– Así que no hay perros salvajes en el bosque -dijo Jeremy-. Eso sí que es un alivio. Aunque no puedo decir que prefiera la idea de un asesino humano que ande suelto. ¿Tienen alguna pista?
– Estarnos trabajando en eso. Es probable que fuera alguien a quien Míke conocía. Mike era un gran tipo pero… -Morgan hizo una pausa, como si no quisiera hablar mal de un muerto.- Todos tenemos problemas, ¿verdad? Enemigos y cosas por el estilo. -Otra pausa. Un lento sorbo de café. -¿Y qué hay de ustedes? ¿Tienen alguna idea de por qué alguien quisiera dejar el cadáver de Mike en sus tierras?
– No -dijo Jeremy, con la voz firme. Yo mismo me lo preguntaba.
– ¿No tiene enemigos en el pueblo? ¿Quizá tuvo un encontronazo con alguien?
Jeremy sonrió levemente. Estoy seguro de que usted es consciente de que no somos la gente más sociable del condado de Granton. No tenemos suficiente contacto con nuestros vecinos como para que haya problemas. Diría que hay dos soluciones posibles al misterio. Ya sea que el asesino pensó que culpar a los “extraños" alejaría las sospechas de él, o bien que no tenía intención de involucrarnos y pensó simplemente que éste era buen lugar para arrojar el cuerpo.
– ¿Está seguro de que no hay nadie a quien ustedes puedan haber molestado? -dijo Morgan inclinándose hacia delante-. ¿Quizás alguien que piensa que usted le debe dinero? ¿Quizás un marido celoso -Morgan me miró- o una esposa?
– No y no. No jugamos ni tenemos deudas. En cuanto a lo otro, estoy seguro de que nadie me ha visto recorriendo los bares de solteros de noche y Elena y Clayton no tienen ni la inclinación ni la energía para buscar aventuras. -Bear Valley es un pueblo chico, comisario. Si hubiera rumores acerca de nosotros, usted haría preguntas más precisas.
Morgan no contestó. En cambio miró fijo a Jeremy durante dos minutos corridos. Quizás esa táctica funcionaba con sospechosos de vandalismo de dieciséis años de edad, pero no iba a quebrar a un Alfa de la Jauría de cincuenta y un años- Jeremy simplemente le devolvió la mirada, con expresión calma y abierta.
Luego de unos minutos, Jeremy dijo:
– Lamento que hayan tenido que venir dos días seguidos, pero le agradezco que haya venido a informarnos esta mañana.
Jeremy dejó a un lado su taza y se deslizó hasta el borde del asiento, Como Morgan y O'Neil se mantuvieron en sus asientes, se puso de pie y dijo:
– Si es todo…
– Queremos volver a investigar en sus tierras un poco más -dijo Morgan por fin.
– Por supuesto.
– Quizá queramos interrogar a sus invitados. Sugiero que no se vayan rápido.
– No lo harán.
Morgan mantuvo la mirada otro minuto. Como Jeremy ni siquiera parpadeaba, gruñó y se puso de pie.
– Un asesino arrojó el cuerpo en su propiedad -dijo-. Si yo fuera usted, trataría de pensar quién pudo haberlo hecho, y si se le ocurre algo llámenos.
– No dudaré en hacerlo -dijo Jeremy-. Espero que quien sea que haya arrojado el cuerpo del señor Braxton aquí no tenga nada contra nosotros, pero si es así, no quisiera ignorarlo y quedarme esperando su siguiente movida. Aquí nadie tiene deseos de meterse con un asesino. Estamos más que dispuestos a dejar que eso lo haga la policía.
Morgan gruñó y bebió lo que quedaba de su café.
– ¿Algo más? -preguntó Jeremy
– Yo no andaría por ese bosque durante un tiempo.
– Ya dejamos de hacerlo -dijo Jeremy-. Pero gracias por su advertencia. Elena, ¿quieres acompañarlos hasta la puerta?
Lo hice. Ninguno de los dos policías me dijo nada, más que el "adiós" poco cortés de Morgan. Obviamente, siendo mujer, no valía la pena interrogarme.
Cuando se fueron los policías advertimos que Clay, Nick y Antonio también lo habían hecho. Si sólo hubiesen sido Clay y Nick, nos habríamos preocupado. Como Antonio había ido con ellos, Sabíamos que no estaban planeando ninguna venganza improvisada en Bear Valley
Habían pasado diez minutos desde que se habían ido los policías cuando apareció el Mercedes en la entrada. Nick saltó del asiento del acompañante. No advertí quién manejaba, porque mi atención estaba puesta en su totalidad en la gran bolsa de papel que traía Nick en la mano. Desayuno. No exactamente caliente y humeando, porque hablan tardado unos minutos en el regreso, pero yo tenía demasiada hambre como para que me importara.
