– Ni lo sueñes, pequeña; quiero que hagas lo que te convenga a ti, no lo que me convenga a mí.
Asintió.
– Por eso he solicitado plaza allí y estoy solucionando todo aquí rápidamente; me marcho dentro de dos semanas. He encargado a los padres de mamá que vendan la casa de Houston y con eso tengo dinero para empezar. Pero quería decírtelo personalmente, y espero que dijeras de verdad lo de que siempre serás mi hermana, porque, bueno, por lo que sea, espero que fuera en serio.
Me arrodillé junto a su silla y la abracé.
– Hasta que la muerte nos separe, chiquilla.
Sara Paretsky
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