Выбрать главу

Emma trató de luchar contra su propia ira, sabiendo que podía perderlo todo si se peleaba con Jake. Él era el dueño de la casa y de todo en su interior, pero no podía permitir que le hablara de ese modo. Intentó ser razonable, pero había una parte de ella que sabía que había precipitado deliberadamente la crisis, y no pudo evitar el empujarle aún más.

– Si alguien tendría que estar enojado aquí, debería ser yo. Después de la manera en que has actuado, ¿crees que me pedirá salir otra vez? Lo has hecho sonar como si tuviéramos niños juntos, como si conviviéramos. Él probablemente pensó que me agarrabas para salirte con la tuya.

– ¡Otra cita! -La agarró por los hombros, le clavó los dedos en la piel suave, tirándola más cerca de su forma grande y masculina. Ella pudo sentir el calor de su cuerpo que la envolvía-. Sal en otra cita y le romperé el cuello. Y sólo para que lo tengas claro, Emma, tenemos niños juntos. Vives conmigo.

Ella le frunció el ceño.

– Sabes muy bien que no. Y eres el único que dijo que necesitaba un hombre.

– ¿Y qué demonios soy yo?

Ella le miró fijamente, parpadeando rápidamente.

– Tú no estás interesado en mí en lo más mínimo.

– Te pedí que te casaras conmigo, maldición -indicó, furioso más allá de lo que jamás había estado-. ¿Qué más quieres, demonios? -Juró en voz alta, demasiado enojado para nada más.

Jake le dio un tirón dentro de sus brazos, apretando su cuerpo contra el suyo. Una mano le retorció el pelo, la otra la sostuvo por la barbilla para poder reclamar la boca. No había nada apacible o dulce en su beso. El toque de los labios envió una descarga eléctrica a través de ella. Él le mordió el labio inferior lo bastante duro para hacerla jadear y luego fue pura dominación masculina, invadiendo la suavidad de ella, saboreando, castigando.

Capítulo 11

EMMA no podía moverse, no se atrevía a luchar, reconociendo en ese momento cuán peligroso era Jake realmente. Su fuerza era enorme, su hambre absoluta y cruda. Completamente excitado, parecía capaz de cualquier cosa. Un gruñido bajo escapó de su garganta, el beso se profundizó hasta que casi le comió la boca en un esfuerzo por devorarla. La condujo hacia atrás hasta que estuvo contra la pared, sin levantar nunca la boca de la de ella. Emma le pasó la lengua por el borde de sus dientes, sintiéndolos afilados, saboreó su deseo mientras él le ahuecaba la nuca y la sostenía allí, moviendo la boca sobre la de ella, haciendo que su cuerpo se volviera fuego líquido.

Jake le capturó las manos con las suyas y las atrajo sobre su cabeza, sosteniéndola sujeta allí, frotó el cuerpo sobre el de ella como un gato. Algo salvaje en ella respondió, su cuerpo ardió con un calor poco natural. Él era un macho primitivo reclamando a su compañera, y los huesos de ella se fundían como si ella fuera seda viviente y maleable, y cada terminación nerviosa estuviera viva por el calor llameante combinado. Ella moldeó su cuerpo al de él, presionando, movió la boca inconscientemente bajo la de él, entrelazando las lenguas, acariciando, su sabor ardía a través de ella como eróticas burbujas de champaña.

No podía pensar, sólo podía sentir, su cuerpo estallaba en llamas, necesitando al de Jake. Si él gruñía, ella gemía, jadeante y hambrienta y tan necesitada que no podía soportar el peso de la ropa sobre la piel.

No había nada inseguro en Jake; él hacía el amor de la manera en que lo hacía todo, despiadadamente, con decisión, dando órdenes. Al mismo tiempo, era salvaje, fuera de control, la barría con él a una tormenta de intensidad. La boca de Jake abandonó la de ella para viajar por la garganta vulnerable, mordiendo deliberadamente, amamantándose, dejando marcas de posesión en la suave piel. Agarró el frente de la blusa y tiró, rasgando la delgada tela por delante, luego arrastró la falda fuera de ella como si encontrara que cualquier cosa que evitara que tocara o viera su cuerpo fuera ofensiva.

