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– No puedes dejarme aquí -gritó Clay.

Jeremy alzó las cejas un milímetro.

– ¿No?

– No debes. Es estúp… No tiene sentido.

– Tiene perfecto sentido. Y tú no eres el único que se queda.

Me quejé, pero con calma, en silencio y para mí misma, si bien los ojos de Jeremy efectivamente espiaron en dirección a mi cuando lo hice.

Jeremy continuó.

– No admito que vengan tú y Elena, cuando están tan enfrentados.

– ¡Pero yo no hice nada! -dijo Clay-. Ni siquiera me han acusado de matar a ese tipo. No saben si lo hice. Por qué castigarme…

– No es un castigo. No importa si lo hiciste o no. Mientras estén peleados entre sí, los quiero aquí, donde sólo pueden causarse daño el uno al otro… y al mobiliario.

– ¿Por qué dejarnos a los dos? -pregunté.

– Porque no los necesito a ninguno de los dos. No pienso rastrear ni pelear contra nadie. Sólo se trata de reunir información. Aunque no estuvieran enfrentados, probablemente no los llevaría. Es un riesgo innecesario. Quiero saber más de esos perros. No quiero basarme en información de segunda mano, así que voy yo y me llevo a Antonio y a Peter como respaldo. Nick tampoco vendrá y no lo oigo quejarse.

– No suena muy divertido -dijo Nick.

Jeremy sonrió.

– Exactamente.

– Pero… -dije yo.

– Ya pasó la hora del almuerzo -dijo Jeremy, poniéndose de pie-. Debemos comer antes de irnos.

Se fue antes de que pudiéramos discutir nada. Ésa era probablemente su intención. Cuando él salió, me puse de pie.

– Creo que voy a preparar algo de comer.

Nick se ofreció a ayudarme. Por una vez, Clay no lo hizo. Ni siquiera nos siguió a la cocina.

Luego del almuerzo, Jeremy, Antonio y Peter se fueron en misión de reconocimiento. Ésa era la manera que tenía Jeremy de manejarse ante la pelota con efecto que habían lanzado los callejeros. No tenía experiencia en manejar un ataque de varios callejeros a la vez, entonces se tomaba su tiempo, para reunir información antes de hacer planes de cómo íbamos a actuar. En sentido lógico, tenía razón. Pero eso resultaba insatisfactorio para las emociones. Yo hubiera preferido planificar una acción directa contra los callejeros y al carajo con los riesgos. Por eso Jeremy era el Alfa y yo apenas soldado.

Cuando se fueron, volví a retirarme, esta vez a mi cuarto, desde donde llamé a Philip. Le dije que tardaría unos días más.

Tomó aire.

– Bueno.- Un momento de silencio. – Te extraño

– Yo…

– Mp es que lo haga haerte sentir culpable, cariño. Es sólo que… te extraño. Sé que haces lo correcto y no te pediría que abandonaras a tus primos. Sólo que no pensaba en que tardarías tanto- -Hizo una pausa y entonces hizo un chasquido con la lengua. – Ya sé. Me iré para allá. ¿Qué tal mañana? Estoy libre.

Voy a hacer mi trabajo en el avión.

Apreté el auricular mientras mi cerebro gritaba: «¡mierda!" Apreté los dientes y me obligué a controlarme.

– ¿Y perderte unas vacaciones? -dije en el tono más liviano que pude. -Me prometiste una semana en el Caribe. En un recreo con todo incluido. ¿Recuerdas? Aunque me encantaría verte, si eso significa renunciar a una semana de tome todo lo que pueda de alcohol y de sol…

Río.

– Es mal sustituto un día de ayudarte a cuidar a tres niños, ¿verdad? Eso lo entiendo. Quizá pueda arreglar algo con James, trabajar el sábado que viene en vez de… Aunque parece que de todos modos voy a tener que trabajar el sábado y probablemente también el domingo.

– Sí. No sigas haciendo tratos o tal vez no pueda verte por varias semanas incluso después de haber vuelto a casa.

– Entendido. Voy a sobrevivir a unos días de soledad. Pero si es más que eso…

– No 1o será.

Hablamos unos minutos más y luego cortamos. Unos días más. Y no más que eso. Esta vez no tenía alternativa. Si no volvía a Toronto en unos días, Philip podía encontrar la manera de que le dieran un día franco y aparecerse en Nueva York. Eso sería… bueno, era más de lo que me atrevía a pensar.

