Выбрать главу

Cuando estaba cerrando el compartimiento, vi el otro libro que se guardaba allí y, por impulso, lo saqué y lo abrí, aunque lo había leído tantas veces ya que podía recitarlo de memoria. Cuando Jeremy me habló por primera vez del Legado, esperaba enconarme con un tomo húmedo, maloliente y medio podrido. En lugar de eso, el libro que tenía varios siglos de antigüedad se veía mejor que muchos de mis libros de texto de la universidad. Por puesto que las páginas estaban amarillentas y eran frágiles, Mire cada Alfa de la Jauría lo había conservado en un compartimiento especial, libre de polvo, humedad, luz y cualquier otro de los elementos que hubiese podido arruinar el libro.

El Legado contaba la historia de los licántropos, en particular de la Jauría. Pero no era un relato con fechas y eventos. En lugar de eso, cada Alfa había agregado lo que consideraba importante, por lo que consistía en una mezcolanza de historia, genealogía y tradiciones.

Una sección estaba dedicada enteramente a la experimentación científica con la naturaleza y los límites de la condición del licántropo. Un Alfa de la época del renacimiento en particular se había visto fascinado por las leyendas de la inmortalidad de los licántropos. Había detallado todas y cada una, desde las historias de licántropos que se volvían inmortales bebiendo la Sangre de infantes hasta las historias de licántropos que se convertían vampiros, después de la muerte. Entonces realizó experimentos bien controlados con licántropos callejeros que capturaba, trabajaba y mataba, y luego esperaba su resurrección. Ninguno de sus experimentos tuvo éxito, pero tuvo gran éxito en reducir la población de callejeros de Europa.

Un siglo más tarde, un Alfa de la Jauría se obsesionó con tener mejores relaciones sexuales: lo único sorprendente de eso es que llevó varios cientos de años lograrlo. Comenzó con la hipótesis de que las relaciones sexuales entre licántropos y humanos eran inherentemente insatisfactorias Porque involucraban a dos especies diferentes. Entonces mordió a unas cuantas mujeres. Como no sobrevivieron, concluyó que los rumores de la existencia de mujeres lobo a lo largo de los siglos eran falsos y que tal cosa era biológicamente imposible. Avanzando, intentó variaciones de las relaciones sexuales: lobo con lobo, humano con lobo, lobo con humano. Nada de ello se acercaba al sexo entre humanos, así que volvió a las mujeres y comenzó a experimentar con variaciones de posiciones, actos, lugares, etcétera. Finalmente encontró lo máximo en satisfacción sexuaclass="underline" esperar hasta que sonaran las primeras notas del clímax y entonces destrozar a dentelladas la garganta de su pareja. Describió su fórmula con vívidos detalles, con toda la emoción floripondiosa de un converso. Por fortuna su práctica nunca se hizo popular en la Jauría, probablemente porque el Alfa fue quemado unos meses más tarde, luego de haber liquidado la disponibilidad de mujeres jóvenes en su aldea.

Por el lado menos fáctico, el Legado contenía incontables historias de licántropos a lo largo de los siglos. La mayoría eran historias del tipo “mi madre me contó eso de niño", muchas originadas antes de que se escribiera la Primera edición del Legado. Había historias de licántropos que vivieron sus vidas en reversa, manteniéndose como lobos la mayor parte del tiempo y cambiando a humanos sólo cuando se lo imponía la necesidad física. Había historias de caballeros y soldados y bandidos y asaltantes que supuestamente fueron licántropos. La mayoría de estos nombres desaparecidos de la historia, pero uno era conocido aún, incluso por quienes nunca hubiesen abierto un libro de historia. La historia humana cuenta la leyenda de que el árbol genealógico de Gengis Khan comenzaba con un lobo y una cierva. Según el Legado, había en eso más de verdad que de alegoría: el lobo era un licántropo y la cierva una analogía de una madre humana. Según esa línea de razonamiento, Gengis Khan mismo habría sido un licántropo, lo que explicaba su sed de sangre y su destreza casi sobrenatural en la guerra. Probablemente ésa no fuese más cierta que las innumerables genealogías humanas que incluyen a Napoleón y a Cleopatra en el árbol genealógico. Pero la historia era entretenida.

