Emma le frunció el ceño con exasperación. Estaba claro que necesitaba salir del rancho más a menudo. ¿Creían todos que ella no era digna de una cita?
– ¿Vas a parar? No tiene nada que ver contigo. Sólo voy a ver una película, quizá a por un café después. No me esperes levantado.
– Sáltate el café. -Miró su reloj-. Es demasiado tarde para la primera función. Llama al tipo y cancélala.
– Joshua. -Exasperada, Emma arrancó el Jeep.
– ¡Espera! Yo te llevaré -dijo él desesperadamente.
Ella le tocó el brazo.
– No en esta vida. Deja de preocuparte. Sigo las órdenes de Jake.
Joshua la miró fijamente con la boca abierta, claramente perplejo ante sus palabras. Entonces carraspeó.
– ¿Estás segura?
– Absolutamente. ¿Por qué piensas que hago esto? Jake me lo dijo.
– ¿Lo hizo? -repitió Joshua como un eco-. Eso no suena como él.
Ella asintió solemnemente, le dio un alegre gesto con la mano y se alejó con un rugido, dejando a Joshua frunciendo el entrecejo tras ella en una nube de polvo.
– ¡Drake! -bramó Joshua mientras corría hacia el camión de Drake.
Drake le empujó al asiento del conductor, con el arma en la mano, mirando desenfrenadamente alrededor y luego tras el Jeep.
– Ese no era… -Ya había arrancado el vehículo y dado marcha atrás, girando el camión para seguir al vehículo que se movía rápidamente-. ¿Quién está en el Jeep?
– Emma. -Joshua sonó como un condenado.
– ¿Emma? -Repitió Drake, apenas capaz de creer a sus oídos-. ¿Adónde demonios va a esta hora de la noche, y por qué no hay un par de guardaespaldas con ella?
– Películas. -Joshua hizo una mueca-. Emma está saliendo. Una cita.
– ¿Una qué?
Pocas cosas sorprendían a Drake, y a Joshua le gustó ver que estaba sorprendido por las noticias.
– Cita… una cita… con un hombre. Alguien que no conozco. Alguien que no conoces.
Juntos gimieron y dijeron simultáneamente.
– Alguien que Jake no conoce.
Drake llamó a la puerta principal.
– Emma se acerca, Jerico. Déjala pasar. Estamos en ello. -Giró hacia Joshua con una ceja levantada-. ¿Qué película vamos a ver?
– Infierno, no lo sé, pero me estoy haciendo definitivamente demasiado viejo para este tipo de cosas. No te acerques demasiado. Si nos localiza, estamos muertos. Tiene una vena malvada. Tirará nuestros privilegios de café.
– Probablemente ya estamos muertos. ¿No la has podido detener? Es una cosita dulce -dijo Drake-. Y nunca le deberías haber permitido ir sin un guardaespaldas.
– ¡Ja! Inténtalo tú. Te sonríe dulcemente, asiente con la cabeza y hace cualquier maldita cosa que quiera hacer. No puedes atar a esa mujer en corto. Y créeme, lo he considerado.
– Jake va a explotar como un volcán -anunció Drake seriamente-. Deberías haberla atado.
– Infierno, Drake, has dado la orden de permitirle salir de la propiedad. Voy a asegurarme de que Jake lo sepa cuando saque las garras. -Aclaró mientras se acomodaba contra el asiento-. Podríamos asesinar al tipo mientras ella está en el servicio.
La siguieron justo hasta el cine, Drake mantuvo unos pocos coches entre ellos siempre.
– Mejor que la película no sea alguna historia de amor desaliñada -siseó Joshua mientras se movían sigilosamente por el parking, ocultándose detrás de los coches, llevando el mismo paso que ella.
– Ajá -dijo Drake-. Creo que el macho está esperando. Ahí está, le ha agarrado de las dos manos, mirándola a los ojos. ¿Le reconoces?
– Creo que es el tipo del teléfono. Le he visto por ahí. A Jake no le va a gustar esto -indicó Joshua con un pequeño gemido.
– Ni a Emma si nos atrapa. Ojala pudiéramos deshacernos de este tipo de algún modo. ¿Tienes alguna idea? -preguntó Drake con esperanza.
– Quizá deberíamos llamar a Jake ahora mismo y dejar que lo maneje él -sugirió Joshua.