Quince minutos más tarde, la bolsa estaba vacía, su contenido reducido a fantasmas de migas y marcas de grasa en los platos repartidos sobre la mesa del solario. Luego de la comida, Jeremy explicó lo que habla dicho el policía. Esperaba que Clay dijera algo, que proclamara su inocencia y esperara que le pidiera disculpas. No lo hizo. Escuchó a Jeremy, luego ayudó a Antonio a limpiar la mesa mientras yo me escapaba al estudio, ostensiblemente para leer el diario que habían traído del pueblo.
A Clay le llevó tres minutos encontrarme. Entró al estudio y cerró la puerta Y se quedó allí, mirándome leer durante dos minutos. Cuando ya no lo pude soportar, doblé el diario ruidosamente y lo lancé a un lado.
Bueno, no mataste al hombre -dije- Por una vez eres inocente. Pero si esperas que te pida disculpas por pensar que eres capaz de hacerlo…
– No lo espero.
Le lancé una mirada.
Clay continuó:
– No espero que me pidas disculpas por pensar que pude haberlo hecho. Por supuesto que podría hacerlo. Si el tipo nos hubiera visto corriendo o Cambiando o si nos hubiera amenazado de algún modo, lo habría matado. Pero te lo hubiera dicho. Eso fue lo que me enojó. Que pensaras que lo haría a tus espaldas, ocultando las evidencias y un mintiendo al respecto.
– No, supongo que no podría ocurrírsete que yo no querría que me lo dijeras. La idea de evitármelo no te entraría en la cabeza.
– ¿Evitártelo? – Clay lanzó una risa áspera. -Tú sabes lo que soy, Elena. Si intentara negarlo, me acusarías de engañarte. No quiero que vengas a mí creyendo que he cambiado. Quiero que vengas a mí aceptando lo que soy. ¿No crees que ya habría cambiado por ti si pudiera? Quiero que vuelvas conmigo. No por una noche o unas cuantas semanas o siquiera un par de meses. Te quiero definitivamente conmigo. Me siento horriblemente cuando no estás aquí…
– Te sientes horriblemente porque no tienes lo que quieres. No porque me quieras a mí.
– Carajo -Clay extendió el brazo y su puño volteó un portalapiceras de bronce que estaba sobre el escritorio. -¡No escuchas! No escuchas y no quieres ver. Sé que te amo, que te quiero a ti. Carajo, Elena, ¿Si sólo quisiera una compañera, cualquier compañera, crees que me hubiera pasado diez años tratando de recuperarte? ¿Por qué no me di por vencido y busqué otra persona?
– Porque eres cabeza dura.
– No. Yo no soy cabeza dura. Tú eres la que no puede superar lo que hice por más que…
– No quiero hablar de eso.
– Por supuesto que no. Dios no quiera que la verdad te complique la existencia.
Clay se dio vuelta y salió del cuarto con un portazo.
Después de que se fue Clay, decidí quedarme en el estudio… o esconderme allí, según la interpretación que cada uno quiera darle a la cosa. Estudié la colección de libros en los estantes. No habla cambiado. En realidad no cambiaba desde hacía una década Los estantes soportaban una colección variada de literatura y libros de consulta. Sólo unos pocos de los libros de consulta eran de Clay. Compraba todos los libros y revistas relacionados con su carrera y los tiraba en cuanto terminaba de leer. No tenía memoria fotográfica, simplemente una capacidad increíble de absorber todo lo que leía, de modo que le resultaba inútil guardar cualquier cosa escrita. Casi todos los libros eran de Jeremy. Más de la mitad no estaban en inglés, lo que tenía que ver con la carrera inicial de Jeremy como traductor. Jeremy no siempre tuvo dinero como para regalar autos deportivos y camas a su familia adoptiva. Cuando Clay llegó a Stonehaven, Jeremy no tenía para pagar el gas, situación derivada enteramente de la costumbre de su padre de gastar mucho y negarse a hacer cualquier tipo de trato que pudiera generar ingresos- A partir de los veinte años, Jeremy trabajó como traductor, ocupación ideal para alguien con un don para los idiomas y la tendencia a recluirse. Más tarde la situación financiera de Stonehaven mejoré marcadamente debido a dos circunstancias: la muerte de Malcolm Danven y el lanzamiento de la carrera de Jeremy como pintor. Actualmente Jeremy vendía pocos cuadros, pero cuando lo hacia, entraba dinero suficiente como para mantener a Stonehaven por algunos años.