Otra historia buena se encuentra también en la mitología humana sobre los licántropos. Cualquier aficionado a los cuentos de licántropos conoce la historia del noble recién casado cuya aldea sufría los ataques de un licántropo. Una noche cuando rastreaba a la bestia, el noble escuchó un ruido en la espesura y entonces ve a un lobo monstruoso. Salta de la montura y lo persigue por el bosque a pie. La bestia escapa. En un punto se acerca lo suficiente como para cortarle al lobo una de las zarpas delanteras. La criatura escapa, pero cuando el noble va a buscar la zarpa, se ha convertido en una mano de mujer. Exhausto, vuelve a casa y va a contar a su esposa lo sucedido. Encuentra a su esposa oculta en los cuartos traseros, vendando el muñón ensangrentado de su brazo sin mano. Al comprender lo que sucede, la mata. La versión humana de la historia culmina allí, pero el Legado va más allá, dándole al final un giro en favor de los licántropos. En la historia del Legado, el noble mata a su esposa abriéndole el estómago. Al hacerlo, salen varios cachorros de lobo, sus propios hijos. A la vista de eso el noble se vuelve loco y se mata con su propia espada. Como soy una mujer loba, no me gusta demasiado la idea de tener la panza llena de cachorros. Prefiero interpretar a los cachorros como un símbolo alegórico de la culpa del noble. Cuando advierte que ha matado a su esposa sin darle oportunidad de dar explicaciones, se vuelve loco y se mata. Un final mucho más digno.

Además de escribir estas historias y divagaciones, cada Alfa tenía que hacer la crónica de la genealogía de la Jauría durante su reinado. Eso incluía no sólo el árbol genealógico, sino también breves descripciones de la historia de cada de persona y de sus vidas. La mayoría de los árboles genealógicos eran largos y complicados. Pero en la actual Jauría había tres excepciones, nombres sin antecesores. Clay y yo éramos dos de ellos. Logan era el tercero. A diferencia de Clay y de mí, Logan era un licántropo por herencia. Nadie sabía quién era el padre de Logan. Lo habían dejado en adopción de bebé. Cuando lo adoptaron de niño, con él vino un sobre que debía ser abierto en su decimosexto cumpleaños. En el interior del sobre había un pedazo de papel con dos apellidos y dos direcciones: los Danvers en Stonehaven y los Sorrentino en su mansión en las afueras de Nueva York. Era improbable que el padre de Logan fuese de la Jauría, ya que ningún miembro de la Jauría daría a su hijo en adopción. Pero su padre sabía que la Jauría no echaría a un licántropo de dieciséis años, al margen de quiénes fueran sus padres, por lo que dirigió a su hijo a ellos, asegurándose de que Logan descubriera lo que era, antes de su primer Cambio y, al hacerlo, tuviera la oportunidad de iniciar su nueva vida con la necesaria educación y protección. Quizá la historia de Logan fuese una prueba de que no todos los callejeros son malos padres o quizá que las anomalías son posibles en cualquier forma de vida.

La mayoría de los demás árboles genealógicos de la familia tenían muchas ramas. Al igual que los Danvers, la familia Sorrentino tenía sus orígenes en el comienzo mismo del Legado. El padre de Antonio, Dominic, fue Alfa hasta su muerte. Tuvo tres hijos, Gregory, que había muerto, Benedict, que dejó la Jauría antes de que yo llegara, y Antonio, el menor. El único hijo de Antonio era Nick. En el Legado, junto a las iniciales de Nick aparecía anotado LKB entre paréntesis. Nick no sabía lo que significaba. Hasta donde yo sabía, nunca preguntó. Si es que llegó a leer el Legado, lo que dudo, habrá llegado a la conclusión de que si nadie le había explicado su significado no debía tener importancia. Así era Nick, aceptaba todo. Las letras eran importantes, pero no tenía sentido decirle a Nick su significado, provocando interrogantes sin respuesta y emociones que no encontrarían satisfacción. LKD eran las iniciales de la madre de Nick. Era el único lugar del Legado en el que figuraba una madre. Jeremy fue quien las puso allí. Ni Jeremy ni Antonio me lo explicaron. Fue Peter quien me contó la historia hace años.