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Se abrió camino hasta el cuarto de invitados donde sabía que Susan permanecía. Con su aguda audición, incluso a través de la sólida puerta de roble, podía oírla sorber los mocos. Su radio chisporroteó.

– Señor Bannaconni. El profesor particular está aquí y ha traído a la institutriz de la señorita Hindman con él. -La voz incorpórea contenía una nota de desagrado. A Drake obviamente no le gustaba ninguno de los forasteros.

– Déjales pasar, pero no dejes a los niños o a Emma a solas con ellos. Conner puede vigilar a esos dos en la casa. -Metió la radio de vuelta en la trabilla de su cinturón y con resolución llamó a la puerta de Susan. Se lo había prometido a Emma. Sonrió para sí con satisfacción. También le había prometido su desquite de los dos duros puntapiés que ella le había dado; y él siempre cumplía sus promesas. Hubo un momento de silencio, el resoplar de nariz, y luego Susan tímidamente abrió la puerta.

Jake la sonrió.

– Vamos fuera y habla conmigo durante un minuto, Susan. -La tendió la mano, su voz era suave, pero autoritaria. Susan vaciló, pero puso su mano en la suya y le siguió por la larga y amplia escalera. Él se dejó caer, se sentó y palmeó el escalón a su lado, esperando hasta que ella se sentó-. Fui desconsiderado esta mañana cuando te hablé. Paso tanto tiempo ajetreado por mi trabajo que a veces se me olvida como dirigirme a la gente. Estoy agradecido que ayudes a Emma aquí. Ella dice que eres estupenda con nuestros niños y de verdad que lo aprecio.

Susan sorbió los mocos otra vez, pero sonrió con timidez.

– Ellos son tan dulces. Y Emma ha sido tan buena conmigo. Me habla… -Su voz se fue apagando.

Él asintió con la cabeza, haciendo como que no notaba las lágrimas que fluían de nuevo.

– Ella es así. ¿Te enseñó el anillo?

Los ojos de Susan se encendieron.

– Vi el anillo en su dedo pero me dio miedo preguntar. ¿Van a casarse?

– Tenemos dos niños. Yo diría que ya es hora. Quiero más, así que deberíamos asegurarnos de estar casados antes de dejarla embarazada otra vez, ¿no crees? -Ante su asentimiento, él se levantó-. Tendrás que venir a la boda. -Jake le tendió la mano. Cuando ella puso su mano en la suya, tiró de ella hacia arriba-. Estoy contento de que Emma tenga una amiga tan buena en ti, Susan. Eres bienvenida aquí en cualquier momento y puedes quedarte mientras te apetezca. Espero que con el tiempo, te acostumbres a lo brusco que puedo ser.

– Gracias, señor Bannaconni.

– Jake -corrigió, manteniendo la voz amable. Se alejó de ella, pero se giró al llegar a la puerta-. Realmente valoro que hables en otros idiomas a los niños. Tratamos de darles tanta exposición como sea posible. Tú eres muy fluida hablando.

Ella resplandeció, levantó su mano hasta que él estuvo fuera de vista y volvió corriendo a la cocina para encontrar a Emma.

– ¡Emma! ¡Déjame ver el anillo! Jake dijo… -Derrapó hasta detenerse cuando vio a los visitantes esperándola, la alegría se desvaneció de su cara.

– ¿Es ese un comportamiento apropiado para una señorita? -demandó Dana, su institutriz, con una pequeña aspiración-. Dirígete al servicio con mucho más decoro, Susan, y menos entusiasmo. Y es señor Bannaconni para ti, señorita.

Susan se puso roja como un tomate, su mirada fluctuó entre Joshua y Drake, que estaba arrellanado ociosamente contra el fregadero. Andraya tenía sus brazos alrededor de la pierna de Joshua y Kyle estaba de pie ligeramente detrás de él, casi escondido de las visitas. Ella casi no vio al tercer hombre que estaba de pie de espaldas a la puerta. Estaba tan quieto que hizo que su corazón temblara.

Joshua bufó e hizo un guiñó a Susan.

– Ese sería yo, Susan, el servicio.

La expresión de Emma no cambió.

