control, conmocionado por su incapacidad de detener el creciente mar de cólera. Quería sentir el cuello de Joshua bajo sus dedos, ver al hombre ahogándose, el aliento abandonando su cuerpo. Quería desgarrarle el vientre, una feroz necesidad primitiva y poderosa.

– ¿Cómo de estupendo fue? -Su voz era un gruñido, una amenaza retumbando en su garganta.

Se volvió hacia Emma, su cuerpo mucho mayor gravitando sobre el de ella, haciéndola retroceder contra el fregadero, atrapando su cuerpo contra la encimera, sus brazos a cada costado de ella para formar una jaula.

– ¿Cómo de estupendo, Emma?

El peligro zumbaba en el aire. Emma sintió la tensión en la habitación aumentando en intensidad sin estar segura de la razón. Qué hacía que su cuerpo se alarmara. Sus senos se tensaron, con los pezones excitados al máximo. La excitación pulsaba en su vientre y sus muslos. Un líquido caliente se acumulaba y su vientre se contrajo. Su respiración se convirtió en un jadeo. Ella era demasiado consciente del calor del cuerpo de Jake, de cada músculo moviéndose bajo su piel. Los ojos de él brillaban intensamente como el oro viejo, y su boca provocaba fantasías eróticas en su cabeza.

En toda su vida ella nunca se había sentido tan dolorida, tan necesitada, y podía ver por qué las mujeres se lanzaban sobre Jake. Era un poco humillante estar entre ellas, una mujer deseando mendigar su atención. Ella bajó la mirada, no quería que él viera lo que le estaba pasando. Incluso su piel era consciente de él, un zumbido eléctrico que crepitaba en sus terminaciones nerviosas.

– Maldita sea, Emma, dame una jodida respuesta.

Bien. Ahora estaba realmente enferma. Su ruda demanda sólo envió una oleada de fuego a través del calor líquido. Sus apretados músculos interiores se convulsionaron. Aspiró profundamente y expulsó el aliento, decidida a no permitir que su aguda conciencia sexual de él, la afectara.

– ¿Estás furioso conmigo por algo, Jake? -Su piel ardía y por un momento ella hubiera jurado que algo se movía en su interior, libre y salvaje. La ropa le molestaba de verdad, contra su piel sensible. Ella deseaba volver el rostro hacia Jake y devorar su boca, desgarrando su ropa y deleitándose con su cuerpo.

La garganta de Emma se cerró y retrocedió contra la encimera, horrorizada por sus pensamientos. ¿Qué estaba mal en ella? Nunca se había comportado así. Nunca se había sentido lasciva, necesitada y desesperada por sexo. ¿Y con Jake? Nunca podría vivir después consigo misma. Después de que ella se convirtiera en una de sus mujeres descartadas. Tendría que dejar a Kyle. Apartar a Andraya de todo lo que conocía. Ella tenía que apartarse de él.

Desesperadamente, Emma levantó ambas manos y apartó de un fuerte empujón el muro que era el pecho de Jake.

Capítulo 6

JAKE atrapó las manos de Emma contra la pared de su pecho y la sostuvo allí. El duro empujón ni le movió.

– No estoy enojado contigo, cariño. Lo siento, estoy actuando como un bastardo. No hay ninguna excusa. -Y no la había. Infierno, ella había querido sorprenderle. Le había sorprendido. Ninguna otra persona en el mundo había pensado en hacer mención a su cumpleaños. Sólo Emma. Y él le estaba gruñendo.

Ella alzó la mirada, los ojos buscando su cara. Él hizo cuanto pudo por parecer tranquilo cuando sólo quería besarla otra vez, esta vez asegurándose de que ella sentía la posesión, para que supiera a quien pertenecía. Jake se frotó su ensombrecida mandíbula, irritado por sus pensamientos. Había puesto mucho esfuerzo en su plan y Joshua no iba a entrar a hurtadillas y a llevarse a Emma cuando él no miraba.

– ¿Fue realmente malo ahí afuera? -preguntó Emma, tratando de adivinar la razón para su mal humor.

– Tuvimos que mover a la manada entera hasta que los hombres puedan volver a levantar las vallas y limpiar los escombros. Perdí más de lo que pensé al principio en esta tormenta inesperada. El agua retrocedió por el cañón, causando un movimiento de tierras.

– Lo siento. -Ella habló quedamente, amablemente, imaginándose al ganado muerto e hinchado que estaba medio enterrado en el barro.

Él observaba cuidadosamente su expresiva cara.

– Eres demasiado suave -dijo él arrastrando las palabras perezosamente, permitiendo que ella apartara las manos del pecho. El pulgar se deslizó sobre su piel, saboreando la sensación de ella-. Es un rancho de ganado, cariño. Vamos a tener unos pocos desastres.

– Eso sigues diciéndome. -La tensión en el cuarto se disipaba lentamente y Emma empezó a sentirse relajada. Jake dio un paso lejos de ella y ella sintió instantáneamente la pérdida del calor de su cuerpo, pero permitió que su sangre se enfriara, que la terriblemente dolorosa necesidad se desvaneciera un poco. Tomó otro aliento profundo, agradecida de estar recobrando el control.

Tener una relación física con Jake sería un suicidio personal total. El no mantenía a las mujeres durante mucho tiempo. Las utilizaba, las dejaba que le utilizaran y luego las desechaba. Él ni siquiera era agradable acerca de ello, aunque ella hubiera advertido que la mayor parte de las mujeres seguían regresando para más. Siempre había sentido compasión por esas mujeres cuando le llamaban y dejaban mensajes que él nunca devolvía. Pensaba que era un poco enfermo desear una relación tan retorcida, pero aquí estaba ella, su cuerpo derritiéndose en una piscina de necesidad a los pies de Jake. Era humillante.

Sólo un tiempo teniendo relaciones sexuales con él y arriesgaría la casa a la que había acabado por amar. Tendría que dejar a Kyle y alejar a Andraya de Jake.

Jake había adoptado legalmente a Andraya. El pensamiento saltó espontáneamente en su cabeza.

La única cosa que ella sabía sobre Jake era que era un enemigo amargo e implacable. Utilizaba todos los medios posibles para destruir a sus enemigos. ¿Si ella se marchaba, trataría de alejar a Andraya de ella? No sólo era una posibilidad, era una probabilidad.

Jake se extendió en una silla, los pies hacia delante, su mirada una vez más en la cara de ella.

– Nunca juegues al póquer, Emma -le aconsejó. Pateó en una silla, girándola en invitación-. No estoy de humor para juegos del gato y el ratón, así que siéntate durante un minuto y dime qué te ha molestado tanto.

– Dejémoslo, Jake -sugirió Emma suavemente, sin encontrarse con su mirada fija. Él podría desconcertar a cualquiera con esa mirada. ¿Por qué tenía que ser él tan malditamente perceptivo, advirtiendo las más ligeras diferencias acerca de ella? Él notaba todo acerca de todos, los detalles más diminutos, y ella necesitaba tiempo para pensar en cosas y proponer un plan por si acaso.

Él estiró un brazo largo y poderoso y le dio golpecitos suavemente en la mejilla.

– No cuando te molesta. Sabes que no voy a permitirte salir de aquí hasta que me lo digas, así que suéltalo.

Ella se frotó la palma de la mano nerviosamente por su muslo vestido con vaqueros.