Cuando finalmente corté la comunicación con Philip, me estiré en la cama y descansé. Dormité un poco para recuperar el sueño perdido de dos noches. Pero no funcionó. Me preocupé por la posibilidad de que Philip se apareciera en Stonehaven y mi nivel de estrés subió media docena de puntos. Entonces recordé por qué seguía en Stonehaven y pensé en Logan. Sentí que volvía el dolor y me inundaba la mente y no pude pensar en nada más, especialmente en dormir. Finalmente Nick vino en mi rescate; entró al cuarto sin golpean

– ¿Nunca golpeas? -dije, enderezándome en la cama.

– Nunca. Me perdería todo. -Saltó sobre la cama, miró a través de las cortinas v sonrió con malicia. -¿Me perdí algo?

– Todo.

– Supongo que entonces yo mismo tendré que iniciar algo – dijo – mientras descorría las cortinas y se dejaba caer a mi lado en la cama-. Se está bien aquí. Hay silencio y es muy privado.

– Perfecto para dormir.

– Es demasiado temprano para dormir… Tengo en mente algo mejor.

– Estoy segura de que sí.

Sonrió y se inclinó para besarme, luego evitó mi cachetazo.

– En realidad pensaba en otra cosa. Dado que no podemos correr aquí, pensé que quizá los tres podríamos ir ti algún lado a correr esta noche.

– Corrí anoche.

– Pero yo no y voy a necesitar Cambiar pronto. Empiezo a sentirlo.

– Entonces ve con Clay. No hay motivo para que vayamos los tres.

– Ya hablé con él. Sólo va si vienes tú. No quiere que nadie se quede solo aquí, por las dudas de que los callejeros ataquen por sorpresa.

– Estoy segura de que no lo harían… -me detuve al darme cuenta de que no estaba tan segura. La sola idea me dio escalofríos. -¿Tiene que ser esta noche? Ha sido un día largo y…

– Pensaba en cazar.

– No estoy segura de que…

– Cazar un ciervo.

– ¿Un ciervo?

Él rió.

– Ahora a ella se le alzan las orejas. ¿Cuánto hace que no cazas nada más grande que un conejo? Por lo menos por tu cuenta.

– Tiene razón -la voz de Clay vino del otro lado de las cortinas y nos sobresaltó. Al darme vuelta, vi su silueta, pero él no descorrió las cortinas.

– Sería buena idea ir de caza -continuó Clay-. Para mantenernos ocupados mientras esperamos a Jeremy. Nick necesita Cambiar y no puede hacerlo aquí. Y yo no te voy a dejar sola, Elena. Estoy seguro de que puedes soportar nuestra compañía una o dos horas.

Abrí la boca para contestar, pero giró y salió del cuarto. Vacilé un momento, luego me volví hacia Nick y asentí. Sonrió y salió trotando del cuarto, sabiendo que lo seguiría.

ACECHO

Llevamos mi auto. Nick manejaba. Clay se sentó adelante con él. Yo me senté atrás y dormité por el camino, principalmente para no tener que participar de la conversación. No necesitaba preocuparme. Clay no pensaba hablar conmigo inútilmente y Nick llenó el vacío charlataneando para el que quisiera escuchar.

Nick hablaba de su último negocio, algo que tenía que ver con el comercio electrónico y una nueva empresa que estaba financiando. La cuestión no era si la nueva empresa tendría éxito, sino cuánto perdería. Las cifras exactas en dólares no eran importantes, ya que los Sorrentino eran lo suficientemente ricos como para que Jeremy pareciera de clase media. Antonio tenía tres empresas multinacionales. Nick no había heredado el toque de Midas de su padre. De hecho, estaba excluido de todos los negocios de Antonio. Nick era un playboy, así de simple. Se metía en una interminable serie de negocios, con todo lo cual no ganaba más que amigos y amantes, que era todo lo que quería de la vida en realidad. ¿Cómo reaccionaba Antonio frente a eso? Lo alentaba. Antonio advertía que ese estilo de vida era el único al que su hijo podía adaptarse, y si a él lo hacía feliz y podían darse ese lujo, ¿por qué no? Yo, que había ahorrado de a centavos la mayor parte de mi vida, no podía entender realmente esa filosofía. Envidiaba, no tanto la cantidad de dinero, sino que Nick tuviera a alguien en el mundo que lo quisiera tanto y se interesara tanto por su felicidad y tan poco por lo que lograra en la vida.