– Tu institutriz ha venido para verte, Susan, junto con tu profesor particular. -Ella lanzó una mirada a Drake, indecisa de cómo tratar a sus visitantes y el ataque directo contra Susan. Ellos la ponían inquieta y Susan parecía al borde de las lágrimas. No era sorprendente que el senador hubiera dicho que estaba preocupado por su hija.

Ella escuchó el chasquido suave de la radio y un breve crepitar cuando Drake o Joshua abrieron la línea a Jake.

– Debería habernos advertido por adelantado de que usted llegaría acompañado al señor Givens, señora Anderson -dijo Drake con un tono en la voz de absoluta autoridad-, al señor Bannaconni no le gustan las sorpresas, y ya le informó que si usted se presentaba otra vez sin una invitación o sin la cortesía de una llamada por adelantado, se le negaría la entrada. -Deliberadamente se dirigió a la institutriz de Susan, reprendiéndola en público como había hecho ella.

El color azotó los pómulos de la mujer y su boca se apretó ominosamente. Miró por encima de su nariz a Drake, fijándose en sus vaqueros descoloridos, la camiseta estirada de un lado a otro de los anchos hombros y del pecho densamente musculoso, y con una pequeña aspiración de desdén, le descartó como insignificante.

– Por favor llévenos a una habitación adecuada para llevar a cabo los estudios de Susan -le espetó Dana a Emma-. No deseamos esperar. Jim, el senador Hindman, exige prontitud y espera que sus órdenes sean cumplidas. No podemos tener a Susan quedándose atrás otra vez. -Su timidez implicaba intimidad con el senador cuando le asestó el segundo ataque a la chica.

– Pero, Dana -protestó Susan-, no voy retrasada en absoluto. Intenté decírselo a papá, pero usted…

– No contradigas a tus mayores. -Dana la fulminó con la mirada-. Es importante que sepas tu lugar, Susan. Su padre es un gran hombre. No querrás avergonzarle.

Un rugiente sonido, muy parecido al de un gato gruñendo, llenó la estancia. El gruñido profundo desde el pecho puso de punta los pelos de la nuca de la gente, haciendo que los corazones se aceleraran, y todo el mundo se quedara callado, inmóvil, apenas girándose casi como uno solo para ver la figura de Jake llenando la puerta de la cocina. Él permanecía de pie del modo en que siempre hacía, completamente quieto con los ojos clavados y enfocados, la cabeza en ángulo como un animal al acecho, como un cazador depredador alrededor de una presa a devorar. Emma se encontró conteniendo el aliento cuando el silencio cayó, incapaz de decir si el espeluznante sonido realmente emanó de Jake, sólo que esto la heló hasta los huesos. Trató de no tener miedo, pero conocía a Jake, y él estaba en su modo más peligroso.

Joshua y Drake cambiaron de posición casi imperceptiblemente, protegiendo a los bebés con sus cuerpos.

Los ojos de Jake se habían vuelto salvajes, de un dorado reluciente.

– Joshua, apreciaría enormemente si te llevaras a los niños fuera.

Sin una palabra Joshua pasó un brazo alrededor de Kyle y Andraya. Los levantó hasta sus caderas, caminando a grandes pasos hacia la puerta. Conner se la abrió y Joshua se llevó a los pequeños fuera.

– ¿Susan? -Jake la hizo señas llamándola con el dedo. Esperó hasta que ella cruzó a su lado y entonces dejó caer su brazo protectoramente a su alrededor.

El silencio se prolongó hasta que los nervios de Emma quedaron a flor de piel. Él no apartó los ojos de la cara de Dana.

– Creo que tengo algo suyo. Mi gente es muy buena con el equipo electrónico de rastreo. -Él extrajo una pequeña bolsa de plástico de su bolsillo. El microchip podía verse claramente. Se lo lanzó a Dana desdeñosamente, deliberadamente justo fuera de su alcance, de manera que las irrecusables pruebas cayeron a sus pies para que todos las vieran.

Dana se quedó tiesa con la cara muy blanca y rígida, pero no habló, la cólera llameaba en sus ojos. Jake colocó a Susan con mucha delicadeza detrás de él y caminó acechante atravesando el suelo de la cocina, moviéndose de aquel modo silencioso y fluido tan propio de él, los acordonados músculos se movían enérgicamente, sus ojos nunca abandonaron la cara de la mujer. Él inhaló, como si la olfateara.