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AGRADECIMIENTOS

Aunque debería ser evidente que Inmortal es un producto de la imaginación, fueron necesarias algunas investigaciones, sobre todo en lo referente a la historia del estado de Maine. Utilicé dos obras en particular: Maine in the Early Republic, editada por Charles E. Clark, James S. Leamon y Karen Bowden (University Press of New England, 1988) y Liberty Men and Great Proprietors: The Revolutionary Settlement on the Maine Frontier 1760-1820, escrita por Alan Taylor (University of North Carolina Press, 1990). Los errores o inexactitudes son solo míos.

Se dice con frecuencia que la vida del escritor es solitaria, y que escribimos en soledad, y aunque eso es casi siempre cierto, es probable que no llegáramos a publicar sin contar con la ayuda y la buena disposición de mucha gente. Me gustaría dar las gracias a los lectores de versiones anteriores de esta novela, como Dolores, Lisa, Randy, Linda, Jill, Kelley y Kevin; a mis profesores de la Johns Hopkins: Tim Wendel, Richard Peabody, Elly Williams y Mark Farrington; a Elyse Cheney y Jeff Kleinman por su temprano apoyo; y a los maravillosos organizadores de la Comunidad de Escritores de Squaw Valley.

Gracias en especial a Tricia Boczkowski, mi editora en Gallery Books, por ver posibilidades en Inmortal y por su orientación editorial y su infinito ánimo para que se publicara la novela. También doy las gracias a Gallery por sus esfuerzos en favor mío.

Gracias infinitas a Kate Elton, mi editora en Cornerstone, y a su ayudante Anna Jean Hughes, por su increíble entusiasmo y apoyo a la novela.

También tengo que dar las gracias a Nicki Kennedy, Sam Edenborough y Katherine West, agentes de derechos internacionales en la Intercontinental Literary Agency, y a los editores de las versiones extranjeras de la novela, por su confianza al aceptar esta obra primeriza: Giuseppe Strazzeri y Fabrizio Cocco, editores de Longanesi; Cristina Armiñana, de Mondadori; Katarzyna Rudzka, de Proszynski Media, y EKSMO Publishing.

Mi agradecimiento más profundo es para Peter Steinberg, mi agente, no solo por creer en la novela sino también por su hábil trabajo editorial; hizo de una historia deslavazada la novela que tienes hoy en tus manos.

Gracias a mi familia por aguantar mi conducta de escritora loca desde que era una niña insaciable.

Y por supuesto, todo mi amor para mi marido, Bruce; gracias a su paciencia pude dedicar incontables horas a este libro, y posibilitó que todos mis sueños se hicieran realidad.

Alma Katsu

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