Cuando Antonio tenía dieciséis años y era alumno de una escuela privada muy cara en las afueras de la ciudad de Nueva York, se enamoró de una chica del lugar. Sabía que no tenía que contárselo a sus padres, pero sí se lo contó a su mejor amigo, Jeremy, que por entonces tenía catorce años. Y los dos ocultaron la relación a la Jauría. La cosa funcionó durante un año. Entonces la niña quedó embarazada. Por consejo de Jeremy, Antonio se lo contó a su padre. Aparentemente Jeremy creyó que Dominic entendería que su hijo estaba enamorado y le permitiría quebrar la ley de la Jauría. Supongo que todos fuimos jóvenes alguna vez. Jóvenes, románticos y muy ingenuos. Incluso Jeremy. Las cosas no funcionaron como esperaba Jeremy. Gran sorpresa. Dominic sacó a Antonio de la escuela y lo confinó en la casa mientras la Jauría aguardaba el nacimiento del bebé.
Antonio escapó con ayuda de Jeremy, volvió con la chica y se declaró independiente de la Jauría. A partir de allí la cosa se puso realmente fea. Peter no entró en detalles. Tan sólo narró que Antonio y su chica se ocultaron mientras Jeremy hacía de intermediario entre el padre y su hijo, desesperado por reconciliarse. En medio de todo eso nació Nick.
Tres meses más tarde Antonio tuvo su primer Cambio. En los seis meses siguientes comprendió que su padre tenía razón. Por más que amara a la madre de Nick, la cosa no iba a funcionar. No sólo le arruinaría la vida a ella, sino que arruinaría la de su hijo, condenándolo a vivir como callejero. Una noche tomó a Nick, dejó un sobre con dinero en la mesa y se fue. Le entregó a Nick a Jeremy y le dijo que Ilevara el bebé con Dominic. Entonces desapareció. Antonio estuvo ausente tres meses y ni Jeremy sabía a dónde se había ido. Reapareció abruptamente. Se hizo cargo de la crianza de Nick y nunca volvió a mencionar a la niña. Todos creyeron que ahí terminaba la historia. Pero años más tarde Peter vino a visitar a Antonio y lo siguió hasta un suburbio, donde lo encontró en su auto frente a una plaza, observando a una joven mujer que jugaba con un niño pequeño. Me pregunté cuántas veces habría hecho eso, me pregunté si seguía haciéndolo, eso de ver cómo andaba la madre de Nick, quizá viéndola jugar con sus nietos. Al ver a Antonio -ruidoso, seguro de sí mismo- no puedo imaginarlo manteniendo encendido el fuego de un amor perdido, pero desde que lo conozco nunca lo oí mencionar a ninguna mujer. Hay mujeres en su vida, pero nunca duran lo suficiente como para que haya motivo para hablar de ellas.
En aquel entonces me pregunté por qué Peter me lo había contado, un capítulo de la historia de la Jauría que nunca aparecería en el Legado. Más tarde comprendí que pensó que al hacerme conocer un secreto inofensivo de la Jauría, me haría sentir más integrada y me ayudaría a entender mejor a mis hermanos de la Jauría. Peter hacía eso seguido. No es que los demás me excluyeran o me hicieran sentir rechazada. Nada por el estilo. Del único que llegué a dudar al respecto era de Jeremy y quizás eso fuera más problema mío que suyo. Conocí a Logan y a Nick, a través de Clay, antes de convertirme en licántropo. Luego de que me mordieran, los dos estuvieron a mi lado, y cuando estuve dispuesta a aceptar su ayuda hicieron todo lo que estaba a su alcance para levantarme el ánimo. Todo lo que se puede levantar el ánimo a alguien que acaba de enterarse de que se acabó sin remedio la vida que llevó hasta entonces. Cuando conocí a Antonio en mi primera reunión de la Jauría, me lisonjeó y bromeó conmigo y conversó conmigo con tanta facilidad como si me conociera desde hacía años. Pero Peter fue diferente. A él no le bastaba con la aceptación. Siempre hacia un esfuerzo más. Fue el primero que me contó de sus antecedentes, como un tío recién descubierto que me informara cosas de la familia.