De ese modo, parecía que no podía esperar lo bastante para deshacerse del sujetador. La boca trazó besos ardientes hasta la tela de encaje que le cubría los senos. Emma oyó el sonido bajo y crudo que escapó de su garganta cuando la boca de Jake se cerró sobre el seno, a través del encaje, los dientes rasparon, la lengua caliente y malvada, se arremolinó sobre el brote duro del pezón. Sus brazos, gruesos con músculos marcados, la atrajeron más cerca, la boca de Jake tironeó con un hambre fuerte y urgente.

Él no era gentil, estaba hambriento, se estaba dando un banquete con ella, reclamándola con pequeños y fieros gruñidos que retumbaban en su pecho y garganta.

– Mía -gruñó y la atrajo al caliente infierno de su boca-. Mía -repitió, los dientes mordieron hasta que ella gritó e inmediatamente la lengua la lavó y la calmó.

El cuerpo de Emma era un horno, y se arqueó contra él, tratando de conseguir tanta piel como fuera posible en contacto con la de él. Las manos de Jake se movían sobre ella posesivamente, la acariciaban la estrecha caja de las costillas y la pequeña cintura, y por la curva de la cadera. Todo mientras tironeaba y apretaba los pezones, arañando con los dientes, hasta que la línea entre el dolor y el placer se emborronó y ella estuvo gritando de necesidad.

Jake tiró de su pierna alrededor de la suya, la mano encontró la pantorrilla, viajó hacia arriba, amasando la perfección de su estructura ósea, moviéndose por el interior del muslo. Las manos de Emma se apretaron alrededor del cuello, adhiriéndose a él, mientras el mundo se desvaneció hasta que solo hubo las manos de Jake, su boca y el hambre que rabiaba entre ellos. La excitación enviaba llamas por sus muslos hasta que las temblorosas piernas de Emma amenazaron con fallar.

Emma intentó encontrar suficiente aliento para hablar, para hacer que su cerebro funcionara apropiadamente.

– Jake. Tenemos que pensar lo que estamos haciendo. -Pero no podía pensar. No había pensamientos, sólo la sensación de sus manos, su boca y el calor de su cuerpo.

La respuesta de Jake fue un gruñido bajo, áspero, dolorosamente sensual. Los dedos le apretaron el muslo, y ella sintió la mordedura de las uñas, otra marca en su cuerpo. Entonces él agarró sus medias de encaje y tiró, rasgándolas para empujar la palma contra el calor húmedo que le daba la bienvenida, barriendo todas las objeciones que ella podría haber pensado.

Emma jadeó, su cuerpo se fragmentó, ondulando con la vida, con el placer, con su toque. Él estaba por todas partes, duro y fuerte, la boca caliente, justo a través del encaje de su sostén. Los labios dejaron el seno para viajar de vuelta a la garganta, el mentón, encontrando la boca, brutal con la necesidad, y ella envolvió sus brazos apretadamente alrededor de él, sosteniéndolo más cerca, emparejando deseo con deseo.

– Jake, vete más despacio -susurró, atemorizada de su propia pasión, atemorizado de la completa intensidad y violencia que parecía no poder controlar. Ella alzó la mirada a su cara, las líneas duras con la lujuria, los ojos vidriosos y sensuales, los iris habían desaparecido, reemplazados por oro ardiente.

Jake sentía el leopardo empujando cerca de la superficie, alzándose con la ferocidad de su necesidad, y luchó por mantener una apariencia de control cuando no había ninguno. Su verga rabiaba por estar dentro de ella, desesperada por la seda caliente y húmeda de su vagina y el placer y el alivio que sólo ella podía traer a su cuerpo.

– Tengo que estar jodidamente dentro de ti -susurró crudamente en su boca, incapaz de detenerse, mientras introducía un dedo en su fuego. Gimió cuando los músculos se apretaron con fuerza a su alrededor. Deliberadamente empujó más profundo, insertando dos dedos en su canal caliente y resbaladizo para probar si estaba lista.