Выбрать главу

– Sí, Lamarre, lo sé. Me compraré unos más adelante. Subo -dijo indicando el cuarto piso-. Pueden entrar.

Adamsberg atravesó el lujoso recibidor, siguió por la escalera cubierta de una ancha alfombra roja. Percibió el sobre clavado con una chincheta sobre la puerta de Marie-Belle antes de llegar al descansillo. Subió los últimos escalones con lentitud, disgustado, y se acercó al rectángulo blanco que llevaba simplemente su nombre, Jean-Baptiste Adamsberg.

Se había ido. Marie-Belle se había ido en las narices de sus hombres de guardia. Se había largado. Se había largado sin ocuparse de Damas. Adamsberg descolgó el sobre con el ceño fruncido. La hermana de Damas había abandonado el terreno en llamas.

La hermana de Damas y la hermana de Antoine.

Adamsberg se sentó pesadamente sobre un escalón, con el sobre encima de sus rodillas. La luz se apagó. Antoine no le había arrancado la información a Marie-Belle sino que Marie-Belle se la había dado. A Hurfin el asesino, a Hurfin el obediente. A las órdenes de su hermana, Marie-Belle Hurfin. Llamó a Danglard en la oscuridad.

– Estoy en el coche -dijo Danglard-. Dormía.

– Danglard, ¿había otro hijo ilegítimo de Heller-Deville en la familia de Romorantin? ¿Una chica?

– Es lo que trataba de decirle. Marie-Belle Hurfin nació dos años antes que Antoine. Es la hermanastra de Damas. No lo conocía antes de desembarcar en su casa de París, hace un año.

Adamsberg asintió con la cabeza en silencio.

– ¿Eso lo contradice? -preguntó Danglard.

– Sí. Buscaba la cara del asesino y ya la tengo.

Adamsberg colgó, se levantó para encender la luz y se apoyó en la hoja de la puerta para abrir la carta.

Querido comisario,

No le escribo para arreglar las cosas. Me ha tomado por una idiota y eso no me gusta. Pero como tenía pinta de idiota, automáticamente no puedo echárselo en cara. Si le escribo, es por Antoine. Quiero que esta carta sea leída en su proceso porque no es responsable. Soy yo la que lo dirigió, punto por punto, soy yo la que le pidió que matase. Soy yo la que le decía por qué, quién, dónde y cuándo. Antoine no es responsable de nada, no hace más que obedecer, como siempre ha hecho. No es culpa suya, nada es culpa suya. Quiero que esto sea dicho en su proceso, ¿puedo contar con usted? Me doy prisa porque no me queda mucho tiempo por delante. Ha sido un poco imbécil llamando a Lizbeth para enviarla al hospital cerca del viejo. Porque de Lizbeth, nadie lo diría, pero a veces necesita que la reconforten. Que yo la reconforte. Y me llamó inmediatamente después para contarme el accidente de Decambrais.

O sea que el asesinato del viejo se frustró y que a Antoine lo han pescado. No le llevará mucho tiempo descubrir quién es su padre, sobre todo porque mi madre no se lo oculta a nadie y va a presentarse aquí a toda velocidad. Ya hay dos tipos suyos abajo en un coche. Está jodido, yo me largo. No se rompa la cabeza tratando de encontrarme, perderá el tiempo. Tengo un montón de efectivo que he sacado de la cuenta de ese imbécil de Damas y arreglármelas. Tengo un traje de africana que me pasó Lizbeth para una fiesta, sus tipos no verán nada, no me preocupo. Automáticamente, déjelo.