Peter fue criado en la Jauría, pero a los veintidós decidió dejarla. No fue por una pelea o por rebelión. Simplemente decidió probar la vida fuera de la Jauría, más bien un ejercicio en el conocimiento de otros estilos de vida que una rebelión contra la Jauría. Como decía Peter, Dominic no lo consideraba ni peligroso fuera de la Jauría ni necesario dentro de ella, de modo que dejó que se fuera. Habiendo obtenido su título universitario en tecnología audiovisual, Peter tomó el trabajo más apasionante que pudo imaginar: técnico de sonido de bandas de rock. Comenzó con bandas que tocaban en bares y, en cinco años, llegó a trabajar en grandes conciertos. Ahí fue que se volvió peligroso su deseo de nuevas experiencias, porque asimiló todo el estilo de vida de las bandas de rock: drogas, alcohol y fiestas interminables. Entonces sucedió algo, algo malo. Peter no me lo explicó, pero dijo que fue algo lo suficientemente malo como para justificar que la Jauría lo matara si llegaba a descubrirlo. Pudo haber corrido a ocultarse con la esperanza de que la cosa pasara. Pero no lo hizo. En vez de eso se puso a analizar su vida y lo que había hecho y advirtió que la cosa no se pondría mejor si escapaba. Simplemente volvería a hacer 1o mismo. Decidió pedir clemencia a la Jauría. Si Dominic ordenaba su ejecución, al menos su primer error sería el último. Sin embargo, esperaba que Dominic lo absolviera, permitiéndole regresar a la Jauría, donde podrían ayudarlo a recuperar el control de su vida. Para tener mayores probabilidades de éxito, apeló al hermano de la Jauría en el que más confiaba. Llamó a Jeremy. En vez de llevar el asunto a Dominic, Jeremy file a Los Ángeles llevando consigo a Clay, que por entonces ya tenía diez años. Mientras Peter cuidaba de Clay, Jeremy pasó una semana borrando todos los rastros del error cometido por Peter. Luego llevó a Peter de regreso a Nueva York y organizó su vuelta a la Jauría sin decir palabra de su mal paso en California. Hoy nadie podría adivinar que Peter hubiese cometido un error de tal magnitud, ni siquiera que hubiese dejado la Jauría. Quería con tanta devoción a Jeremy como Clay y Antonio, aunque a su manera, silenciosa. Jamás discutía ni disentía. Lo único que quedaba del pasado de Peter era su trabajo. Seguía trabajando de técnico en sonido y era uno de los mejores. Habitualmente se iba de gira, pero Jeremy nunca se preocupaba por él ni dudaba de que actuara con absoluta circunspección en el mundo exterior. Jeremy incluso me permitió irme con Peter unas semanas cuando recién comenzaba a orientarme como licántropo. Peter me invitó a acompañarlo en una gira de U2 por Canadá. Fue la mejor experiencia de mi vida, me hizo olvidar los problemas que enfrentaba, lo que era precisamente la intención de Peter.
Mientras pensaba en todo eso, un par de manos me tomaron de las axilas y me levantaron de la silla.
– ¡Despierta! -dijo Antonio, haciéndome cosquillas y luego me dejó caer nuevamente en el sillón. Se inclinó por sobre mi hombro y tomó el Legado.
– Justo a tiempo, Pete. Cinco minutos más de lectura y estaría en coma.
Peter se movió delante de mí, tomó el libro de manos de Antonio e hizo una mueca.
– ¿Somos tan mala compañía que prefieres ocultarte aquí leyendo esa cosa?
Antonio sonrió.
– Creo que no es a nosotros a quien busca evitar, sino a un cierto tornado rubio. Jeremy lo envió de compras con Nicky, así que puedes salir de tu escondite.
– vinimos a decirte si quieres ir a caminar -dijo Peter-. Estirar las piernas, ponernos al día.
– En realidad…
Antonio volvió a tomarme de las axilas y esta vez me obligó a ponerme de pie.
– En realidad iba a buscarnos para decir cuánto nos extrañaba y que se moría por ponerse al día.
– Yo…
Peter me tomó de las muñecas arrastrándome hacia la puerta. Clavé los talones.
– Voy a ir -dije-. Sólo quería decir que vine a leer los archivos, pero Jeremy los debe de haber sacado de aquí. Pensé que podrían servirme para descubrir quién es el responsable de todo esto. ¿A ustedes se les ocurre algo?