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– Te dije que era de diez tiros.

Ya no le interesaba el juego. Hice un esfuerzo y me incorporé dejando en la fotocopiadora la huella roja y pegajosa de una mano. Me acerqué a David y le quité la pistola. No opuso resistencia. Miré el cargador. Quedaba un cartucho. El vacío se había apoderado de sus ojos y abrió ligeramente los dedos, como para soltar su propia vida. Algo semejante a una polilla se perdió volando en la oscuridad. Salí al pasillo cojeando e iluminé la pared con la linterna hasta que encontré la alarma contra incendios. Rompí el vidrio y tiré de la palanca.

Epílogo

Ahora que puedo sentarme otra vez, supongo que tengo la obligación de llenar los huecos que hay en mis informes. Hemos cambiado de año y el tórrido romance de Rosie y William sigue tan intenso como el primer día. Henry ha intentado todo, desde una huelga de hambre hasta una pelea a puñetazos, pero en vano. Entiendo su preocupación -pase lo que pase, William le va a amargar la vida-, pero las historias de amor que se viven de cerca no dejan de ser fascinantes.

La policía remitió el caso de Tippy Parsons a la Fiscalía del distrito, donde la muchacha sostuvo una larga y sincera conversación con un ayudante. Yo había creído que la edad de la joven podía ser una circunstancia atenuante, pero el caso es que al final se benefició de un indulto automático, pues ya se había rebasado con creces el límite temporal de la penalización de los homicidios involuntarios por accidente de tráfico. Cuando Hartford McKell se enteró de que se había identificado a la persona que había conducido el vehículo, insistió en enviarme un cheque por los 25.000 dólares prometidos, pese a que no detuvieron ni procesaron a Tippy. Acepté el dinero. Había hecho el trabajo y no había nada malo en cobrar. Ahora sólo me resta decidir qué hago con él. Mientras tanto, la primavera está en ciernes y la vida es maravillosa.

Atentamente,

Kinsey Millhone

Sue Grafton

Sue Grafton nació en Louisville, Kentucky, en 1940. Es licenciada en literatura inglesa y ha trabajado en Hollywood como guionista de televisión. En 1982 creó el personaje de la detective Kinsey Millhone, según confiesa ella misma, para desquitarse de los disgustos causados por su divorcio. En cualquier caso, para satisfacción de sus miles de lectores, así nació su extraordinario Alfabeto del Crimen, la serie de novelas policiacas protagonizadas por Kinsey Millhone y publicados por Tusquets Editores: A de adulterio, B de bestias, C de cadáver, D de deuda, E de evidencia, F de fugitivo, G de guardaespaldas, H de homicidio, I de inocente, J de juicio, K de Kinsey, L de ley (o fuera de ella), M de maldad, N de nudo, O de odio, P de peligro, Q de quién, R de rebelde y S de silencio (Andanzas 111 A-S, y Fábula 3A-3G, 3P y 3Q). Varios de estos títulos han obtenido premios tan importantes como el Mysterious Stranger Award, el Shamus Award, el Anthony Award, y, en 2004, el Premio Ross Macdonald. En las diecinueve novelas que de la serie policiaca el Alfabeto del Crimen, Grafton ha explorado sin cesar nuevos territorios, nuevas técnicas narrativas, nuevos personajes, con resultados siempre fascinantes y sorprendentes. Y T de trampa, su caso número veinte, no es una excepción.

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