– ¿Estás loco? -Drake empujó el dinero hacia la mujer en el mostrador de billetes-. Cualquier película a la que vayan ellos -agregó, cabeceando hacia Emma y su cita cuando entraron.
– Oye, estamos de suerte -exclamó Joshua alegremente-. Es una comedia. Espero que consigamos buenos asientos.
– ¡Joshua! -Drake golpeó al hombre más joven con el sombrero-. Estamos aquí para mantener un ojo en el macho. ¿Cómo infiernos nos ha engañado ese tipo al que no hemos comprobado?
– Espero que tengas más dinero. No tengo un centavo. Esto es genial. Realmente quería ver esta película. -Joshua se tocaba los bolsillos-. Necesito palomitas.
Drake le empujó, frunciendo el ceño oscuramente.
– ¿Mantendrás la mente en el trabajo? Sigue así y te dejaré aquí.
– ¡Rápido! Están entrando -indicó Joshua apresuradamente-. Los perderemos. Ponte en la fila, ¿lo harás?
– Shh -amonestó Drake, dejando pasar a varias parejas frente de ellos-. Y no voy a conseguirte palomitas de maíz. Estamos trabajando.
– No seas mezquino. Me gustarían unas palomitas. No puedes ver una buena película sin palomitas. Si él no se para en la cafetería, síguelos y te alcanzaré después de que consiga algunas palomitas. Aunque necesitaré dinero.
– Olvida las malditas palomitas -ordenó Drake.
– No sabes cómo divertirte -se enfurruñó Joshua.
– Mantén el ojo sobre ella. ¿Qué le ha pasado de todos modos? ¿Está enfadada con el jefe? ¿Tuvieron una pelea?
– Dijo que él le había dicho que saliera -dijo Joshua-. Y si sé algo acerca de Emma, es que ella no miente.
– El hombre es un maldito idiota.
– O eso o es un idiota que lo ha entendido mal -Joshua se agachó detrás de un pilar-. Están consiguiendo palomitas de maíz. Huelen tan bien. Vamos, Drake, compra algunas palomitas.
– ¿Te callarás? -demandó Drake frenéticamente.
– Lo prometo. -Joshua cruzó los brazos de modo satisfecho sobre el pecho.
Se quedaron atrás, esperando a que Emma y su cita se sentaran en el cine oscurecido, antes de encontrar un espacio dos filas detrás de ella.
Joshua estaba embelesado con la comedia, riéndose con ganas con las chicas que se reían tontamente sentadas junto a él.
Drake le clavó el codo en las costillas.
– Él está haciendo su movimiento.
– ¿Quién? -Los ojos de Joshua estaban pegados a la pantalla.
– El tipo, su cita. Ha puesto el brazo en el respaldo de su asiento.
Joshua se incorporó, lanzando puñales con la mirada.
– ¿Quieres que le rompa el brazo? Podemos hacerlo parecer un accidente.
– Oh, cállate. No estás ayudando. Sólo mira la maldita película. -Drake sonó totalmente exasperado.
– Bien. -Joshua se las arregló para parecer herido durante cinco minutos, hasta que la película le tuvo doblándose sobre sí mismo de la risa.
Tuvieron unos pocos minutos malos cuando las luces se encendieron, encontrándose atrapados por las personas que salían. Tuvieron que fingir que buscaban algo en el suelo para permitir que Emma y su escolta pasaran. Drake envió una oración silenciosa porque Emma fuera directamente a casa, pero no fue contestada.
Fueron forzados a seguirla al Chateau, un restaurante francés carísimo.
Drake miró a su ropa de trabajo y botas.
– Nos localizará con toda seguridad. Quizá debemos esperar fuera.
– Si esperamos fuera, y tenemos que contarle a Jake acerca de esta tarde, nos dará una paliza. Y no tengo ganas de sufrir una paliza sólo porque Emma se siente retozona.
Jake permitió que la charla fluyera a su alrededor. El olor a conspiración era pesado y la traición apestaba en la mesa, pero todos sonreían y jugaban a sus juegos de apuestas altas. Dean Hopkins, el director de su pequeño negocio que aparentemente fallaba, estaba totalmente a favor de la venta, extendiendo las ventajas cuidadosamente, mientras el círculo de inversores asentían con las cabezas e intentaban convencerle de que le estaban ayudando. Jake mantuvo la cara inexpresiva, mirándolos de cerca, queriendo husmear la razón fundamental por la que estaban tan dispuestos a comprar un negocio que fallaba.